NAFTA, 10 años de éxito
Publicado 2004/01/11 00:00:00
- Luis Batista CrÃtica
Este mes se cumple el décimo aniversario del controversial Tratado de Libre Comercio de Norte América (NAFTA). Utilizando cualquier medida objetiva, ha resultado un gran éxito. Cumplió con su promesa de incrementar el comercio. Desde 1993, el año anterior a que entrara en vigencia el tratado, el comercio en ambos sentidos entre Estados Unidos y México se ha casi triplicado, de 81 mil millones de dólares a 232 mil millones de dólares. Por otra parte, NAFTA ayudó a acelerar la dramática transformación económica y política mexicana. México era una nación con un sistema económico cerrado, dirigido centralmente, bajo la autoridad de un partido único y se ha convertido en una democracia de mercado, dinámica y abierta.
Sin embargo, críticos mal informados continúan manteniendo que NAFTA ha costado cientos de miles de puestos de trabajo en Estados Unidos y que de alguna forma fue responsable de nuestra reciente recesión industrial. Esos mismos críticos utilizan el ejemplo de NAFTA en contra de los acuerdos con América Central y el resto de América Latina. Pero un examen objetivo de la realidad demuestra que ninguno de los temores que se anunciaron contra NAFTA se ha hecho realidad y nada tuvo que ver con la reciente recesión.
El anunciado “gigantesco sonido de chupón” de puestos de trabajo y de inversiones que se desplazarían hacia México no ocurrió. En la última década, la economía de Estados Unidos ha añadido 18 millones de puestos de trabajo y el desempleo es hoy menor que en 1993.
Aunque las inversiones directas norteamericanas en México han aumentado, alcanzando un promedio de 1,900 millones de dólares al año, representan una muy pequeña fracción de los 200 mil millones de nuevas inversiones en capacidad industrial realizadas internamente, cada año, en Estados Unidos. De hecho, Estados Unidos invierte más anualmente en países de Europa Occidental y en Canadá que en México y demás naciones en desarrollo.
NAFTA ha sido una bendición para muchas industrias, como la de automóviles que ensamblan vehículos más eficientemente en México, aunque ello no ha resultado en un menor volumen de ensamblaje en este país.
Luego de 10 años, NAFTA sigue siendo beneficioso tanto para Estados Unidos como para México. Ha hecho a los norteamericanos más productivos y más seguros al profundizar nuestras relaciones con nuestro vecino al sur.
(* Director Adjunto del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute.
(c) www.aipenet.com)
El respeto a los compromisos internacionales es fundamento indispensable que el honor de las naciones hace insoslayables. En el caso de nuestra bandera en el territorio panameño cruzado por el canal interoceánico, la actitud del gobierno y del país no puede ser otra que la firme decisión de hacer respetar, con dignidad, serenidad y valor, el compromiso contraído por las autoridades estadounidenses. De parte de los buenos vecinos zoneítas, es de esperar que imperen la cordura y la conciencia de las responsabilidades que corresponden al honor y al prestigio de los Estados Unidos.”
Menéndez Franco: Cuando sale el editorial, los estudiantes del Colegio Superior de Balboa comienzan a serruchar una asta, porque ya el Gobernador de la Zona había salido. El señor Parker había salido ese mismo 7 a rendir informe ante el Senado norteamericano; pero él ordena poner astas en todo lugar para que se icen las dos banderas. Sin embargo, los estudiantes y los padres de familia norteamericanos serruchan el asta. Hasta este momento esa asta serruchada está ahí donde ahora es la sede de un centro con el nombre de Ascanio Arosemena. Y ellos van serruchando el asta para que nadie ice una bandera panameña y van escribiendo en los cerros de la Zona del Canal, “Canal Zone for ever”, “Zona del Canal para siempre”. Entonces los estudiantes graduandos del Instituto Nacional, los de la Asociación Federada, o sea la AFIN, y otros grupos le plantean al Rector Dídimo Ríos, un insigne profesor, cuya tesis de graduación es sobre el 3 de Noviembre, le plantean que ellos quieren la bandera que se usó el 12 de diciembre, para luchar contra el Convenio Filos-Hines, y que se conserva en una urna de cristal. Y él les dice cuídenla y vayan prudentemente. Ellos van a cantar el himno, ya que no la pueden izar. Al llegar los 200 estudiantes muy cerca del colegio secundario, los intercepta la policía y les dicen amablemente que pueden dejar pasar una delegación de 10 ó 12 de muchachas y muchachos uniformados. Que lleven la bandera, como no se puede izar porque han recortado el asta, que la muestren y canten el himno nacional. Ese es un acuerdo con la policía de la zona, pero cuando están cantando el himno los padres de familia que están en el alto del colegio que tiene un balcón hacia el lugar donde están las astas, les comienzan a silbar y a tirarles latas de sodas y chupones de naranjas y los estudiantes zoneítas se abalanzan y ellos esperan que la policía los defienda y esa policía que unos minutos antes los invitó los ataca a garrotazos y rompen la bandera. Ese es el chispazo. La lucha es por el cumplimiento de un convenio. Los estudiantes no pedían el Canal ni el desmantelamiento de las bases militares; solamente pedían el cumplimiento de un Tratado; pero resulta que cuando ese convenio se firmó uno de los jefes de la Policía de Balboa demandó al presidente Kennedy ante la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Y unos meses después la Corte falló diciendo que el Presidente tenía la razón al firmar con el presidente panameño para mejorar las relaciones en el sentido simbólico de que la bandera no es un bien material sino un bien espiritual que podía acercar a las dos naciones.”
Si situamos hechos y fechas nacionales en un sistema de coordenadas, el 9 de Enero marca el punto más empinado en el camino -en la línea, muchas veces agonal-, recorrida hasta llegar a la fecha culminante que es el 31 de diciembre de 1999.
Deseo reafirmar que a mi juicio la celebración del 9 de Enero debe estar al abrigo de los vientos que soplan, debe ser una celebración que nos trae, año tras año, el mensaje de reafirmación de nuestra identidad nacional, entendido y aceptado por todos, de que es cierto que la patria panameña cumplió una misión. Sin los auténticos catalizadores de los sentimientos, de la sangre y el coraje panameños, impregnados de patriotismo y generosidad ese día sombrío y glorioso a la vez, no hubiéramos vivido ni podríamos celebrar otra fecha culminante: el 31 de diciembre de 1999, que en virtud de los Tratados Torrijos-Carter canceló para siempre el enclave colonial de la Zona del Canal. En consecuencia, aún el Canal y su Zona estarían enajenados.
El 9 de Enero es una fecha única, singular, excepcional y no puede ser asimilada a ninguna otra fecha. No me parece sano para la memoria colectiva que nos desorientemos sobre los lugares y las fechas en los que podemos encontrarnos y reencontrarnos como en la gesta de enero de 1964 con un sentimiento nacionalmente compartido que vincule el Canal a un gran proyecto nacional, en beneficio de los panameños y las panameñas de todos los confines del país.
Sin embargo, críticos mal informados continúan manteniendo que NAFTA ha costado cientos de miles de puestos de trabajo en Estados Unidos y que de alguna forma fue responsable de nuestra reciente recesión industrial. Esos mismos críticos utilizan el ejemplo de NAFTA en contra de los acuerdos con América Central y el resto de América Latina. Pero un examen objetivo de la realidad demuestra que ninguno de los temores que se anunciaron contra NAFTA se ha hecho realidad y nada tuvo que ver con la reciente recesión.
El anunciado “gigantesco sonido de chupón” de puestos de trabajo y de inversiones que se desplazarían hacia México no ocurrió. En la última década, la economía de Estados Unidos ha añadido 18 millones de puestos de trabajo y el desempleo es hoy menor que en 1993.
Aunque las inversiones directas norteamericanas en México han aumentado, alcanzando un promedio de 1,900 millones de dólares al año, representan una muy pequeña fracción de los 200 mil millones de nuevas inversiones en capacidad industrial realizadas internamente, cada año, en Estados Unidos. De hecho, Estados Unidos invierte más anualmente en países de Europa Occidental y en Canadá que en México y demás naciones en desarrollo.
NAFTA ha sido una bendición para muchas industrias, como la de automóviles que ensamblan vehículos más eficientemente en México, aunque ello no ha resultado en un menor volumen de ensamblaje en este país.
Luego de 10 años, NAFTA sigue siendo beneficioso tanto para Estados Unidos como para México. Ha hecho a los norteamericanos más productivos y más seguros al profundizar nuestras relaciones con nuestro vecino al sur.
(* Director Adjunto del Centro de Estudios de Política Comercial del Cato Institute.
(c) www.aipenet.com)
El respeto a los compromisos internacionales es fundamento indispensable que el honor de las naciones hace insoslayables. En el caso de nuestra bandera en el territorio panameño cruzado por el canal interoceánico, la actitud del gobierno y del país no puede ser otra que la firme decisión de hacer respetar, con dignidad, serenidad y valor, el compromiso contraído por las autoridades estadounidenses. De parte de los buenos vecinos zoneítas, es de esperar que imperen la cordura y la conciencia de las responsabilidades que corresponden al honor y al prestigio de los Estados Unidos.”
Menéndez Franco: Cuando sale el editorial, los estudiantes del Colegio Superior de Balboa comienzan a serruchar una asta, porque ya el Gobernador de la Zona había salido. El señor Parker había salido ese mismo 7 a rendir informe ante el Senado norteamericano; pero él ordena poner astas en todo lugar para que se icen las dos banderas. Sin embargo, los estudiantes y los padres de familia norteamericanos serruchan el asta. Hasta este momento esa asta serruchada está ahí donde ahora es la sede de un centro con el nombre de Ascanio Arosemena. Y ellos van serruchando el asta para que nadie ice una bandera panameña y van escribiendo en los cerros de la Zona del Canal, “Canal Zone for ever”, “Zona del Canal para siempre”. Entonces los estudiantes graduandos del Instituto Nacional, los de la Asociación Federada, o sea la AFIN, y otros grupos le plantean al Rector Dídimo Ríos, un insigne profesor, cuya tesis de graduación es sobre el 3 de Noviembre, le plantean que ellos quieren la bandera que se usó el 12 de diciembre, para luchar contra el Convenio Filos-Hines, y que se conserva en una urna de cristal. Y él les dice cuídenla y vayan prudentemente. Ellos van a cantar el himno, ya que no la pueden izar. Al llegar los 200 estudiantes muy cerca del colegio secundario, los intercepta la policía y les dicen amablemente que pueden dejar pasar una delegación de 10 ó 12 de muchachas y muchachos uniformados. Que lleven la bandera, como no se puede izar porque han recortado el asta, que la muestren y canten el himno nacional. Ese es un acuerdo con la policía de la zona, pero cuando están cantando el himno los padres de familia que están en el alto del colegio que tiene un balcón hacia el lugar donde están las astas, les comienzan a silbar y a tirarles latas de sodas y chupones de naranjas y los estudiantes zoneítas se abalanzan y ellos esperan que la policía los defienda y esa policía que unos minutos antes los invitó los ataca a garrotazos y rompen la bandera. Ese es el chispazo. La lucha es por el cumplimiento de un convenio. Los estudiantes no pedían el Canal ni el desmantelamiento de las bases militares; solamente pedían el cumplimiento de un Tratado; pero resulta que cuando ese convenio se firmó uno de los jefes de la Policía de Balboa demandó al presidente Kennedy ante la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Y unos meses después la Corte falló diciendo que el Presidente tenía la razón al firmar con el presidente panameño para mejorar las relaciones en el sentido simbólico de que la bandera no es un bien material sino un bien espiritual que podía acercar a las dos naciones.”
Si situamos hechos y fechas nacionales en un sistema de coordenadas, el 9 de Enero marca el punto más empinado en el camino -en la línea, muchas veces agonal-, recorrida hasta llegar a la fecha culminante que es el 31 de diciembre de 1999.
Deseo reafirmar que a mi juicio la celebración del 9 de Enero debe estar al abrigo de los vientos que soplan, debe ser una celebración que nos trae, año tras año, el mensaje de reafirmación de nuestra identidad nacional, entendido y aceptado por todos, de que es cierto que la patria panameña cumplió una misión. Sin los auténticos catalizadores de los sentimientos, de la sangre y el coraje panameños, impregnados de patriotismo y generosidad ese día sombrío y glorioso a la vez, no hubiéramos vivido ni podríamos celebrar otra fecha culminante: el 31 de diciembre de 1999, que en virtud de los Tratados Torrijos-Carter canceló para siempre el enclave colonial de la Zona del Canal. En consecuencia, aún el Canal y su Zona estarían enajenados.
El 9 de Enero es una fecha única, singular, excepcional y no puede ser asimilada a ninguna otra fecha. No me parece sano para la memoria colectiva que nos desorientemos sobre los lugares y las fechas en los que podemos encontrarnos y reencontrarnos como en la gesta de enero de 1964 con un sentimiento nacionalmente compartido que vincule el Canal a un gran proyecto nacional, en beneficio de los panameños y las panameñas de todos los confines del país.
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