Reflexionemos
Navidad 2021
... un modelo que cada día hace más pobre y vulnerable ambientalmente a toda la humanidad.
Reflexionemos
... un modelo que cada día hace más pobre y vulnerable ambientalmente a toda la humanidad.
Se trata de un modelo que exalta el hedonismo, basado en un consumo desenfrenado, promovido por una propaganda. Foto: EFE.
En vísperas de la Navidad, es útil hacer una reflexión sobre la misma. Esto porque, si bien es fácil observar una cierta reanimación de la sociedad, lo cierto es que el verdadero espíritu de estas fiestas se encuentra amenazado por un modelo de sociedad que, movido por el afán de lucro, solo promueve el individualismo y la competencia desenfrenada. Esto ocurre pese a que la pandemia nos demostró la importancia de la solidaridad.
La Navidad, en su esencia, es una celebración del nacimiento de una nueva vida, del inicio de la verdadera liberación de la humanidad. Sin embargo, la misma ha sido doblemente contaminada por la lógica perversa del sistema económico social y político dominante.
Se trata de un modelo que exalta el hedonismo, basado en un consumo desenfrenado, promovido por una propaganda que ni siquiera respeta la inocencia de los niños, que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos, olvidándonos de la capacidad de amor y solidaridad que hace parte de nuestra naturaleza humana.
Sin perder la alegría de la Navidad, debemos comprometernos con nuestros hermanos en pobreza. Si tomamos como ejemplo el problema de la alimentación se puede recordar que, de acuerdo con las más recientes cifras de la FAO, entre 720 millones y 881 millones de personas padecieron de hambre durante el 2020. Situación que no tiene su explicación en la capacidad productiva de alimentos a nivel mundial, sino en el modelo económico que prácticamente niega la existencia de quienes no tienen suficientes ingresos para alimentarse.
Es entonces conveniente preguntarnos, tal como lo hace el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, si realmente nos hemos comportado como el buen samaritano o si, simplemente actuamos como el sacerdote y el levita, que no fueron capaces de auxiliar al que sufre. El sistema nos empuja en la dirección equivocada, negándonos esa enorme felicidad que produce actuar como el buen samaritano.
Se trata, además, de un modelo que cada día hace más pobre y vulnerable ambientalmente a toda la humanidad. Este mantiene una lógica de acumulación de capital, que, tal como lo ha destacado David Harvey, lo lleva a intentar duplicarse cada 23 años, la cual ya está chocando con la capacidad finita del Sistema Tierra. ¿Podría sobrevivir la humanidad si en los próximos 50 años nuestro impacto sobre la naturaleza se hace 4 veces más grande?
Se trata de la necesidad de construir una nueva civilización en la que se asegure una sociedad con una equidad sustancial y un pleno respeto a la naturaleza. Esto significa superar el actual modelo económico social, construyendo una nueva civilización.
Es en este contexto en que, teniendo en cuenta el verdadero sentido de la Navidad, toman pleno sentido las palabras de Papa Francisco: "de ahí que sea un acto de caridad igualmente indispensable el esfuerzo dirigido a organizar y estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer miseria". Obviamente, se trata de la miseria actual y la de las futuras generaciones que, de no cambiar el rumbo, tendrán que enfrentar un clima catastrófico.
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Albert O. Hirschman llamó la atención sobre el hecho de que frente a los problemas se tienen tres posibles actitudes. La primera es la salida, esto es abandonar el lugar del problema. Se trata de una opción imposible para la humanidad. La globalización ha hecho evidente que la pobreza y la desigualdad sean un fenómeno mundial y que problemas como el calentamiento global nos afectan a todos.
La segunda salida es sentirse confortable con la situación, es decir, no comportarnos como buenos samaritanos, lo que dado los problemas ambientales es suicida. Solo queda, entonces, la tercera opción: levantar la voz y luchar por un mundo mejor.
Economista.
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