No se doblegue ante nada
Publicado 1998/01/31 00:00:00
- Redacción/
Hoy quiero decirle que no debe doblegarse ante nada. Sí, debe ser firme en las tribulaciones. Todos tenemos tribulaciones...¿quién no las tiene en la vida? Aprenda de la vida. La vida ha existido y seguirá existiendo porque Dios la sostiene y hasta que El quiera existirá vida en el mundo. Aprenda de ciertos animales que no se doblegan por nada. Mire al toro en el ruedo, aunque es atacado y recibe pinchazos y banderillas, él sigue adelante. La vida trae problemas, situaciones difíciles, circunstancias dolorosas, tragedias, pero nada debería doblegarlo a usted. Yo quisiera animarlo a seguir viviendo, a luchar y nunca bajar la cabeza, a nunca caer derrotado.
En primer lugar, quisiera hablarle de algo que le puede hacer daño y que puede doblegarlo en algunas circunstancias: el atropello a la dignidad humana. ¿Algunas veces se ha sentido de verdad atropellado y le han faltado al respeto de su dignidad? ¿Verdad que sí? ¿Algún abuso de la autoridad? ¿Alguna explotación? ¿Alguna injusticia? ¿Algún engaño o maltrato verbal, físico o moral? Pues esto sucede muy a menudo en la vida. Muchos se convierten en verdugos y hay muchas víctimas en el mundo. No sería la primera persona a quien le ocurre eso. Pero, ¿para qué doblegarse?, ¿por qué permitir que ese hachazo corte su alma en pedazos? No. Usted puede ser fuerte y debe serlo. Aprenda de Jesús. ¿Quién más que El recibió tantos hachazos en la vida? ¿Quién más que El sufrió tanto? ¡Usted tiene que ser fuerte! Mas para eso debe comprender que usted es digno, que vale mucho, sin importar lo que le haga el mundo; que es una persona que aunque lo exploten o sean injustos con usted, tiene una riqueza interior tan grande de presencia de Dios, de amor a Dios, al prójimo y a usted mismo..., una dignidad tan grande por ser hijo de Dios, que por más que le hagan daño y lo golpeen no podrán tocar la médula, lo interior, lo profundo de usted. Porque ahí hay como un santuario, precioso y maravilloso, un tesoro infinito que es Dios viviendo dentro de usted y por más que intenten, nadie podrá tocarlo. Usted en eso tiene que ser invencible. Pero para eso debe aumentar su fe en el Dios que está en usted, su esperanza en un futuro mejor en la tierra y en el más allá, y un amor grande, aun a aquél que lo ofendió.
Mientras más ame a aquél que lo ofendió, mientras más perdone, mientras menos rencor guarde, se mantendrá por dentro intocable, inmutable, nadie podrá profanar el santuario de su corazón. Usted es digno, es maravilloso y vale mucho, aunque algunos no lo reconozcan y aunque atropellen su dignidad, no podrán mancharla interiormente porque ahí dentro hay un santuario tan grande y maravilloso, tan santo, que si lo valora y tiene fe en el Dios que vive en usted, nadie podrá tocarlo. No se doblegue ante eso. No guarde rencor por la explotación o la injusticia, o por aquel robo que le hicieron, o por aquel daño en su moral. No guarde rencor... ¡olvídelo!
Olvide el pasado. No esté rumiándolo. No se doblegue. Levántese, camine firme, erguido, hacia adelante. No le han tocado el alma, ¡no pueden! Hay un escudo maravilloso que es ese santuario, esa presencia de Dios en usted, que además borra su pasado de su memoria si se lo pide con fe. No se doblegue por lo que pasó. Lo que pasó está muerto.
En segundo lugar, si lo que ocurrió con usted es que le calumniaron, que le levantaron un falso, ese duelo mucho. Lo comprendo, pero ¿usted sabe que hay un testigo fiel que sabe bien lo que pasó? Ese testigo es Dios y mientras El y su conciencia le digan "Aquello no fue cierto", no se doblegue. Ese falso, esa calumnia, fue levantado por gente que tenía envidia o que estaba carcomida por las tinieblas. No haga caso, manténgase firme, no se doblegue, perdone, olvide, bendiga al que lo calumnió. Siga adelante y sienta lástima por aquél que lo hizo. Si puede aclarar las cosas, aclárelas. Mas si ve que por más que lo intente no van a hacerle caso dígase: "Dios mio, Tú eres mi testigo. Tú sabes lo que en verdad pasó. Mi alma está tranquila, mi conciencia está en paz, porque Tú sí sabes lo que pasó". Ante las calumnias, ante los falsos que puedan levantarle, piense que eso es común en la vida y que... "la lengua", dice el apóstol Santiago, "es tan venenosa y hace tanto daño...". Pobrecitos aquéllos que están envenenados, intoxicados, por ese terrible virus de la calumnia, de inventar falsos. Son gentes que están muy ociosas, que no tienen nada que hacer, o son envidiosas, o son gentes estimuladas o manipuladas por las tinieblas. Están en pecado. ¡Pobrecitos, porque en el tribunal de Dios, se las verán con El! Es un pecado grave si ellos no cambian y no piden perdón a Dios. Ese pecado puede llevarlos a la condenación y, eso sí, usted nunca calumnie ni levante falsos a nadie. Por lo tanto, cuando digan falso contra usted, diga siempre, "Dios es mi testigo. El sí sabe. Yo seguiré adelante". No se doblegue nunca. Manténgase firme, adelante siempre, porque ¡con Dios usted es... Invencible!
En primer lugar, quisiera hablarle de algo que le puede hacer daño y que puede doblegarlo en algunas circunstancias: el atropello a la dignidad humana. ¿Algunas veces se ha sentido de verdad atropellado y le han faltado al respeto de su dignidad? ¿Verdad que sí? ¿Algún abuso de la autoridad? ¿Alguna explotación? ¿Alguna injusticia? ¿Algún engaño o maltrato verbal, físico o moral? Pues esto sucede muy a menudo en la vida. Muchos se convierten en verdugos y hay muchas víctimas en el mundo. No sería la primera persona a quien le ocurre eso. Pero, ¿para qué doblegarse?, ¿por qué permitir que ese hachazo corte su alma en pedazos? No. Usted puede ser fuerte y debe serlo. Aprenda de Jesús. ¿Quién más que El recibió tantos hachazos en la vida? ¿Quién más que El sufrió tanto? ¡Usted tiene que ser fuerte! Mas para eso debe comprender que usted es digno, que vale mucho, sin importar lo que le haga el mundo; que es una persona que aunque lo exploten o sean injustos con usted, tiene una riqueza interior tan grande de presencia de Dios, de amor a Dios, al prójimo y a usted mismo..., una dignidad tan grande por ser hijo de Dios, que por más que le hagan daño y lo golpeen no podrán tocar la médula, lo interior, lo profundo de usted. Porque ahí hay como un santuario, precioso y maravilloso, un tesoro infinito que es Dios viviendo dentro de usted y por más que intenten, nadie podrá tocarlo. Usted en eso tiene que ser invencible. Pero para eso debe aumentar su fe en el Dios que está en usted, su esperanza en un futuro mejor en la tierra y en el más allá, y un amor grande, aun a aquél que lo ofendió.
Mientras más ame a aquél que lo ofendió, mientras más perdone, mientras menos rencor guarde, se mantendrá por dentro intocable, inmutable, nadie podrá profanar el santuario de su corazón. Usted es digno, es maravilloso y vale mucho, aunque algunos no lo reconozcan y aunque atropellen su dignidad, no podrán mancharla interiormente porque ahí dentro hay un santuario tan grande y maravilloso, tan santo, que si lo valora y tiene fe en el Dios que vive en usted, nadie podrá tocarlo. No se doblegue ante eso. No guarde rencor por la explotación o la injusticia, o por aquel robo que le hicieron, o por aquel daño en su moral. No guarde rencor... ¡olvídelo!
Olvide el pasado. No esté rumiándolo. No se doblegue. Levántese, camine firme, erguido, hacia adelante. No le han tocado el alma, ¡no pueden! Hay un escudo maravilloso que es ese santuario, esa presencia de Dios en usted, que además borra su pasado de su memoria si se lo pide con fe. No se doblegue por lo que pasó. Lo que pasó está muerto.
En segundo lugar, si lo que ocurrió con usted es que le calumniaron, que le levantaron un falso, ese duelo mucho. Lo comprendo, pero ¿usted sabe que hay un testigo fiel que sabe bien lo que pasó? Ese testigo es Dios y mientras El y su conciencia le digan "Aquello no fue cierto", no se doblegue. Ese falso, esa calumnia, fue levantado por gente que tenía envidia o que estaba carcomida por las tinieblas. No haga caso, manténgase firme, no se doblegue, perdone, olvide, bendiga al que lo calumnió. Siga adelante y sienta lástima por aquél que lo hizo. Si puede aclarar las cosas, aclárelas. Mas si ve que por más que lo intente no van a hacerle caso dígase: "Dios mio, Tú eres mi testigo. Tú sabes lo que en verdad pasó. Mi alma está tranquila, mi conciencia está en paz, porque Tú sí sabes lo que pasó". Ante las calumnias, ante los falsos que puedan levantarle, piense que eso es común en la vida y que... "la lengua", dice el apóstol Santiago, "es tan venenosa y hace tanto daño...". Pobrecitos aquéllos que están envenenados, intoxicados, por ese terrible virus de la calumnia, de inventar falsos. Son gentes que están muy ociosas, que no tienen nada que hacer, o son envidiosas, o son gentes estimuladas o manipuladas por las tinieblas. Están en pecado. ¡Pobrecitos, porque en el tribunal de Dios, se las verán con El! Es un pecado grave si ellos no cambian y no piden perdón a Dios. Ese pecado puede llevarlos a la condenación y, eso sí, usted nunca calumnie ni levante falsos a nadie. Por lo tanto, cuando digan falso contra usted, diga siempre, "Dios es mi testigo. El sí sabe. Yo seguiré adelante". No se doblegue nunca. Manténgase firme, adelante siempre, porque ¡con Dios usted es... Invencible!
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