Opinión
No termines tu vida sin construir algo
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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- - Publicado: 30/9/2024 - 12:00 am
No puedes irte de este mundo sin haber concluido algo bueno, una obra que haga bien a los demás. Puede ser una familia bien constituida, un matrimonio sólido, un trabajo sencillo de empleado o de empresario creativo, una casa grande o una cabaña en el campo, una huerta para dar de comer a tu gente o una granja que produzca leche, huevos o carne, un negocio en una esquina que venda frutas o una empresa exportadora. No importa; es tan valioso el trabajo del zapatero como el de que fabrica zapatillas y las exporta. Es tan hermosa la tarea del maestro en una escuela rural como la docencia de un catedrático de universidad. Es bella la acción de la enfermera en un hospital como la del premio nobel de medicina descubriendo nuevos métodos para tratar las enfermedades. Es igualmente importante a los ojos de Dios la labor de una monjita en tierras de misión en un remoto país africano como lo que hace el Papa en Roma. No es asunto de lo que haces, sino el cómo lo haces. El taxista que atiende bien a sus clientes y con paciencia los lleva donde deseen, o el piloto de avión que hace un viaje trasatlántico llevando doscientos pasajeros, cumplen igualmente una misión que hace al mundo mejor. Es la actitud, la intención, el esmero, la dedicación que se pone en la obra lo que hace la diferencia. Lo que hace a la persona noble, santa, lo que convierte a alguien en un buen ciudadano. Y se necesitan de todas las vocaciones, y en todas se puede ir construyendo un mundo mejor, el Reino de los cielos en la tierra. Y en cualquiera uno puede llegar a ser santo. Sea el sacerdote que cumple fielmente la misión de evangelizar, como el policía que cuida las calles, igual que el juez que imparte justicia, o el obrero que trabaja en la construcción, como el que con esmero cuida jardines, cada uno puede de igual manera ganarse el cielo haciendo bien su trabajo y gracias a la misericordia divina.
El asunto es que cada uno cumpla bien la misión encomendada, porque todo trabajo es importante y así como en una gran obra, un mural hecho de mosaicos, si falta una o varias de las piezas, no importa si cubren un riachuelo, aunque estén todas las que cubren el palacio del rey, el cuadro está incompleto, la obra de arte no se ve bien, pierde categoría. Todos somos piezas valiosas de ese mural hermoso creado por Dios. Todos somos importantes.
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