Nunca es tarde para corregir rumbos
Publicado 1998/02/12 00:00:00
- Vietnam
Por mucho tiempo he venido mencionando mi preocupación por la estrepitosa caída del que fuera el más grande partido político en el país, el Partido Panameñista, hoy Arnulfista, al cual he pertenecido siempre.
Es lamentable que el Dr. Arnulfo Arias M., fundador de este glorioso partido, no hubiese presenciado el final de la dictadura militar, que tras el traicionero golpe de Estado de 1968, tomó el poder por veintiún largos años, con su secuela de corrupción, crímenes, exilios, desapariciones y nos condujo a la peor crisis económica en la historia republicana.
Lastimosamente el escogido para presidir la terna presidencial en 1989 no fue el mejor, ya que tras bastidores se le quitó la oportunidad a elementos mucho más capaces, que me reservo el nombre porque actualmente no tiene importancia.
Si bien es cierto que se llegó al poder gracias a la intercesión del ejército del país más poderoso del mundo, no es menos cierto que hubo que aceptar que la dictadura ocupase la Presidencia de la República de septiembre a diciembre de 1989. Además, fue vergonzoso ver a un general que con un machete en la mano llamaba a la lucha, para que después se escondiera con sus acólitos y sacrificara a parte de su tropa que hizo frente a ese ejército y además parte de un pueblo engañado con un nacionalismo irreal, representado por el Batallón de la Dignidad, que de batallón no tenía nada y mucho menos de dignidad.
El gobierno de facto que se inició, comenzó a gobernar por decretos y debió seguir haciéndolo, hasta que se llamara a una Asamblea Constituyente, que hubiese contemplado todo lo necesario para la buena marcha de la nación y que eliminara la Constitución Nacional de la dictadura. Lastimosamente no lo hizo.
Es conveniente recordar que durante la gestión gubernamental del panameñista encargado del poder, se olvidaron de un pueblo arnulfista que había sufrido por casi cincuenta años, que esperaba que su gobierno los tomara en cuenta para ocupar los puestos públicos que habían estado en manos de los seguidores de la dictadura, por largo tiempo.
He escrito este preámbulo para refrescar la mente a los que todavía pretenden seguir jefaturando descabelladamente los grupos panameñistas o arnulfistas para que reflexionen por lo que está por venir.
Era de esperarse la decisión sabia de la mayoría de los legisladores del Partido Arnulfista, de pedir la apertura de los libros de inscripción y postular como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones primarias, a un meritorio sobrino de la amantísima primera esposa del Dr. Arnulfo Arias M., doña Ana Matilde Linares. El escogido tiene la capacidad necesaria para llevar las riendas de la nación, respaldado por un pueblo opositor y con seguridad con el voto de la juventud pensante de este país, quienes hasta ahora no tenían alternativa, y que probablemente se abstendrían de concurrir a las urnas en las elecciones que se avecinan si no se producen los cambios que se están gestando. Esto nos complace, porque era tiempo que se pusiera los pies sobre la tierra.
Ser presidente de un país requiere de conocimientos de toda índole, y en un mundo de tantos adelantos, donde la tecnología impera, no se debe seguir improvisando, habiendo elementos preparados académicamente, que puedan enfrentar todo lo que está por acontecer al terminar el presente siglo.
No abrir los libros de inscripción del Partido Arnulfista es otra patraña montada por los advenedizos al partido, que quieren seguir manejándolo caprichosamente y repetir los abusos que cometieron en la última elección para convencionales.
Es un hecho que los panameñistas conscientes apoyaremos la decisión de nuestros legisladores y así reverdecerá con laureles nuestro partido y volverá a ser el más grande y poderoso del país.
Es lamentable que el Dr. Arnulfo Arias M., fundador de este glorioso partido, no hubiese presenciado el final de la dictadura militar, que tras el traicionero golpe de Estado de 1968, tomó el poder por veintiún largos años, con su secuela de corrupción, crímenes, exilios, desapariciones y nos condujo a la peor crisis económica en la historia republicana.
Lastimosamente el escogido para presidir la terna presidencial en 1989 no fue el mejor, ya que tras bastidores se le quitó la oportunidad a elementos mucho más capaces, que me reservo el nombre porque actualmente no tiene importancia.
Si bien es cierto que se llegó al poder gracias a la intercesión del ejército del país más poderoso del mundo, no es menos cierto que hubo que aceptar que la dictadura ocupase la Presidencia de la República de septiembre a diciembre de 1989. Además, fue vergonzoso ver a un general que con un machete en la mano llamaba a la lucha, para que después se escondiera con sus acólitos y sacrificara a parte de su tropa que hizo frente a ese ejército y además parte de un pueblo engañado con un nacionalismo irreal, representado por el Batallón de la Dignidad, que de batallón no tenía nada y mucho menos de dignidad.
El gobierno de facto que se inició, comenzó a gobernar por decretos y debió seguir haciéndolo, hasta que se llamara a una Asamblea Constituyente, que hubiese contemplado todo lo necesario para la buena marcha de la nación y que eliminara la Constitución Nacional de la dictadura. Lastimosamente no lo hizo.
Es conveniente recordar que durante la gestión gubernamental del panameñista encargado del poder, se olvidaron de un pueblo arnulfista que había sufrido por casi cincuenta años, que esperaba que su gobierno los tomara en cuenta para ocupar los puestos públicos que habían estado en manos de los seguidores de la dictadura, por largo tiempo.
He escrito este preámbulo para refrescar la mente a los que todavía pretenden seguir jefaturando descabelladamente los grupos panameñistas o arnulfistas para que reflexionen por lo que está por venir.
Era de esperarse la decisión sabia de la mayoría de los legisladores del Partido Arnulfista, de pedir la apertura de los libros de inscripción y postular como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones primarias, a un meritorio sobrino de la amantísima primera esposa del Dr. Arnulfo Arias M., doña Ana Matilde Linares. El escogido tiene la capacidad necesaria para llevar las riendas de la nación, respaldado por un pueblo opositor y con seguridad con el voto de la juventud pensante de este país, quienes hasta ahora no tenían alternativa, y que probablemente se abstendrían de concurrir a las urnas en las elecciones que se avecinan si no se producen los cambios que se están gestando. Esto nos complace, porque era tiempo que se pusiera los pies sobre la tierra.
Ser presidente de un país requiere de conocimientos de toda índole, y en un mundo de tantos adelantos, donde la tecnología impera, no se debe seguir improvisando, habiendo elementos preparados académicamente, que puedan enfrentar todo lo que está por acontecer al terminar el presente siglo.
No abrir los libros de inscripción del Partido Arnulfista es otra patraña montada por los advenedizos al partido, que quieren seguir manejándolo caprichosamente y repetir los abusos que cometieron en la última elección para convencionales.
Es un hecho que los panameñistas conscientes apoyaremos la decisión de nuestros legisladores y así reverdecerá con laureles nuestro partido y volverá a ser el más grande y poderoso del país.
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