Editorial
¿Pacto Ético?
La ciudadanía no sale de su estupor al enterarse del caudal de acusaciones de ofrecimientos de dinero, oferta y demanda de puestos públicos e imputaciones bochornosas
La ciudadanía no sale de su estupor al enterarse del caudal de acusaciones de ofrecimientos de dinero, oferta y demanda de puestos públicos e imputaciones bochornosas de mentiras intercambiado por dirigentes de dos partidos políticos suscriptores del denominado Pacto Ético. Lo que pudo ser una negociación civilizada entre dos partidos de oposición –el PRD y el PP- se ha convertido en una gresca de patio limoso que deja en harapos la credibilidad de la tan cacareada ética electoral.
La flagrante violación de las reglas democráticas se produce en medio del silencio reprobable de los organismos creados para supervisarla. El abogado Ernesto Cedeño ha demandado la intervención de la Comisión de Justicia y Paz. Afirma que debe investigarse la realidad de los ofrecimientos de dinero del PRD al PP para lograr una alianza electoral por constituir, a su juicio, una clara violación de acuerdos del Pacto Ético y, sobre todo, de los principios democráticos.
La compra de votos fue una práctica viciosa del pasado antidemocrático que ha reaparecido por confesiones de las partes imbricadas en el proceso. Los votos se compraban a título individual. Pero ahora estamos en presencia de una transacción colectiva de apoyo remunerado. Igualmente repudiable es la demanda de puestos públicos a cambio de aportes de dinero a la campaña envilecida, como una venta de patio de mercadería de segunda mano. El Tribunal Electoral, o la Fiscalía Electoral, deben tomar cartas en este póquer de cartas marcadas para sancionar a quien corresponda responsabilidad.
Desde el principio surgieron recelos y desconfianzas sobre la firma de pactos que requieren a priori antecedentes de respeto a los compromisos políticos. Los hechos producidos promueven un justificado escepticismo. La Democracia Cristiana formalizó acuerdos políticos con su antípoda ideológico, el PRD. No ha podido renovarse aquella alianza. La dirigencia del PP, antigua Democracia Cristiana, negocia ahora acuerdos con el panameñismo.
Las alianzas interpartidarias constituyen un componente positivo en las estructuras políticas, pero dependiendo de qué base las respalda. Si los ingredientes de los acuerdos son antidemocráticos se envían mensajes negativos a la democracia representativa.
Antes de negociar acuerdos de ventajismo electoral, los partidos deben inspirarse en principios y valores tácitos, más allá de solemnidades grandilocuentes. Se comprometió a las iglesias ecuménicas como garantes de la validez del pacto. Se quiso manipular a la opinión pública marcando una división entre partidos buenos y partidos malos, con el aval de la firma del pacto.
La estrategia ha fracasado en lo que concierne a las mencionadas agrupaciones. Los garantes han quedado en incómoda posición. La Comisión de Justicia y Paz algo debe hacer para no quedar solamente como papel membretado sin efectos prácticos. El alcance de la ética política no se constriñe a la guerra sucia desplegada por la propaganda. La ética debe involucrar, también, entre otros aspectos, la transparencia de los acuerdos que tejan las alianzas de partidos políticos sobre propuestas programáticas.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.