Panamá y el idioma Inglés
Publicado 2003/10/22 23:00:00
Puede que resulte antipático hablar de un idioma extranjero en pleno centenario de la República, cuando hacemos inventario de las raíces de la nacionalidad y en particular, de la herencia española. Pero es conveniente tener presente que, parte de la misma historia, nos deja un legado de siglo y medio de íntima relación con el idioma inglés derivado de la presencia en nuestro territorio de intereses norteamericanos, empezando por la construcción y operación del ferrocarril transístmico y la posterior construcción del Canal, pasando por el establecimiento de bases militares y el funcionamiento de la vía acuática, que nos dejó una riqueza de presencia y cultura antillana. La lengua inglesa es, pues, también parte de nuestra historia.
Desafortunadamente, lo que dábamos por supuesto, era un mero espejismo, o quizás lo perdimos. De pronto, asumimos que éramos un país bilingüe y no era cierto. Diversas iniciativas de empresarios extranjeros para establecerse en el país, aprovechando el conocimiento de los panameños del idioma inglés, resultaron fallidas. Primero fue INTEL, la multinacional de los microprocesadores, que prefirió montar una fábrica en Costa Rica en vez de aquí, luego de evaluar que nuestros vecinos contaban con una mejor base educativa, a más de que no era cierto que en la población panameña había un extendido conocimiento de la lengua inglesa.
Recientemente, el banco HSBC, que tenía previsto establecer un “call center” en nuestro país, contrató a la consultora Price Waterhouse Couper, para estudiar el conocimiento de los panameños de dicho idioma con miras a contratar y probar a 1,000 potenciales trabajadores. Aquello fue un desastre. Por más esfuerzo que se hizo, no se pudo encontrar a más de 600 personas con fluidez suficiente en esa lengua. Obviamente terminaron estableciéndose en Malasia, situada en el Sur Este Asiático.
Posteriormente, la fabricante de computadores Dell logró contratar a 3,800 panameños para operar un “call center” en Howard. El éxito de la empresa ha planteado la conveniencia de que otras empresas la imiten, hasta el punto que para el próximo año se estima que se necesitan 9,000 personas más con conocimientos del idioma.
Razón tuvo el legislador Arturo Araúz, al promover y lograr la aprobación de la ley que hace obligatoria la enseñanza de ese idioma desde los hogares de infancia. No de otro modo podemos sacar menos provecho a nuestra posición geográfica y a la integración de Panamá al mundo globalizado de hoy y al mercado de servicios internacionales que es nuestro fuerte en un mundo altamente competitivo. Se requiere, sin embargo, de un compromiso mayor para hacer efectiva esa ley en breve plazo. El mundo y las oportunidades no esperan.
Desafortunadamente, lo que dábamos por supuesto, era un mero espejismo, o quizás lo perdimos. De pronto, asumimos que éramos un país bilingüe y no era cierto. Diversas iniciativas de empresarios extranjeros para establecerse en el país, aprovechando el conocimiento de los panameños del idioma inglés, resultaron fallidas. Primero fue INTEL, la multinacional de los microprocesadores, que prefirió montar una fábrica en Costa Rica en vez de aquí, luego de evaluar que nuestros vecinos contaban con una mejor base educativa, a más de que no era cierto que en la población panameña había un extendido conocimiento de la lengua inglesa.
Recientemente, el banco HSBC, que tenía previsto establecer un “call center” en nuestro país, contrató a la consultora Price Waterhouse Couper, para estudiar el conocimiento de los panameños de dicho idioma con miras a contratar y probar a 1,000 potenciales trabajadores. Aquello fue un desastre. Por más esfuerzo que se hizo, no se pudo encontrar a más de 600 personas con fluidez suficiente en esa lengua. Obviamente terminaron estableciéndose en Malasia, situada en el Sur Este Asiático.
Posteriormente, la fabricante de computadores Dell logró contratar a 3,800 panameños para operar un “call center” en Howard. El éxito de la empresa ha planteado la conveniencia de que otras empresas la imiten, hasta el punto que para el próximo año se estima que se necesitan 9,000 personas más con conocimientos del idioma.
Razón tuvo el legislador Arturo Araúz, al promover y lograr la aprobación de la ley que hace obligatoria la enseñanza de ese idioma desde los hogares de infancia. No de otro modo podemos sacar menos provecho a nuestra posición geográfica y a la integración de Panamá al mundo globalizado de hoy y al mercado de servicios internacionales que es nuestro fuerte en un mundo altamente competitivo. Se requiere, sin embargo, de un compromiso mayor para hacer efectiva esa ley en breve plazo. El mundo y las oportunidades no esperan.
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