Perfil de un hombre con visión de Estado
Publicado 2003/08/19 23:00:00
	- Atlanta
	   		
									
	   		
	   		"Es bueno emular. Los hombres de Estado con sus hechos nos muestran el camino a seguir". Recientemente meditaba sobre algunos aspectos relevantes al desarrollo de una nación; sobre todo en el liderazgo que debía ejercer el que dirigirá a ésta y a las futuras generaciones de panameños en el desarrollo del país que anhelamos tener.
Esbozando algunas ideas y escarbando las biografías de hombres destacados que me permitieran reunir en una sola figura, algunas cualidades y rasgos que caracterizaran el perfil de un hombre con visión de Estado, encontré la que argüía Abraham Lincoln: "La diferencia esencial entre un político y un estadista es que mientras al político le preocupan las elecciones, la preocupación del estadista son las generaciones. Uno tiene la vista fija en el corto plazo y lo rentable para las próximas elecciones; el otro está mirando a largo plazo señalando las rutas y buscando soluciones a los problemas fundamentales del país".
Dándole la vuelta a lo que Lincoln planteaba, tenemos que el hombre con visión de Estado basa su acción de trabajo sobre esta premisa: "Su problema: la necesidad del pueblo. Su decisión: solucionarla". Es allí donde se define el perfil de un hombre con visión de Estado. Ahora bien, para que surja un hombre con visión de Estado, y que piense en las generaciones presentes y futuras, es necesario que su perfil reúna ciertos indicadores que caracterizarán su conducta una vez asuma el poder delegado por sus electores: moral, social, económico, político y administrativo.
El hombre de Estado en su aspecto moral se caracteriza porque las decisiones que toma en su corazón las sustentan en el temor de Dios -no buscando su propio bien, sino el de los demás- porque sabe que sus acciones redundan en beneficio del bien común: "¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra." (Salmo 25:11.12)
Estos hombres son por naturaleza carismáticos, sencillos, accesibles y agradables. Su liderazgo influye en el ánimo de sus conciudadanos. Nunca crean barreras sociales, más bien son unificadores porque catalizan en sus ideas los intereses de los poderosos y de los que menos tienen con miras al desarrollo estructural del país, dándole a todos la participación oportuna en la rueda de producción nacional.
En su visión socioeconómica, sus obras se desarrollan sobre las prioridades del bienestar nacional: la salud, la educación, la agricultura, las vías de comunicación, la energía, seguridad jurídica, una adecuada distribución del Producto Interno Bruto (PIB), es decir velan porque el ingreso per cápita y el desarrollo humano de sus conciudadanos sea una realidad y no una utopía macroeconómica. Mantienen una cruzada constante contra la ignorancia, pues tienen fe en la educación como la base de la libertad y el autogobierno.
Thomas Jefferson veía en la educación el Vellocino de Oro al argüir: "Ilústrese al pueblo en general, y la tiranía y la opresión del cuerpo y del espíritu se desvanecerán como los fantasmas al alborear el día" "La difusión de la luz y la educación como la fuente más fiable para mejorar la virtud y aumentar la felicidad."
En lo político se muestran diáfanos, concretos y prácticos. Conocen muy bien el hilo conductor que norma la conformación y la razón de ser de los partidos políticos como aquellos que representan la voluntad popular ante las instituciones de gobierno. Estos hombres no se dejan engañar ni manipular por los politicastros. Disciernen entre el interés político electoral y lo que son las necesidades reales que demandan los electores, conjugándolas así en políticas de Estado.
Son constitucionalistas; respetan los sistemas y las instituciones democrática establecidas, honrando las políticas de Estado que sus predecesores han elaborado; sólo afectan aquellas leyes y decretos que violan la dignidad humana de los pueblos.
Mantienen una política de transparencia y eficiencia en toda su labor administrativas, para mantener la confianza y el respeto que los demás han depositado en ellos, ya que poseen una auténtica visión moral de las personas. Ellos entienden que la moral se funda en la dignidad humana, por eso se muestran respetuoso en el ejercicio del poder. De esta manera dejan huellas en el corazón social.
Al celebrar el Centenario de la República de Panamá, es menester que todos aquellos que aspiren a dirigir el destino de nuestra patria se miren en la Palabra Divina, de modo que el demonio de la corrupción no los tiente: "Cuando los justos dominan el pueblo se alegra; más cuando domina el impío el pueblo gime". (Pr. 29: 2) "Si un gobernante atiende la palabra de mentira, todos sus servidores serán impíos" (Pr. 29: 12)
El que se siente en el solio presidencial el próximo 1 de septiembre de 2004, debe mirar primero a la posteridad, de modo que su actuar trascienda el tiempo, tal como lo demuestran las obras de Manuel Amador Guerrero, Belisario Porras, Juan Demóstenes Arosemena, Harmodio Arias Madrid, Arnulfo Arias Madrid y Omar Torrijos Herrera quienes, con defectos y manías, marcaron hitos de desarrollo en nuestra nacionalidad porque en su momento pensaron en legislar para solucionar las necesidades de la patria.
Esbozando algunas ideas y escarbando las biografías de hombres destacados que me permitieran reunir en una sola figura, algunas cualidades y rasgos que caracterizaran el perfil de un hombre con visión de Estado, encontré la que argüía Abraham Lincoln: "La diferencia esencial entre un político y un estadista es que mientras al político le preocupan las elecciones, la preocupación del estadista son las generaciones. Uno tiene la vista fija en el corto plazo y lo rentable para las próximas elecciones; el otro está mirando a largo plazo señalando las rutas y buscando soluciones a los problemas fundamentales del país".
Dándole la vuelta a lo que Lincoln planteaba, tenemos que el hombre con visión de Estado basa su acción de trabajo sobre esta premisa: "Su problema: la necesidad del pueblo. Su decisión: solucionarla". Es allí donde se define el perfil de un hombre con visión de Estado. Ahora bien, para que surja un hombre con visión de Estado, y que piense en las generaciones presentes y futuras, es necesario que su perfil reúna ciertos indicadores que caracterizarán su conducta una vez asuma el poder delegado por sus electores: moral, social, económico, político y administrativo.
El hombre de Estado en su aspecto moral se caracteriza porque las decisiones que toma en su corazón las sustentan en el temor de Dios -no buscando su propio bien, sino el de los demás- porque sabe que sus acciones redundan en beneficio del bien común: "¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra." (Salmo 25:11.12)
Estos hombres son por naturaleza carismáticos, sencillos, accesibles y agradables. Su liderazgo influye en el ánimo de sus conciudadanos. Nunca crean barreras sociales, más bien son unificadores porque catalizan en sus ideas los intereses de los poderosos y de los que menos tienen con miras al desarrollo estructural del país, dándole a todos la participación oportuna en la rueda de producción nacional.
En su visión socioeconómica, sus obras se desarrollan sobre las prioridades del bienestar nacional: la salud, la educación, la agricultura, las vías de comunicación, la energía, seguridad jurídica, una adecuada distribución del Producto Interno Bruto (PIB), es decir velan porque el ingreso per cápita y el desarrollo humano de sus conciudadanos sea una realidad y no una utopía macroeconómica. Mantienen una cruzada constante contra la ignorancia, pues tienen fe en la educación como la base de la libertad y el autogobierno.
Thomas Jefferson veía en la educación el Vellocino de Oro al argüir: "Ilústrese al pueblo en general, y la tiranía y la opresión del cuerpo y del espíritu se desvanecerán como los fantasmas al alborear el día" "La difusión de la luz y la educación como la fuente más fiable para mejorar la virtud y aumentar la felicidad."
En lo político se muestran diáfanos, concretos y prácticos. Conocen muy bien el hilo conductor que norma la conformación y la razón de ser de los partidos políticos como aquellos que representan la voluntad popular ante las instituciones de gobierno. Estos hombres no se dejan engañar ni manipular por los politicastros. Disciernen entre el interés político electoral y lo que son las necesidades reales que demandan los electores, conjugándolas así en políticas de Estado.
Son constitucionalistas; respetan los sistemas y las instituciones democrática establecidas, honrando las políticas de Estado que sus predecesores han elaborado; sólo afectan aquellas leyes y decretos que violan la dignidad humana de los pueblos.
Mantienen una política de transparencia y eficiencia en toda su labor administrativas, para mantener la confianza y el respeto que los demás han depositado en ellos, ya que poseen una auténtica visión moral de las personas. Ellos entienden que la moral se funda en la dignidad humana, por eso se muestran respetuoso en el ejercicio del poder. De esta manera dejan huellas en el corazón social.
Al celebrar el Centenario de la República de Panamá, es menester que todos aquellos que aspiren a dirigir el destino de nuestra patria se miren en la Palabra Divina, de modo que el demonio de la corrupción no los tiente: "Cuando los justos dominan el pueblo se alegra; más cuando domina el impío el pueblo gime". (Pr. 29: 2) "Si un gobernante atiende la palabra de mentira, todos sus servidores serán impíos" (Pr. 29: 12)
El que se siente en el solio presidencial el próximo 1 de septiembre de 2004, debe mirar primero a la posteridad, de modo que su actuar trascienda el tiempo, tal como lo demuestran las obras de Manuel Amador Guerrero, Belisario Porras, Juan Demóstenes Arosemena, Harmodio Arias Madrid, Arnulfo Arias Madrid y Omar Torrijos Herrera quienes, con defectos y manías, marcaron hitos de desarrollo en nuestra nacionalidad porque en su momento pensaron en legislar para solucionar las necesidades de la patria.
 
 
					 
	
						
 
	 
							 
	
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