Panamá
Periodismo IV
El periodismo es fe y sin ella el periodismo se convierte en un lodazal de rumores e inventos.
- Alonso Correa
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- - Actualizado: 07/12/2022 - 12:00 am
No se engañen, manejar el poderoso vicio de la confianza es difícil. Tener que aguantar las ganas de alzarse vestido de gloria por las escaleras de la sociedad es complicado. Ser periodista no es sencillo porque este oficio no trabaja con algo palpable, no suministra algo real, no concluye con nada material.
¿Qué es un periódico sin la confianza de sus lectores más que un montón de vulgares papeles y tinta, qué es una radio sin la fe de sus oyentes más que un soliloquio de pobres ideas, qué es la televisión sin la credulidad de sus espectadores más que una obscena obra teatral?
Porque el periodismo es un juramento a sus seguidores; periodismo es la creencia plena de que cada una de las letras de un trabajo que se presentan están bien sustentadas; el periodismo es fe y sin ella el periodismo se convierte en un lodazal de rumores e inventos.
El periodismo se maneja por el ethos, la esencia del periodista que lo trabaja. El ethos periodístico es ese aura invisible que envuelve todo lo que pasa por las manos del periodista. Y el ethos puede perderse, como la virginidad, para no recuperarse jamás. Un periodista sin ethos no es más que un mentiroso compulsivo que jura no volver a mentir, un periodista sin ethos no es más que un ladrón arrepentido a punto de volver a robar. Porque las mentiras mellan la credibilidad del medio entero, entorpecen el trabajo de todos los periodistas y malogran las relaciones entre informadores e informados; extraviar la confianza del público hace que el periodismo muera ahogado frente a una oleada de hastío, menosprecio e ignorancia. El periodismo trabaja gracias a la confianza.
Todo lo sagrado se profana y todo lo sólido se desvanece, decía Marx. Eso sucedió con uno de los escudos más importantes que se tenían para ejercer la profesión de periodista, pasó con una de las pocas defensas que se tenían en contra de la censura, en contra del oscurantismo, en contra de la ignorancia. Se profanó el significado de "libertad de expresión". Tanto se ha repetido esta frase que ya se ha desvirtuado su verdadero significado. Se desvaneció su sentido, se defenestró su encanto.
Porque, aquellos cuyo ethos ya se había perdido en la infinitud de la desconfianza, la utilizaron como escalera para volver a colocarse en la gracia popular. Manifestando que sus manipulaciones no eran más que imágenes de lo que la libertad permite. Reclamaban sus derechos, alejando sus deberes. El periodista no puede permitirse dejar de lado la tarea más primordial de lo que ser periodista atiende.
Porque libertad de expresión no significa esquivar las responsabilidades de lo que se dice, porque eso no es más que una vil mentira para satisfacer y esconder los gruesos tentáculos de la manipulación. La frase ‘Libertad de expresión’ está mal redactada, está ausente la existencia de un artículo esencial que reúne todo lo que la libertad engloba. ‘Libertad en la expresión’ es mucho más precisa acerca de cuáles son sus verdaderas raíces, porque todos tenemos la libertad de expresarnos, pero también tenemos el deber de hacer de la responsabilidad una virtud de lo que expresemos. Porque no hay libertad en la expresión si no hay responsabilidad en la acción.
Y de esa responsabilidad es de donde brota el ethos, asumir la autoría de todo trabajo es de donde nace la confianza con la audiencia. Una vez que se entienda que, como una semilla que intenta crecer en el más frío invierno, el ethos del periodista requiere de trabajo, cariño y atención constante para no marchitarse en el oscuro huracán de la mentira y la adulteración. Periodismo es ethos y ethos es periodismo.
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