Preparando nuestro próximo viaje
- Jaime Figueroa Navarro
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Una semana antes de viajar retiramos las maletas del depósito, les revisamos y trasladamos a nuestra recámara. Por costumbre viajamos livianos, una maleta principal sujeta a pesos y tamaños que varían entre aerolíneas, para ser registrada en bodega, por norma general con un peso máximo de 50 libras para evitar cargos adicionales de sobrepeso y una maleta de mano. Pesamos las maletas antes de salir de casa para evitar la tediosa manía que observamos con frecuencia en los aeropuertos de pasajeros que se ven obligados a abrir sus maletas en público para retirar algunos artículos, dejando a la vista del público sus trastes íntimos de colores festivos y uno que otro juguete de adultos. En tiempos que todo se ve, se graba y se reproduce en las redes sociales, ¡esta es una vergüenza que debemos evitar a toda costa!
Para pesar nuestras maletas, tanto al salir como al regresar, hemos adquirido una pequeña pesa, harto económica, específica para maletas de venta en farmacias y tiendas especializadas en artículos de viajes.
Como normalmente viajamos en cruceros o en excursiones, encontramos la forma más práctica de almacenar nuestra ropa utilizando ganchos de plástico para camisas y pantalones, escogiendo y colgando los ropajes para nuestro viaje con antelación para introducirle a la maleta el mismo día del viaje asegurando su frescura. Así al momento de llegar al hotel o al camarote, sacamos la ropa ya en sus correspondientes ganchos y les colgamos, sin preocuparnos si el estante cuenta con los ganchos necesarios. Normalmente escogemos prendas livianas, tipo Columbia, de un material de rápido secado para lavarles al final de cada jornada, colgarles en el baño permitiendo que se sequen durante la noche, haciendo lo mismo con prendas íntimas y medias, evitando así el oneroso cargo de lavandería de hoteles y cruceros donde nuestras piezas se entremezclan con las de otros y sus chinches, garantizando así su pulcritud óptima y entrega inmediata, evitando la posible incidencia de pérdidas, manchones y rasguños.
Para nuestro viaje incluimos máximo 3 pantalones, 5 camisas, algunos suéteres, 5 calzones y 5 pares de medias, acompañados de 2 pares de calzados (el que portamos al momento de viajar y otro en maleta). Este inventario resulta harto difícil para las féminas, que, en adición a ropas, viajan con todo tipo de aparatos y bolsas repletas de maquillajes y otras chucherías que al final del trayecto nunca o poco utilizan.
Siempre me he preguntado la necesidad de incluir un secador de cabellos "especial" cuando todos los hoteles y camarotes de cruceros cuentan con su disponibilidad, amén de los cambios de voltajes en diferentes latitudes que les rinden inútiles o en el peor de los casos, explotan, causando una tragedia que bien se podría evitar.
Incluimos, de rigor, una bolsita con todos los elementos de aseo personal suficiente para nuestro recorrido, resultando práctico la compra de elementos "travel size" en vez del frasco enorme de champú (nunca llevo champú, siendo elemento de cortesía en hoteles y cruceros), amén que, si el frasco se derrama dentro de la maleta, una muy posible incidencia en travesías aéreas crea un innecesario caos y estrés adicional. La falta de alguno de los elementos de aseo personal le costará muy caro en la tienda del hotel o crucero.
Finalmente, semanas antes de nuestro viaje hacemos una lista de inventario de elementos esenciales durante cada etapa de nuestro traslado, evitando así el "se me olvidaron los pasaportes en la caja de seguridad del hotel" o "no cuento con suficiente efectivo, debemos ir a un cajero automático", orando que no nos asalte (siempre hay cargos onerosos por su utilización allende), o peor aún, que retenga nuestra tarjeta, causal de posible divorcio.
La planificación adecuada es el éxito de todo viaje, que no le agarren con los pantalones bajos y gozará al máximo la dicha de viajar.
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