¿Qué esperabas?
Esperabas un mesías que dijera que solo nos salvaremos los miembros de nuestra iglesia.
¿Qué esperabas?
¿Qué esperabas, un mesías comandando un ejército de un millón de legiones de ángeles para arrasar con toda la maldad del mundo? Un mesías brillante, con una luz que iluminara todo el universo y nunca más hubiera noche. Un mesías que con un grito que se escuchara en todo el orbe pusiera a temblar a toda la humanidad. Un mesías que viniera a poner orden y mandara al infierno, sin oportunidad de perdón, a todos los que hayan hecho el mal. Un mesías que bendijera con riquezas, lujos y todo un derroche de poder a los que no hayan pecado. A los buenos, a los justos. A los que se consideran santos. ¿Esperabas un mesías que proclamara que él es Dios y que quien no lo reconozca será condenado?
Esperabas un mesías que dijera que solo nos salvaremos los miembros de nuestra iglesia. Que todos los demás, los de cualquier religión y creencias no tienen oportunidad de salvarse. Que para todos ellos está el destino de la muerte eterna. Que Jesucristo jamás aceptará a ninguno que alabe a Dios de otra manera. Si esperabas un mesías así, es que no has leído el evangelio.
El mesías nuestro, el Señor Jesucristo, nació pobre, muy humildito, sin hacer ruido, y sus primeros amigos fueron pastores muy pobres de Belén. Lo primero que conoció fue una cueva donde se refugiaban forasteros, leprosos, animales. Que sí es verdad que un grupo de ángeles se les apareció a los pastorcitos y los llevaron a la cueva. Pero fue una aparición breve, que nunca más se dio. Y una estrella en el cielo brilló y se movió de manera diferente. Pero cuando cumplió su misión se fue. Y que ese niño fue llevado a Egipto por María y San José, porque lo querían matar.
Y no tuvo protección de ángeles allí, sino que tuvo que huir. Que creció pobremente en Nazaret ydesde niño trabajó. Ayudando en la carpintería, ordeñando la cabra, limpiando la cuadra, trayendo agua del pozo, y cuando fue adolescente acompañó a su padre a trabajar como peón en la finca de otros. Que iba a la sinagoga como todos a escuchar la recitación de las Escrituras.
Que se cansaba, sufría, andaba siempre a pie salvo cuando entró en un burrito en Jerusalén. Sentía sed y hambre. Era Dios pero hombre de verdad. Que predicó, hizo milagros, fue perseguido y humillado y al final asesinado en una cruz. Nunca usó la fuerza y el poder para sí mismo. Y así quiere que seamos, humildes, sencillos, los últimos para ser los primeros. Y él es nuestro salvador, nuestro Señor, nuestro rey. El que nació muy pobre en la cueva de Belén.