Panamà
¡Qué no hemos robado?
- Monseñor Rómulo Emiliani (CMF)
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Dios tiene todo el derecho de ser escuchado, adorado, obedecido, amado. Claro que somos ladrones, y con mucha carga de culpa.

¿Qué no hemos robado? No me diga usted. Es que se piensa que robar consiste solamente en asaltar una tienda con una pistola y sustraer de la caja registrado doscientos dólares. O cometer un fraude contra del Estado y llevarse parte del presupuesto que era para construir una carretera.
No. Se roba la dignidad y la fama del prójimo con la calumnia, difamándolo al extremo de manchar su reputación, sea por envidia, rencor, venganza, o por motivos políticos, comerciales, u otros asuntos de rivalidad.
Se roba el buen nombre de una persona, cuando sin base real, puras conjeturas, se le fabrican rumores, cuentos, para hacer de esa persona un monstruo. Se va regando por todas partes las supuestas irregularidades de la vida de alguien que no puede defenderse, primero, porque muchas veces la víctima no sabe lo que han tramado y están ejecutando, o porque aun sabiéndolo, no puede hacer nada porque el mal se ha propagado muy rápido.
Aun es maligno el que la persona, aunque haya cometido errores y delitos, se ensañen con el individuo añadiendo más cosas que son falsas para crear una imagen tenebrosa y un ambiente muy negativo en torno al atacado. Esto es muy común en el mundo de la política, también en el ámbito gremial, empresarial, y aun familiar.
¿Qué no hemos robado? El marido que prefiere gastar su tiempo con sus amigos, en vez de dedicarse a su esposa, cultivando la comunicación y la mejor atención hacia ella.
Le está robando a ella el derecho a ser bien tratada y cuidada. ¿No es robo el que le padre o la madre no les den la atención debida a sus hijos, en los diferentes periodos de su desarrollo y crezcan ellos careciendo del buen consejo y compañía de sus progenitores? ¿No es robo dejar a Dios por un lado, y no rezar nunca, conversar con El, alabarlo, bendecirlo, sino siempre olvidarlo?
Dios tiene todo el derecho de ser escuchado, adorado, obedecido, amado. Claro que somos ladrones, y con mucha carga de culpa.
La deuda es grande, pero la solución es hermosa. Cuand Zaqueo se convirtió prometió dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolverle cuatro veces lo robado a sus víctimas. Cuatriplicar la atención y el cariño a la esposa, los padres a los hijos, nosotros a Dios, orando mucho más. Aclarar en lo posible a quien hayamos infectado con nuestras acusaciones, sean falsas o medio falsas, que lo que dijimos de nuestras víctimas fue hecho en un momento de ofuscación, sin pensarlo mucho, sin saber las consecuencias de nuestros actos y si además es falso, retirar totalmente lo dicho. Y si es necesario y prudente ir a pedirle perdón al ofendido por nuestro mal hablar.
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