República del Istmo
- Vladimir Cedeño Sánchez (opinion@epasa.com)
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Hace diez años nos correspondió publicar en un semanario esta inquietud que ronda en mi mente desde que abandoné las sillas universitarias. Tiene que ver ...
Hace diez años nos correspondió publicar en un semanario esta inquietud que ronda en mi mente desde que abandoné las sillas universitarias. Tiene que ver ...
Hace diez años nos correspondió publicar en un semanario esta inquietud que ronda en mi mente desde que abandoné las sillas universitarias. Tiene que ver con el nombre de la nacionalidad, del Estado panameño.
De adolescente fui curioso y edificante fue constatar la relación profunda entre los términos Panamá e Istmo.
Luego del descubrimiento del Mar del Sur (1513) y ya en tiempos de Carlos V, va surgiendo la idea de abreviar el paso de océano a océano a través de nuestro territorio, que aparece en los primeros trabajos cartográficos de la época como un istmo, el istmo por antonomasia en el planeta. En aquel tiempo, su hijo Felipe II lanzó esta expresión bíblica: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre".
Aunque la obra de un canal quedaba descartada, sí se acuña como un nombre de identidad propio el de Istmo, y su gentilicio istmeño, para referirse a todo lo oficial u oficioso que tratase de la primera nacionalidad hispana asentada en América continental, la denominada Tierra Firme.
Con la maduración de los siglos XVI, XVII y XVIII, una palabra de connotación cultural, convencional, foránea, va a armonizar casi hasta la fusión con un vocablo local, panamá, atribuido a los indios cuevas; así, Istmo y Panamá, Panamá e Istmo van a entrelazar una bonita historia y mutua dependencia en el lenguaje político como en el coloquial.
Nuestros antepasados se sintieron tanto panameños como istmeños. Hay innumerables datos que corroborarían esta realidad.
Hacia 1818, tres años antes de la independencia respecto a España, el obispo José Higinio Durán en su carta pastoral utiliza ya desde la portada lo que postulamos; transcribo: "Santa visita, que está practicando en la provincia de Veragua (sic) con motivo de las noticias comunicadas sobre la invasión que intentan hacer al Istmo los piratas insurgentes reunidos en los Cayos".
Allende el título de la carta y sus detalles, el obispo lo es de Panamá, no del Istmo; por lo menos no ante la Santa Sede. Pero él no teme equivaler la expresión Istmo para identificar su territorio pastoral que incluye a la provincia de Veragua, en un escrito oficial.
Uno de los primeros rotativos surgidos acá, antes del 28 de noviembre de 1821, lleva como nombre el de . Y en el segundo artículo del Acta de Independencia, entre varias líneas se lee "las provincias del Istmo," aun cuando en el primer articulado de dicho documento los próceres usan Panamá para referirse al territorio recién emancipado.
Al esfumarse el sueño bolivariano, empiezan las voces de separación respecto a Nueva Granada, que ahora se abroga el nombre de Colombia inventado por el venezolano Francisco de Miranda.
De aquellas gestas, la más exitosa la lideró Tomás Herrera, quien junto a otros notables ciudadanos instauran un nuevo orden político, el cual denominan Estado Libre del Istmo (1840).
Por cosas que no comprendo, y que conducen a las especulaciones más crudas, cuando advino el 3 de noviembre de 1903, y luego la primera Constitución (1904) la palabra Istmo fue descartada por aquella generación de prohombres.
Sin embargo, nótese que en el mundo literario de albores del siglo XX, ya consumada la república, varones y mujeres siguen acudiendo a Istmo e istmeño para sus composiciones; caso de Ricardo Miró, Nicole Garay, Gaspar O. Hernández, entre varios.
El mismo Himno Nacional, cuya letra se atribuye a Jerónimo de la Ossa, se asienta en la música del famoso Himno Istmeño, cuya autoría de Santos Jorge ya se escuchaba desde finales del siglo XIX. Dicho sea de paso, don Jerónimo, por cosas de rima, usa el eufemismo "nueva nación", que resulta incompleto. Ya la nación panameña-istmeña tuvo sus raíces en 1519, dio sus hojas y flores durante tres siglos, y sus frutos aparecieron en 1821. Lo que vivió la generación de 1903 fue el surgimiento de una nueva república, nada más. Las diferentes cartas magnas nuestras han tenido, y tienen, una deuda histórica con el nombre oficial de este Estado americano.
El artículo uno de la Constitución debería resaltar nuestro verdadero nombre República del Istmo de Panamá.
Ello contribuiría a rescatar la memoria histórica, nuestra identidad, tan descuidada por las autoridades de turno, y nos compenetraría con tantas generaciones de istmeños que amaron también esta patria antes que naciéramos y nos legaron esta nacionalidad. Paz para sus almas.
Que Dios bendiga a la República del Istmo de Panamá.
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