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Siglo XX, Panamá y EE.UU. (III)
Milerick Alvenda - Publicado:
Para Panamá y EE.UU., los próximos 10 años posteriores a la Primera Guerra Mundial fueron en gran parte unos de gran prosperidad antes de entrar en la Gran Depresión.Afortunadamente para Panamá, una parte considerable de su elemento laboral era dependiente de plazas de trabajo en las bases militares y del PCC.Para Europa, sin embargo, la suerte era diferente, ya que su economía estaba en ruinas gracias al impacto directo e indirecto del trauma del último conflicto bélico.Los únicos contentos por esos lares eran los comunistas; desde la déspota izquierda stalinista hasta la más altruistas y nacionalistas izquierdas (que en gran parte Moscú mandó a matar, ya que todo tenía que ser controlado por medio del Kremlin).Otro grupo político que lucró en la Depresión en Europa fue la derecha radical, la facha, que fácilmente se vendieron como salvadores de los industriales y a los disconformes con la izquierda.La introducción de nueva tecnología bélica y nuevas estrategias militares de la Primera Guerra (1914-18) no contempladas mientras se construía el Canal, obliga los EEUU aumentar su presencia militar en Panamá con el propósito de defender su gran inversión en estas latitudes.Se hace entonces evidente la dicotomía del militar norteamericano cuando opera en su país y cuando es huésped en tierra ajena.Extrañas alianzas y camaradería entre los milicos anfitriones y huéspedes empiezan a formarse ("de gorila a gorila") y, en cierto grado, los diplomáticos gringos son dejados a oscuras sobre muchas de las andanzas de sus paisanos uniformados.Vemos en las próximas décadas cómo estas alianzas milicas a nivel mundial se fortalecen más con la mistificación de la Guerra Fría en todos los rincones del mundo hasta que eventualmente llegan a explotar en la cara a Tío Sam.En fin, esas alianzas con los militares tercermundistas fueron contraproducentes y dignas de recordarnos esa obra conocida como Frankestein, donde la criatura eventualmente se embiste contra su creador.En Panamá la alianza EE.UU./Guardia Nacional tuvo grandes consecuencias negativas, memoria fresca en nuestras conciencias.De parte de los EE.UU.no recuerdo haber escuchado disculpas hacia el pueblo panameño.En 1968, Boris Martínez y junto con otros probables bufones del Pentágono, cooperan defenestrando a un gobierno debidamente elegido asentándose en el poder por 21 años.Muchas barreras sociales que injustamente fueron creadas por la obtusa clase adinerada panameña fueron derrumbadas.Sin embargo, los atributos de los pro- golpitas y sus civiloides fueron fácilmente eclipsadas por sus viscerales documentados excesos.Mientras los norteamericanos se lamentan que perdieron 21 de sus soldados "rescatándonos" en 1989 del monstruo que ellos mismos crearon, nosotros todavía tratamos de sanar las grandes pérdidas como la pauperización de nuestros valores morales y culturales, la inmersión nacional en gigantescas deudas externas, y la solución crímenes ejecutados contra civiles.La Guerra Fría llegó a su fin, porque los Rojos carecían de rostro humano y sus líderes les faltaba autoridad moral.Pensar que el Muro de Berlín cayó debido a las injerencias del Pentágono, la CIA, u otro críptico acróstico gubernamental norteamericano, es sencillamente alquimia.Billones y billones de dólares fueron mal utilizados por ambos bandos en una maquinaria bélica innecesaria, desperdiciando recursos que se pudieron utilizar en avances si esos fondos se hubiesen destinados a la agricultura, medicina, y educación.Habiendo yo tenido solamente ocho años aquel octubre de 1968, avizoro ahora el siglo XXI como uno de prosperidad progresiva para nuestro pequeño país y una relación Panamá/EEUU mucho menos draconiana.Poco a poco estamos aprendiendo a elegir democráticamente a candidatos con substancia y con algo de estadismo.Veo las clases altas más sensibles hacia la clase pobre; una efectiva y más prolongada educación está llegando a aquellos que más la necesitan para superarse en la era del chip; le tenemos progresivamente menos miedo al uso de tecnología; y nos estamos volviendo efectivamente más y más impacientes hacia la lentitud y conflictivas posturas de los que administran la justicia panameña.Encuentro cada vez más al panameño menos tolerante al improbable retorno a algo parecido a nuestros déspotas de antaño.Veo con alegría como, poco a poco, se disminuye el derrotismo y la baja autoestima, según los sociólogos, endémica en nuestra sociedad.Aquellos que hemos tenido la oportunidad de trabajar extensamente en Centro América y en otras economías tenemos la obligación de recalcarle a los menos afortunados lo bien que vivimos todos en Panamá en comparación con otras latitudes y explicar el por qué a muchos ni se nos ocurrió recibir el siglo XXI fuera de nuestro terruño natal.