Sistema de comarcas indígenas
Publicado 2004/10/26 23:00:00
- Katherine Palacio P./CrÃtica
Hace algunos años conversaba con un dirigente indígena que había regresado de un congreso internacional indigenista en un país nórdico.
El me comentaba sobre las últimas teorías que habían estudiado y que concluían en que no era beneficioso encerrar a los de su raza en comarcas o demarcaciones en donde continuaban con su pobreza, si bien era cierto que conservaban su cultura. También he leído a aquellos que defienden ese sistema administrativo como el mejor para ellos. Diría que, existen pros y contras que hay que analizar para definir su aceptación o no.
Según estudios realizados, en Panamá tenemos un 10% de población indígena que tiene a su haber el 22% de la tierra de nuestro país. No me parece justo que, mientras fuera de las comarcas vivimos alrededor de 45 personas por kilómetro cuadrado, ellos viven solamente 9; lo malo es que no utilizan debidamente esas tierras por lo que pareciera que están desperdiciadas o viciadas dentro de las necesidades del país.
No comulgo con la teoría de quienes defienden su aislamiento para preservar su cultura y tradiciones; no considero correcto que existan "republiquitas" dentro de otra república que, muchas veces, tienen su propio gobierno, toman sus propias decisiones y viven al margen de las leyes de la nación. Sin embargo, el gobierno central se ve obligado a proporcionarles educación, salud y otras cosas más, aunque sea con un presupuesto ridículo.
Si todos somos panameños, ¿cuál es el apuro de separarlos de los avances de la tecnología, del acceso a una buena salud, de salir de la pobreza, ya que ellos son los más pobres entre los pobres de Panamá?
Si en vez de vivir en las comarcas, rumiando tradiciones y costumbres que sólo los hunden más en la pobreza, integramos a esos panameños a la vida del siglo XXI para que gocen de los mismos derechos, sería beneficioso.
En otros países en donde se les ha integrado y en algunos, como México, en donde un indio llegó a la Presidencia de la Nación, ellos tienen acceso a universidades y a todos los adelantos modernos. Miren aquí, en Panamá, los indígenas que han estudiado, que se han superado, que han salido de esa pobreza natural de su raza, ocupan posiciones en empresas y en la administración pública sin distinción con los demás panameños y de los que únicamente se diferencian por sus rasgos fisonómicos.
Soy de la opinión de que así como los orientales, los hindú y otras razas que han afincado en nuestro país se han asimilado a nosotros, también conservan su cultura y sus tradiciones; más bien nos las pasan a nosotros que las absorbemos.
Las comarcas son territorio sin vías de acceso, sin buenos centros de salud y sin una educación correcta porque su patrón cultural les impide asistir a las escuelas y la deserción es alta; esos indígenas acostumbran que sus niños trabajen en las cosechas o en lo que sea y así continúan haciéndolo, privándolos de oportunidades para ser como los demás.
¿De qué sirve, pues, las tradiciones si se mueren de hambre, de desnutrición, de enfermedades banales, si no terminan siquiera la escuela primaria?
Si logramos que ellos vengan a nuestro mundo conservando su cultura, pero no una cultura de hace 500 años sino aquella filtrada y de acuerdo con los tiempos actuales, veremos cómo la pobreza deja de ser potestativa de los indígenas.
Un 95% de los indígenas vive en pobreza y 86% en extrema pobreza. Ellos tienen que dejar de trabajar permanentemente para otros y tener su propia producción. También pueden llegar a ser empresarios y salir de la pobreza a base de trabajo honrado. No cultivan la tierra; ¿de qué viven? No hay oficinas públicas ni privadas que sean fuente de trabajo para ellos.
Sería interesante adelantar una integración de los indígenas con el resto de los panameños para beneficio de ellos mismos.
Si la señora Menchú, en Guatemala, no se hubiera integrado a la civilización occidental, no gana el Premio Nobel de la Paz.
Nuestros indígenas son dignos de atención, de ayuda para que salgan de pobreza y puedan decir que son tan panameños como nosotros.
El me comentaba sobre las últimas teorías que habían estudiado y que concluían en que no era beneficioso encerrar a los de su raza en comarcas o demarcaciones en donde continuaban con su pobreza, si bien era cierto que conservaban su cultura. También he leído a aquellos que defienden ese sistema administrativo como el mejor para ellos. Diría que, existen pros y contras que hay que analizar para definir su aceptación o no.
Según estudios realizados, en Panamá tenemos un 10% de población indígena que tiene a su haber el 22% de la tierra de nuestro país. No me parece justo que, mientras fuera de las comarcas vivimos alrededor de 45 personas por kilómetro cuadrado, ellos viven solamente 9; lo malo es que no utilizan debidamente esas tierras por lo que pareciera que están desperdiciadas o viciadas dentro de las necesidades del país.
No comulgo con la teoría de quienes defienden su aislamiento para preservar su cultura y tradiciones; no considero correcto que existan "republiquitas" dentro de otra república que, muchas veces, tienen su propio gobierno, toman sus propias decisiones y viven al margen de las leyes de la nación. Sin embargo, el gobierno central se ve obligado a proporcionarles educación, salud y otras cosas más, aunque sea con un presupuesto ridículo.
Si todos somos panameños, ¿cuál es el apuro de separarlos de los avances de la tecnología, del acceso a una buena salud, de salir de la pobreza, ya que ellos son los más pobres entre los pobres de Panamá?
Si en vez de vivir en las comarcas, rumiando tradiciones y costumbres que sólo los hunden más en la pobreza, integramos a esos panameños a la vida del siglo XXI para que gocen de los mismos derechos, sería beneficioso.
En otros países en donde se les ha integrado y en algunos, como México, en donde un indio llegó a la Presidencia de la Nación, ellos tienen acceso a universidades y a todos los adelantos modernos. Miren aquí, en Panamá, los indígenas que han estudiado, que se han superado, que han salido de esa pobreza natural de su raza, ocupan posiciones en empresas y en la administración pública sin distinción con los demás panameños y de los que únicamente se diferencian por sus rasgos fisonómicos.
Soy de la opinión de que así como los orientales, los hindú y otras razas que han afincado en nuestro país se han asimilado a nosotros, también conservan su cultura y sus tradiciones; más bien nos las pasan a nosotros que las absorbemos.
Las comarcas son territorio sin vías de acceso, sin buenos centros de salud y sin una educación correcta porque su patrón cultural les impide asistir a las escuelas y la deserción es alta; esos indígenas acostumbran que sus niños trabajen en las cosechas o en lo que sea y así continúan haciéndolo, privándolos de oportunidades para ser como los demás.
¿De qué sirve, pues, las tradiciones si se mueren de hambre, de desnutrición, de enfermedades banales, si no terminan siquiera la escuela primaria?
Si logramos que ellos vengan a nuestro mundo conservando su cultura, pero no una cultura de hace 500 años sino aquella filtrada y de acuerdo con los tiempos actuales, veremos cómo la pobreza deja de ser potestativa de los indígenas.
Un 95% de los indígenas vive en pobreza y 86% en extrema pobreza. Ellos tienen que dejar de trabajar permanentemente para otros y tener su propia producción. También pueden llegar a ser empresarios y salir de la pobreza a base de trabajo honrado. No cultivan la tierra; ¿de qué viven? No hay oficinas públicas ni privadas que sean fuente de trabajo para ellos.
Sería interesante adelantar una integración de los indígenas con el resto de los panameños para beneficio de ellos mismos.
Si la señora Menchú, en Guatemala, no se hubiera integrado a la civilización occidental, no gana el Premio Nobel de la Paz.
Nuestros indígenas son dignos de atención, de ayuda para que salgan de pobreza y puedan decir que son tan panameños como nosotros.
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