Panamá
Sobre el advenimiento de la era tecnológica
Así como es un tiempo de muchos retos y actualizaciones tecnológicas, también estamos enfrentando una clara y explosiva mezcla de exigencias económica que impactan nuestra economía familiar.
- Arnulfo Arias O.
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- - Actualizado: 12/4/2022 - 12:00 am
Vivimos en una nueva era para la humanidad; una era en la que el alfabetismo, por sí solo, ya nobasta para hacerse camino en la vida, porque la falta de familiaridad con la tecnología pone al individuo en una condición similar de desventaja al iletrado. En este mundo nuevo, no podemos aferrarnos ya a los sistemas desfasados y anacrónicos, porque quedamos rezagados como sociedad. Recientemente he visto el anuncio de que pronto desaparecerá la tecnología de los receptores de televisión por antena, para ser remplazada por la señal de televisión terrestre (TDT).
Ese sólo hecho, insignificante para muchos, podría privar a muchos más de una valiosa fuente de información y de entretenimiento sano, hasta que se puedan actualizar.
Así como es un tiempo de muchos retos y actualizaciones tecnológicas, también estamos enfrentando una clara y explosiva mezcla de exigencias económica que impactan nuestra economía familiar. El precio de combustible se ha disparado hasta niveles máximos históricos, y la inflación sigue como cola tras la bestia desencadenada globalmente. Son momentos aleccionadores y en vez de selecciones naturales de adaptación, estamos enfrentando una selección artificial que arrastrará a muchos hacia la extinción como individuos útiles y pensantes de la sociedad. Estamos dentro de una vía veloz e inclemente de progreso, en el que mientras algunos van a pie y descalzos, otros son parte de un avance exponencial como nunca antes visto.
La educación tradicional no basta ya para adecuarnos a este tipo de progreso; debemos necesariamente cambiar el propio curso de mentalidad que nos suele encadenar a los terceros mundos, que quedarán pronto de quinto o sexto si seguimos alentando aquello que no sirve ya. Desde nuestras propias casas, en nuestro propio hogar, debemos reeducarnos y pensar de nuevo en todo aquello que hemos aprendido mal hasta el momento; en todo aquello que no sirve ya para adecuar a nuestros niños a lo que inevitablemente se avecina. Un mundo en que la salud será impartida por tecnología costosa, en vez del médico tradicional; un recorrido tecnológico que comienza ya desde que la criatura está en el vientre; fármacos incalculablemente caros que disparan la capacidad intelectual hasta niveles impensables. Esa nueva era, en la que corporaciones e individuos amasan patrimonios que superan el haber y las riquezas de nuestros gobiernos, y que manipulan el consumo colectivo por medios electrónicos, ya está aquí. Vivimos tiempos que superan las premoniciones magistrales de Orson Welles y de Issac Asimov. Esos tiempos están aquí para quedarse y los únicos que pueden adecuarse a ellos son los que están preparados, anímica y tecnológicamente.
Incluso la moral del hombre sufre cambio en estos tiempos. Eso se descubre tan sencillamente como revisando los insultos propinados por las redes, hechos por hombres y mujeres envalentonados tras esa artillería pesada de sus servidores; o en la forma inhumana con la que ahora puede una persona ver en la pantalla de su celular cómo un individuo muere, sin prestar ninguna compasión mientras lo graba. La tecnología ha cambiado, corriendo por delante de nosotros a velocidades astronómicas, y en esa carrera sólo toca levantarse y dar la marcha sin mirar atrás, para no quedarse rezagado en una maratón en la que se compite por la propia vida como sociedad. Todo nos alerta hacia una realidad que muchos se resisten hoy a ver; pero que ha venido a ser anuncio público desde hace años. Ante ese tipo de amenaza, individual y colectiva, sólo queda una herramienta válida: prepararse, prepararse como nunca con coraje y resiliencia, para no quedar borrados como especie que quedó disuelta por el advenimiento tecnológico sin precedentes que gira sin cesar en nuestro mundo.
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