Somos masoquistas
Publicado 2002/05/03 23:00:00
- Esteban Perdomo
No hay duda, somos un pueblo masoquista que le gusta que lo traten mal, que lo ofendan, que abusen y se burlen de él. Hace unas cuantas semanas, con motivo del horroroso problema de la Asamblea Legislativa, relacionado con los posibles casos de sobornos de unos legisladores, situación que enfureció al país y que los medios de comunicación, con su acostumbrado despliegue de información, señalaron a grandes titulares, las manifestaciones de repudio del pueblo, de las distintas organizaciones y hasta pronunciamientos de represalia contra esos legisladores que, a la fecha, insisten en no despojarse de su inmunidad parlamentaria, burlándose del pueblo. Con sobrada razón, adujeron la casi seguridad de que muchos miembros de esos partidos renunciarían al mismo y las futuras inscripciones bajarían enormemente.
Y, qué contraste, qué vergüenza, qué falta de consideración de este pueblo mío, que no se respeta, que no se estima, ni estima a su familia, cuando afanosamente ahora se desespera por inscribirse en los partidos políticos, en esos mismos partidos comprometidos en el repulsivo caso de los sobornos. Todo ello me obliga a pensar en una forma que pueda alertar a los partidos políticos a que comprendan que es preciso un gobierno distinto al que hemos vivido.
En este sentido, estoy organizando la célula política independiente, que no es, ni pretende ser un partido político, pero sí una fuerza de miles y miles de ciudadanos independientes, que unidos exija y advierta a los partidos políticos que aspiran a gobernar el país, que nuestro pueblo requiere y procura un gobierno diferente a los que hemos vivido, donde aplique con prontitud y severidad la ley y se respete con pulcritud los derechos. Se debe exigir un gobierno democrático, que bajo ninguna circunstancia ceda un espacio al mando y de autoridad para complacer a los intereses de grupo, sea de poder económico, sindical o político. Y propugnar un gobierno que exija estrictamente la moralización de los funcionarios públicos. Dios de amor perdona este pueblo mío que no sabe que hace.
Y, qué contraste, qué vergüenza, qué falta de consideración de este pueblo mío, que no se respeta, que no se estima, ni estima a su familia, cuando afanosamente ahora se desespera por inscribirse en los partidos políticos, en esos mismos partidos comprometidos en el repulsivo caso de los sobornos. Todo ello me obliga a pensar en una forma que pueda alertar a los partidos políticos a que comprendan que es preciso un gobierno distinto al que hemos vivido.
En este sentido, estoy organizando la célula política independiente, que no es, ni pretende ser un partido político, pero sí una fuerza de miles y miles de ciudadanos independientes, que unidos exija y advierta a los partidos políticos que aspiran a gobernar el país, que nuestro pueblo requiere y procura un gobierno diferente a los que hemos vivido, donde aplique con prontitud y severidad la ley y se respete con pulcritud los derechos. Se debe exigir un gobierno democrático, que bajo ninguna circunstancia ceda un espacio al mando y de autoridad para complacer a los intereses de grupo, sea de poder económico, sindical o político. Y propugnar un gobierno que exija estrictamente la moralización de los funcionarios públicos. Dios de amor perdona este pueblo mío que no sabe que hace.
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