Todos tenemos luces
Publicado 2007/07/31 23:00:00
- Raúl Leis R.
El proceso educativo no debe ignorar o apagar estas luces partiendo de la idea errada e irrespetuosa de la absoluta ignorancia del educando.
MUCHOS educadores y educadoras dejaron de utilizar la palabra "alumno", porque se afirma que esta voz significa en latín "sin luz" por provenir de "a" , sin y "lumnus", luz. Otros estudios plantearon que no es así, pues el prefijo privativo a es griego, no latino, y los dos términos que significan luz, en latín son lumen, inis y lux, lucis, pues no existe ""lumnus".
Según diversos diccionario etimológicos, la palabra alumno es tomado del latín alumnus, que significa "persona criada por otra", y también significa, propiamente, "que es alimentado por otro" pasando del sentido de alimento material al de alimento espiritual.
Sea una u otra acepción, la palabra alumno/a refleja la realidad de la mayor parte del sistema educativo desde el preescolar hasta la universidad, en la cual priva una concepción de la educación que mira al estudiante como un ser sin luz propia y pasivo, que espera ser llenado por la luz o el alimento cognoscitivo que emite el docente. Esto realidad se refleja en la baja calidad de nuestra educación donde muchos estudiantes no aprenden a pensar, a ser o convivir sino a memorizar mecánicamente con los resultados conocidos en las pruebas educativas.
Eso no sólo sucede en la educación, sino también en el resto de la sociedad. Empresas, partidos, asociaciones, medios e iglesias que imponen la línea, el dogma o la consigna, unidireccionalmente. Hasta en la salud encontramos la expresión "paciente", que se acuñó a finales del siglo antepasado, cuando los hospitales eran meras instituciones adonde la gente iba poco más que a morir, y donde el paciente es el que sufre, el que espera la muerte, y hoy para algunos galenos todavía el enfermo es un ente pasivo que no tiene qué ser co-responsable de su enfermedad.
Paulo Freire bautizó la educación arriba descrita como educación bancaria al asemejarse a los depósitos que se hacen en una cuenta bancarias. Gráficamente es el dibujo muy frecuente de una persona con la tapa de la cabeza abierta para que le echen los conocimientos. Así, el educador no se comunica, sino que realiza depósitos que los discípulos aceptan dócilmente. El único margen de acción posible para los estudiantes es el de archivar los conocimientos. El saber, es entonces una donación. Los que poseen el conocimiento se lo dan a aquellos que son considerados ignorantes. La ignorancia es absolutizada como consecuencia de la ideología que proyecta al educando siempre como el poseedor de la ignorancia. Así, el educando es sólo un objeto en el proceso, padece pasivamente la acción de su educador.
En la concepción bancaria, el sujeto de la educación es pues el educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una suerte de "recipientes" en los que se "deposita" el saber.
Por el contrario, tanto el educador como los educandos, así como también los líderes sociales políticos y sus bases, se encuentran involucrados en una tarea en la que ambos deberían ser sujetos, pues no se trata tan sólo de descubrir y comprender críticamente, sino también de recrear el conocimiento. En una concepción liberadora no se trata ya de entender el proceso educativo como un mero depósito de conocimientos, sino que es un acto cognoscente que quiebra la contradicción entre educador y educando.
Mientras la Educación Bancaria desconoce la posibilidad de diálogo, la educación liberadora propone una situación gnoseológica claramente dialógica. Desde esta nueva perspectiva, el educador ya no es sólo el que educa, sino que también es educado mientras establece un diálogo en el cual tiene lugar el proceso educativo. De este modo se quiebran los argumentos de "autoridad": ya no hay alguien que eduque a otro, sino que ambos lo hacen en una comunión, donde el educador debe cumplir su rol orientador y pedagógico.
Freire señala que así como la educación bancaria es meramente asistencial, la educación liberadora apunta claramente hacia la autonomía y la conciencia. Orientada hacia la acción y la reflexión de los hombres sobre la realidad, se destruye la pasividad del educando que propicia la adaptación a una situación opresiva. Esto se traduce en la búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la liberación humanizándose.
Más que una metodología, en el fondo es una concepción del mundo y sus relaciones que busca construir una nueva ciudadanía la del sujeto democrático que gesta la participación y se gesta en ella. La participación se hace clave, pues manifiesta la voluntad de ser menos objeto y más sujeto. Esto se muestra a través del empoderamiento ciudadano en el ejercicio participativo realmente democrático en todas las esferas de la vida. La participación como antítesis del autoritarismo que pregona una direccionalidad preestablecida, o del populismo que plantea el consentimiento de la gente sobre la base del paternalismo; o la visión estrecha neoliberal que pregona la participación individualista en un mercado concentrador de ingresos y excluyente de muchos grupos humanos.
Todos y todas tenemos luces, y por ello el proceso educativo no debe ignorar o apagar estas luces partiendo de la idea errada e irrespetuosa de la absoluta ignorancia del educando. Los cambios que necesitan la educación y la sociedad panameña pasan no sólo por variar, agregar o actualizar contenidos en un currículo, sino también transformar liberadora -luminosamente, diría- la manera de enseñar y de aprender.
(raulleisr@hotmail.com)
Mientras el arquitecto Álvaro González Clare, quien diseñó un modelo de la Cinta Costera, señala que la idea debe ser considerada como parte de un componente que tenga un valor comercial para desarrollar el área de la entrada de San Felipe.
Recuerda que la Cinta Costera termina en la avenida 3 de Noviembre y de allí en adelante la vialidad se conectará al Puente de Las Américas, y lo que quedaría por resolver es una entrada a San Felipe.
"Lo que tenemos que resolver donde está el Mercado del Marisco es una conexión correcta para la entrada de San Felipe".
Por lo que opina que la ubicación del nuevo muelle no es sólo instalarlo sin tener las otras consideraciones, sino que se tenga en cuenta el valor comercial y que en ese punto se inicia la entrada a San Felipe.
Según diversos diccionario etimológicos, la palabra alumno es tomado del latín alumnus, que significa "persona criada por otra", y también significa, propiamente, "que es alimentado por otro" pasando del sentido de alimento material al de alimento espiritual.
Sea una u otra acepción, la palabra alumno/a refleja la realidad de la mayor parte del sistema educativo desde el preescolar hasta la universidad, en la cual priva una concepción de la educación que mira al estudiante como un ser sin luz propia y pasivo, que espera ser llenado por la luz o el alimento cognoscitivo que emite el docente. Esto realidad se refleja en la baja calidad de nuestra educación donde muchos estudiantes no aprenden a pensar, a ser o convivir sino a memorizar mecánicamente con los resultados conocidos en las pruebas educativas.
Eso no sólo sucede en la educación, sino también en el resto de la sociedad. Empresas, partidos, asociaciones, medios e iglesias que imponen la línea, el dogma o la consigna, unidireccionalmente. Hasta en la salud encontramos la expresión "paciente", que se acuñó a finales del siglo antepasado, cuando los hospitales eran meras instituciones adonde la gente iba poco más que a morir, y donde el paciente es el que sufre, el que espera la muerte, y hoy para algunos galenos todavía el enfermo es un ente pasivo que no tiene qué ser co-responsable de su enfermedad.
Paulo Freire bautizó la educación arriba descrita como educación bancaria al asemejarse a los depósitos que se hacen en una cuenta bancarias. Gráficamente es el dibujo muy frecuente de una persona con la tapa de la cabeza abierta para que le echen los conocimientos. Así, el educador no se comunica, sino que realiza depósitos que los discípulos aceptan dócilmente. El único margen de acción posible para los estudiantes es el de archivar los conocimientos. El saber, es entonces una donación. Los que poseen el conocimiento se lo dan a aquellos que son considerados ignorantes. La ignorancia es absolutizada como consecuencia de la ideología que proyecta al educando siempre como el poseedor de la ignorancia. Así, el educando es sólo un objeto en el proceso, padece pasivamente la acción de su educador.
En la concepción bancaria, el sujeto de la educación es pues el educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una suerte de "recipientes" en los que se "deposita" el saber.
Por el contrario, tanto el educador como los educandos, así como también los líderes sociales políticos y sus bases, se encuentran involucrados en una tarea en la que ambos deberían ser sujetos, pues no se trata tan sólo de descubrir y comprender críticamente, sino también de recrear el conocimiento. En una concepción liberadora no se trata ya de entender el proceso educativo como un mero depósito de conocimientos, sino que es un acto cognoscente que quiebra la contradicción entre educador y educando.
Mientras la Educación Bancaria desconoce la posibilidad de diálogo, la educación liberadora propone una situación gnoseológica claramente dialógica. Desde esta nueva perspectiva, el educador ya no es sólo el que educa, sino que también es educado mientras establece un diálogo en el cual tiene lugar el proceso educativo. De este modo se quiebran los argumentos de "autoridad": ya no hay alguien que eduque a otro, sino que ambos lo hacen en una comunión, donde el educador debe cumplir su rol orientador y pedagógico.
Freire señala que así como la educación bancaria es meramente asistencial, la educación liberadora apunta claramente hacia la autonomía y la conciencia. Orientada hacia la acción y la reflexión de los hombres sobre la realidad, se destruye la pasividad del educando que propicia la adaptación a una situación opresiva. Esto se traduce en la búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la liberación humanizándose.
Más que una metodología, en el fondo es una concepción del mundo y sus relaciones que busca construir una nueva ciudadanía la del sujeto democrático que gesta la participación y se gesta en ella. La participación se hace clave, pues manifiesta la voluntad de ser menos objeto y más sujeto. Esto se muestra a través del empoderamiento ciudadano en el ejercicio participativo realmente democrático en todas las esferas de la vida. La participación como antítesis del autoritarismo que pregona una direccionalidad preestablecida, o del populismo que plantea el consentimiento de la gente sobre la base del paternalismo; o la visión estrecha neoliberal que pregona la participación individualista en un mercado concentrador de ingresos y excluyente de muchos grupos humanos.
Todos y todas tenemos luces, y por ello el proceso educativo no debe ignorar o apagar estas luces partiendo de la idea errada e irrespetuosa de la absoluta ignorancia del educando. Los cambios que necesitan la educación y la sociedad panameña pasan no sólo por variar, agregar o actualizar contenidos en un currículo, sino también transformar liberadora -luminosamente, diría- la manera de enseñar y de aprender.
(raulleisr@hotmail.com)
Mientras el arquitecto Álvaro González Clare, quien diseñó un modelo de la Cinta Costera, señala que la idea debe ser considerada como parte de un componente que tenga un valor comercial para desarrollar el área de la entrada de San Felipe.
Recuerda que la Cinta Costera termina en la avenida 3 de Noviembre y de allí en adelante la vialidad se conectará al Puente de Las Américas, y lo que quedaría por resolver es una entrada a San Felipe.
"Lo que tenemos que resolver donde está el Mercado del Marisco es una conexión correcta para la entrada de San Felipe".
Por lo que opina que la ubicación del nuevo muelle no es sólo instalarlo sin tener las otras consideraciones, sino que se tenga en cuenta el valor comercial y que en ese punto se inicia la entrada a San Felipe.
Datos de la AMP revelan que unas 187 mil 148 personas se benefician del sitio.
Se manejan a diario 65 toneladas de carga y 780 anuales.
Este año se han atendido 7 mil 413 pasajeros y 519 embarcaciones; unas 10 mil personas lo usan al año.
El actual muelle desaparece y los terrenos pasan al desarrollo de las actividades del Casco Antiguo.
Unos B/. 28 mil de ingresos, en el mejor mes, da el actual Muelle Fiscal para la AMP.
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