Panamá
Trajinando Panamá como destino turístico
- Jaime Figueroa Navarro
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Frecuentemente indagamos cómo es posible que a pesar de todos nuestros esfuerzos sobre la venta país, nuestro destino resulta efímero, monótono, bostezado ante el universo de opciones disponibles. A pesar de estar dedicando $30 millones anuales para la promoción turística, Panamá no figura aún entre los primeros 10 países visitados en la región. Y, por cierto, somos de la opinión que esa cifra de $30 millones anuales resulta jocosa si deseamos escalar agresivamente el número de visitantes que escogen Panamá como destino.
El coloso regional es México, quien a pesar de retos en las esferas de seguridad y narcotráfico acoge casi 40 millones de turistas al año, opacando al ocupante del segundo sitial, República Dominicana quien hospeda a 10 millones de visitantes anuales y quien ha forjado esa envidiable cifra tolerando el embiste de la temporada de huracanes, cada vez más fornidos resultados del calentamiento global.
A pesar de figurar Panamá entre los destinos más recomendados para 2025 por prestigiosas publicaciones del entorno turístico (y ojo, las selecciones son muchas veces incluidas por el monto de apoyo publicitario que los países aportan al medio en particular), avispamos como, por ejemplo, Panamá ocupa el eslabón #10 entre los 25 destinos a nivel mundial recomendados por British Broadcasting Corporation (BBC), pero no genera el tráfico turístico a nivel global que lo ubica en el influyente listado.
A pesar del bajón que sufre Estados Unidos como destino turístico este año, estimado en más del 20%, ascendiendo a pérdidas estimadas mayor a los 12 billones de dólares, resultado de la guerra arancelaria de Trump, no figura Panamá entre los destinos beneficiados por ese fenómeno. Ese tráfico que deja de viajar hacia Estados Unidos, enfocando el caso en particular de Canadá, si ubica turismo adicional hacia México, el Caribe y Europa, más no así Panamá.
Aunque recientemente las huelgas en Panamá han ocupado algunos escaños en la atención de la prensa mundial, el istmo es percibido como un destino turístico seguro. ¿Como hacemos entonces para atraer un volumen significativo de turistas que genere un mayor número de empleos e ingresos en la industria?
Ante todo, hay que corregir errores elementales en la formulación de soluciones al diario ajetrear del visitante. Como ejemplo, nuestro hub aéreo Tocumen figura como el más importante de Latinoamérica y el Caribe. Complementariamente nuestro metro es el más moderno y eficiente del continente, pero aún persisten piedritas dentro del zapato que no nos permiten optimizar esas importantísimas aristas.
El tráfico que genera el metro hacia y desde el aeropuerto de Tocumen, a pesar de los repugnantes tranques que afectan las principales arterias capitalinas, consta en su mayoría de los colaboradores del aeropuerto. No existe publicidad, cito como ejemplo el Hotel El Panamá, que incite al turista a optar por el metro como medio de transporte desde la terminal Tocumen hacia la estación Iglesia del Carmen, cómodamente ubicada frente al hotel a un efímero costo menor a un dólar y más eficiente y rápida que cualquier otra alternativa disponible. En nuestro caso en particular, siempre optamos por trenes o metros en las rutas aeropuerto a ciudad en la mayoría de los destinos globales que le ofrecen, por resultar más prácticas y económicas.
En el caso nuestro habría que corregir un craso error en la habilitación del entronque, alcornoque visión de sus autores, que carece de una comunicación directa desde la estación del metro Aeropuerto de Tocumen a las terminales del aeropuerto, tal cual es vigente en todos los aeropuertos importantes del mundo. Por algún motivo liliputiense se les olvidó a los arquitectos de la obra, buscando un sinnúmero de excusas, típicas del medio, para obligar a los pasajeros a descender a la calle para tomar un autobús bajo las inclemencias de la naturaleza, frecuentemente bajo perspicaz lluvia, precisando un incómodo e innecesario subir y bajar de maletas, causando un fastidio al pasajero, cuya comodidad debiese ser la razón más importante de su raison d'être.
Arbitrariedades como esta abundan en nuestro medio, por la necia continuidad de un teatro de lo absurdo que no utiliza el sentido común a pesar del quejido constante de sus usuarios. Ante este escenario, el turista simplemente escoge otra película en otro destino.
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