Un cambio de paradigma: el Manejo Integrado de Plagas
La práctica integra la identificación, el conocimiento y el umbral de la plaga para dar paso al monitoreo, las medidas de prevención y las técnicas de control integrado. El futuro del MIP en Panamá dependerá de cambiar nuestros viejos paradigmas pensando en futuras generaciones.
En Panamá se ha usado el Manejo Integrado de Plagas en cultivos varios, entre ellos tomate, arroz, maíz, sandía y zapallo. Foto: EFE.
En nuestro mundo, lleno de constantes cambios, muchos paradigmas han cambiado de manera inmediata, otros paulatinamente.
Un paradigma es una teoría o modelo que aceptamos sin cuestionar para resolver problemas, por tanto, un cambio de paradigma conlleva un cambio de teoría y modelo.
La Revolución Verde se transformó en un paradigma mundial a mediados del siglo pasado buscando incrementar la producción agropecuaria, integrando prácticas de manejo y paquetes tecnológicos (semillas, fertilizantes, pesticidas, entre otras tecnologías), pero dejó a un lado ciertos aspectos importantes.
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Un ejemplo fue el insecticida organoclorado DDT (Dicloro difenil tricloroetano) para el control de plagas urbanas, agrícolas y vectores de enfermedades importantes como el mosquito Anopheles spp. (Involucrado en la transmisión del parásito del género Plasmodium que causa la enfermedad de la malaria o paludismo).
Pero el DDT impactó diversos ecosistemas, la fauna silvestre, la salud humana, la inocuidad de los alimentos e indujo resistencia por selección en los insectos.
El libro “Primavera Silenciosa” fue detonante de un problema acumulado, escrito por la bióloga norteamericana Rachel Carson, indicando los impactos sobre la vida salvaje y el medio ambiente por el uso indiscriminado de pesticidas.
Nuevos paradigmas dentro de la agricultura fueron impulsados, incluyendo la agricultura natural y orgánica con un punto de vista agroecológico, amigable al medio ambiente. Incluyendo el desarrollo de Buenas Prácticas Agrícolas y trazabilidad agrícola, para producir alimentos inocuos y de calidad.
A partir de allí la industria de los pesticidas desarrolló nuevas alternativas con menos impacto medioambiental y sobre la salud humana, pasando de insecticidas organoclorados a grupos menos letales como piretroides y reguladores de crecimiento, para llegar a los insecticidas biológicos que están disponibles en la actualidad.
VEA TAMBIÉN: Derecho a la educaciónSe destacan igualmente los aportes de los Doctores Perry L. Adkisson y Rany F. Smith, entomólogos norteamericanos, que en el año 1997 recibieron el premio The World Food Prize, por sus investigaciones relacionados con daños ambientales por el uso indiscriminado de pesticidas químicos, prácticas alternativas para el control de plagas y promoción del MIP (Manejo Integrado de Plagas) dentro de cultivos.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) define el MIP (Manejo Integrado de Plagas) como ciertas prácticas que se realizan de manera combinada, para prevenir el desarrollo de microorganismos dañinos que ataquen el cultivo, combinando diversas técnicas de control, incluyendo el uso de plaguicidas únicamente cuando es necesario.
El MIP integra el concepto de plaga, que incluye cualquier organismo (insectos, bacterias, hongos, nematodos y malezas) que al aumentar su crecimiento descontrolado, es capaz de causar daños en nuestros cultivos, considerando que las mismas pueden reducir la producción, la calidad de la producción agrícola trayendo consigo la reducción de los productores. Integrando el control cultural, control físico y mecánico, control natural o biológico, control genético y control químico (última instancia).
La práctica integra la identificación, el conocimiento y el umbral de la plaga para dar paso al monitoreo, las medidas de prevención y las técnicas de control integrado.
En todos los continentes se ha implementado el MIP en diversos cultivos.
Para el caso de Latinoamérica, incluyendo Panamá, la FAO ha promovido propuestas concretas de la temática como una tecnología sistemática para una agricultura sostenible
Entre granos básicos, cucurbitáceas, hortalizas, frutales, cultivo industriales, raíces y tubérculos en el avance de la cosecha 2018-2019, en Panamá (Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Mida)) se estimaba un total de 200 358 hectáreas (83 015 431 quintales de productos).
¿Cuántas de estas hectáreas aplican de manera concreta el MIP?
Por ejemplo, la caña de azúcar ha sido uno de los más concretos en la aplicación de MIP en Panamá, integrando el control biológico dentro de los componentes.
En Panamá entre las plagas de importancia económica se encuentran la broca del café (Hypothenemus hampei Ferr.), la mosca de la fruta (Anastrepha spp.), el ácaro del arroz (Steneotarsonemus spinki Smily), la mosca blanca (Bemisia tabaci Gennadius), entre otras, que pueden ser incluidas dentro de estos programas.
Durante los últimos años, las instituciones relacionadas con el aprendizaje e investigación de ciencias agropecuarias en Panamá han integrado el MIP en cultivos varios, entre ellos tomate, arroz, maíz, sandía y zapallo.
Centroamérica ha sido sede de congresos innovadores tales como el “XVI Congreso Internacional de Manejo Integrado de Plagas” en 2019 en Guatemala, que incluyó el apoyo, entre otras organizaciones, de OIRSA (Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria), organismo donde Panamá participa por la lucha de una región libre de plagas transfronterizas.
El MIP conlleva la participación activa de los productores para lograr su implementación, la construcción del conocimiento al día a día con el aprender haciendo, porque resulta que cada plantación tiene una identidad.
El futuro del MIP en Panamá dependerá de cambiar nuestros viejos paradigmas pensando en futuras generaciones y la sostenibilidad del sector agropecuario en Panamá, de la mano de la innovación, la conciencia y la reflexión para lograr cambios concretos.
Ingeniero Agrónomo.