Una estrategia equivocada frente a la defensa de la soberanía y el Canal de Panamá
- Silvio Guerra M. y Ramiro Guerra M.
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Siempre nos ha caracterizado, al escribir, procurar la objetividad y por ello, nuestros análisis en el plano de lo social, político, económico y judicial, suelen ser críticas. Creemos, convincentemente, en el disenso democrático como un elemento esencial de una sociedad que se califique de democrática, pluralista y participativa.
En ese orden de ideas, en la presente entrega, abordaremos lo concerniente a la defensa de la soberanía y el Canal de Panamá. Hemos estado, de manera permanente, con especial énfasis en las últimas semanas, bajo el asedio y ataque del gobierno del presidente de los Estados Unidos de América, señor Donald Trump, quien nos ha venido amenazando con quitarnos el Canal de Panamá y señala que fue un error entregárnoslo.
Para mejor claridad, es menester señalar que estas amenazas llevan, de modo implícito, una eventual intervención militar, entre tanto los panameños serios y responsables y cualquier gobierno que tenga bien entendido el tema canalero y el de la soberanía nacional, amén de nuestra dignidad nacional, nos mantenéis firmes y convincentes de que no cederemos ante esa etérea, injusta e ilegal pretensión de Estados Unidos a través de su Primer magistrado, en torno a la nefasta idea de apropiarse del Canal. Este Canal es nuestro, de manera exclusiva y categórica, y somos, como Estado, los únicos soberanos en dicha vía acuática y en todo el territorio nacional, continental e insular.
Mientras, en Panamá, el presidente Mulino señala que, en su gobierno, él es el único que puede hablar sobre el tema, el presidente Trump, se apoya en todo su gabinete y dignatarios militares, para que se hagan eco de esa pérfida e irracional pretensión de que el Canal le pertenece y, no solamente eso, también se vale de su poder mediático para que el mundo compre esa goliatesca mentira.
En estos días, el economista neoliberal, Andrés Oppenheimer, en la televisión CNN, atacó duramente a la Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá.
Estamos en el escenario circuito de una pelea, al decir de nuestro padre Venero Guerra, "de tigre suelto con burro amarrado". Es esa la sensación que nos deja este querer malsano, vehemente apasionado y cargado de muchas veleidades, del presidente Trump para con el Canal de Panamá .
¿Luego, cómo, respetuosamente, podemos hacerle entender al presidente Mulino que el tema de la soberanía y del Canal de Panamá debe ser abordado desde una perspectiva democrática, unitaria y cohesionada de todo el pueblo panameño? Veamos:
Nuestra Constitución Nacional es literalmente expresa y clara en prescribir que la soberanía reposa y descansa en el pueblo.
Desde un comienzo, que se inició la campaña del presidente Trump, escribimos que se trataba de un asedio hacia nuestro estado y nación y que, por consiguiente, a nivel de nuestro país, ello demandaba la participación de toda la nación.
Se trata de un tema y situación que no puede ser de manejo unilateral del señor presidente. Para ello debe hacer que concurra toda la voluntad del gran soberano: El pueblo panameño, y articular un discurso objetivo y serio de unidad nacional.
Venimos observando, en ese orden, que la visita del señor Marco Rubio, Secretario de Estado de los Estados Unidos, a Panamá, con su agenda claramente de corte Trumpiano, le ha generado al presidente Mulino y a su gobierno, una dura y nefasta imposición, de muchos de los contenidos de la agenda que conversó con el presidente panameño a puertas cerradas y como lo indicará el propio mandatario Mulino, fue por espacio de casi una (1) hora y a nivel privado. Sobran los manifiestos y últimos acontecimientos en Panamá.
Por ejemplo: La exigencia de sacar a la empresa que administra los puertos de Balboa y Cristóbal. Ya con el aval de un criterio del procurador Gómez a favor de su inconstitucionalidad. Criterio que, sorpresivamente y de modo expedito, se produce apenas habían transcurrido 16 días de haberse presentado la demanda de inconstitucionalidad en contra de la concesión de esos puertos al consorcio que los lega en la actualidad .
En el escenario de la conjetura, la cual se permite en el análisis y en el debate, lo anterior pareciera indicar que el objetivo único es sacar a Panamá Ports de esos puertos y reemplazarla con empresas portuarias de los Estados Unidos.
Ahora entendemos el por qué el señor Marco Rubio llegaría a expresar que Panamá tenía que apresurar el paso sobre temas conversados en forma privada.
Volviendo pues al tema del Canal, nos preguntamos el por qué el temor de enfrentar, como corresponde, democráticamente, las esas amenazas de Trump. La respuesta es clara: El pueblo no puede, de ninguna manera, enterarse de qué se habló y que se concertó o acordó. Conocer sería muy trágico para el gobierno ya que de otro modo, con la participación del pueblo, sería este quien decidiría todo.
Manejar pues este conflicto desde una perspectiva individual, excluyendo al pueblo, conduce a un único escenario: El fracaso y el perjuicio de las grandes mayorías nacionales.
Nadie está planteando agarrar las armas y menos restarle el protagonismo al señor presidente Mulino, al contrario, necesita unificar al pueblo panameño, unirse, y de este modo convertirnos en el valiente David inspirado que corta la cabeza del Goliat blasfemo y ofensivo.
Hay que hacerle entender al presidente Trump, y a ello debe avocarse el Gobierno de los Estados Unidos, que somos un pueblo unido y dispuesto a movilizarse por la defensa de la dignidad nacional, de nuestra soberanía y por nuestro Canal.
Penosamente existen algunos sectores que con agendas bien egoístas y propias están anuentes a prestarse para los intereses de esta perniciosa agenda trumpiana y no dudemos que son muy capaces de entregar el Canal al mejor estilo de un Tratado Hay Bunau Varilla. Son esos mismos que también se quieren apropiar del patrimonio de la Caja de Seguro Social.
Concluimos expresando que la República de Panamá es soberana en el Canal de Panamá. En todo su territorio insular y continental. No hay nada que hablar, menos cuando se quiere justificar o perseguir objetivos que denigran la dignidad de los panameños.
Se imponen, pues, la indispensable transparencia y el democrático debate público en todo cuanto concierne a estos temas y a otros. ¡Dios bendiga a la Patria!
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