Editorial
Uribe salió al paso
El senador y expresidente de Colombia Álvaro Uribe ha formulado una exhortación a la serenidad y a la fraternidad colombo-panameña en medio del litigio desencadenado por su
El senador y expresidente de Colombia Álvaro Uribe ha formulado una exhortación a la serenidad y a la fraternidad colombo-panameña en medio del litigio desencadenado por su exministro de defensa y actual mandatario, Juan Manuel Santos. “Declarar a Panamá como paraíso fiscal es ofender a una democracia amiga. Hay que buscar vías para que no se deterioren las relaciones entre ambos países”, son las palabras del prestigioso político colombiano, que constituyen un llamado a conservar la ecuanimidad del mandatario, que como ministro de defensa de su gabinete ordenó el bombardeo de territorio ecuatoriano, donde estuvo emplazado un campamento de las Farc, organización terrorista con la que ahora Santos entabla negociaciones de paz. Uribe conoce los vaivenes políticos de quien fue su ministro y hoy es su rival más encarnizado.
Desdichadamente, la canciller colombiana María Ángela Holguín refleja la postura intransigente de Santos, tras ubicar a Panamá como supuesto paraíso fiscal al lado de Barbados, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar. Estos Estados árabes tienen razones para no hacerle caso al gobierno de Santos, que prefiere entenderse con terroristas que con los países del Golfo Pérsico.
En cuanto a la señora Holguín, hay que recomendarle que reflexione sobre el llamado a la concordia del expresidente Uribe. Es incomprensible que Holguín hable de amenazas panameñas cuando su gobierno tomó iniciativas en materia de relaciones comerciales al bloquear las reexportaciones a su país a través de la Zona Libre de Colón y reanuda la contaminación política con la declaratoria de paraíso fiscal. Debió asesorarse para conocer que Panamá, en ejercicio de su soberanía jurídica, tiene convenios de intercambio fiscal y no de doble tributación con Estados Unidos, Francia, Inglaterra, México, países rectores del desarrollo económico.
El gobierno de Juan Carlos Varela está obligado a asumir la defensa de la soberanía tributaria y comercial del país. Hasta ahora, se limita a una actitud de medias tintas. Personalmente, no ha dicho una palabra, quizá temiendo que el diferendo pueda perturbar los vuelos de la compañía de su principal donante de campaña.
La posición solidaria de los expresidentes de la República marca una línea a seguir con sólidos argumentos jurídicos, más allá de intereses empresariales. Varela dio un paso en falso al invitar a un gobernante extranjero envidioso del crecimiento económico panameño que pretende imponernos coercitivamente obligaciones tributarias en forma unilateral.
El gobierno anterior llevó al arbitraje de la Organización Mundial del Comercio la transgresión de las normas adversas al proteccionismo aduanero colombiano en la reexportación de textiles y calzado. Pusilánime con los de fuera, arbitrario en las persecuciones de los opositores locales, violador de la autonomía legislativa en el nombramiento del contralor, calla y otorga espacios de argumentación sofística a un gobierno inamistoso.
El Gobierno venezolano aprovecha la pasividad del Gobierno para no cancelar las deudas por más de mil millones de dólares a empresas de la Zona Libre. La combinación funesta de los impagos venezolanos y el proteccionismo aduanero colombiano provocan el desempleo y el decaimiento de la ZLC.
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