Valores inculcados o trastocados
Publicado 2005/08/16 23:00:00
- Katherine Palacio P./CrÃtica
Toda mi vida escuché hablar sobre los valores que no han cambiado desde entonces y siguen siendo los mismos. Nuestros padres los enseñaban desde la infancia para que nos quedaran para toda la vida. Así era como los veíamos en todas las capas sociales, por lo menos donde yo me crié. Y no era el dinero quien marcara esos valores, sino los ejemplos que nos daban los mayores. Se era pobre, pero honrado; se era rico, honrado.
Los factores que han influido en nuestras vidas en las últimas décadas, han trastocado el significado de los valores. La gente piensa que ser más vivo que los demás es significado de hombría o de fortaleza, que el vivo es el líder de la comunidad o de los grupos; al contrario. Puede que en un momento sobresalga ese liderazgo; mas no es duradero, porque las personas a quienes guían se percatan pronto de la falta de seriedad y de valores de esos falsos líderes.
Insisto, la enseñanza de esos valores se hace, principalmente, con el ejemplo. De nada sirve que un padre, madre o educador nos digan en teoría lo que debemos hacer, si no damos el ejemplo. Mentir delante de los niños es catastrófico, porque ellos pensarán que es lo correcto y así actuarán siempre. Llevarse un lápiz de la oficina es robar, aunque en menor escala; pero es robo y los niños crecen pensando que es lo correcto. No debemos acogernos a estas situaciones y hacer partícipes a los niños.
Nuestros gobernantes, autoridades, políticos o cualquier persona que ejerza influencia en la sociedad debieran actuar con honestidad, con la verdad, dentro de los parámetros de esos valores. De nada sirve que tengamos todas las organizaciones para la transparencia, si los que cometen errores no saben renunciar a sus puestos. No es posible que un procurador de la Administración se le ha probado su falta, aunque sea moral, y ni siquiera piense en renunciar a su cargo por vergüenza moral y social. Pensé que el Presidente de la República le pediría la disposición del cargo, mas no ha sido así. Los Representantes piden donaciones que todos sabemos que es la forma de disimular las coimas, y no pasa nada. En las capas medias del gobierno piden coimas para sacar una transacción, y no pasa nada. En el Registro Público se alteran inscripciones y se habla de personas que han perdido propiedades, y no pasa nada. Podría enumerar muchos más que todos conocen, y no pasa nada.
Nos hemos acostumbrado a que el dinero es el principal factor de valor. Están equivocados. En Panamá no importa de dónde sacaste el dinero, pasas a ser parte de una élite social y económica. Sucede que nos hemos acostumbrado a aceptar las personas o a valorarlas por lo que tienen y no por lo que son. En realidad, somos lo que valemos y no lo que poseemos materialmente. En otros países vales por tus logros profesionales o políticos bien habidos, no por el dinero acumulado a través de la vida. Por esto, los valores cívicos y morales hay que inculcarlos desde la infancia. En la adolescencia ya es tarde. Se dificulta hablar de valores a los muchachos que llevan armas o drogas a la escuela porque, pareciera que ya su formación está completada. Lamentablemente, lo aprendido por ellos en las calles con otros muchachos se ha arraigado y hace falta lo que debieron enseñarle en su hogar y en la escuela.
La enseñanza que se daba antes en la Normal de Santiago para formar a los futuros educadores era de alta calidad. El cuerpo de profesores que allí enseñaba era de lo más completo y así salían preparados para luego formar a sus alumnos. No sé en cuándo empezó a decaer esa educación, pero hoy esa calidad ha disminuido tanto que no están capacitados para enseñar a sus alumnos lo que no practican.
Hay que revivir las campañas para retomar los valores cívicos y morales, inmiscuirse en las mismas y dar lugar a mejorar una sociedad que está ávida de mejores momentos para alentar la formación y la persistencia de esos valores.
El Taller de Molas Kikadiryay, el cual tiene17 años, fue creado con el firme propósito de comercializar la prenda de vestir y así minimizar la crisis económica.
Es un proyecto auto sostenible, con el interés de promover la elaboración y la venta de sus molas a los mercados nacionales e internacionales, sin necesidad de intermediarios.
Con la iniciativa, estas humildes panameñas pueden colocar de forma directa al mercado turístico sus creaciones autóctonas, sin la posibilidad que las molas pasen por las manos de los compradores, porque de lo contrario ocasionaría grandes pérdidas, debido a que parte de las ganancias quedan entre los comerciantes.
El costo de la prenda varía, porque las hay desde B/. 2.00 hasta B/. 20.00. Todo depende de la cosida.
Los factores que han influido en nuestras vidas en las últimas décadas, han trastocado el significado de los valores. La gente piensa que ser más vivo que los demás es significado de hombría o de fortaleza, que el vivo es el líder de la comunidad o de los grupos; al contrario. Puede que en un momento sobresalga ese liderazgo; mas no es duradero, porque las personas a quienes guían se percatan pronto de la falta de seriedad y de valores de esos falsos líderes.
Insisto, la enseñanza de esos valores se hace, principalmente, con el ejemplo. De nada sirve que un padre, madre o educador nos digan en teoría lo que debemos hacer, si no damos el ejemplo. Mentir delante de los niños es catastrófico, porque ellos pensarán que es lo correcto y así actuarán siempre. Llevarse un lápiz de la oficina es robar, aunque en menor escala; pero es robo y los niños crecen pensando que es lo correcto. No debemos acogernos a estas situaciones y hacer partícipes a los niños.
Nuestros gobernantes, autoridades, políticos o cualquier persona que ejerza influencia en la sociedad debieran actuar con honestidad, con la verdad, dentro de los parámetros de esos valores. De nada sirve que tengamos todas las organizaciones para la transparencia, si los que cometen errores no saben renunciar a sus puestos. No es posible que un procurador de la Administración se le ha probado su falta, aunque sea moral, y ni siquiera piense en renunciar a su cargo por vergüenza moral y social. Pensé que el Presidente de la República le pediría la disposición del cargo, mas no ha sido así. Los Representantes piden donaciones que todos sabemos que es la forma de disimular las coimas, y no pasa nada. En las capas medias del gobierno piden coimas para sacar una transacción, y no pasa nada. En el Registro Público se alteran inscripciones y se habla de personas que han perdido propiedades, y no pasa nada. Podría enumerar muchos más que todos conocen, y no pasa nada.
Nos hemos acostumbrado a que el dinero es el principal factor de valor. Están equivocados. En Panamá no importa de dónde sacaste el dinero, pasas a ser parte de una élite social y económica. Sucede que nos hemos acostumbrado a aceptar las personas o a valorarlas por lo que tienen y no por lo que son. En realidad, somos lo que valemos y no lo que poseemos materialmente. En otros países vales por tus logros profesionales o políticos bien habidos, no por el dinero acumulado a través de la vida. Por esto, los valores cívicos y morales hay que inculcarlos desde la infancia. En la adolescencia ya es tarde. Se dificulta hablar de valores a los muchachos que llevan armas o drogas a la escuela porque, pareciera que ya su formación está completada. Lamentablemente, lo aprendido por ellos en las calles con otros muchachos se ha arraigado y hace falta lo que debieron enseñarle en su hogar y en la escuela.
La enseñanza que se daba antes en la Normal de Santiago para formar a los futuros educadores era de alta calidad. El cuerpo de profesores que allí enseñaba era de lo más completo y así salían preparados para luego formar a sus alumnos. No sé en cuándo empezó a decaer esa educación, pero hoy esa calidad ha disminuido tanto que no están capacitados para enseñar a sus alumnos lo que no practican.
Hay que revivir las campañas para retomar los valores cívicos y morales, inmiscuirse en las mismas y dar lugar a mejorar una sociedad que está ávida de mejores momentos para alentar la formación y la persistencia de esos valores.
El Taller de Molas Kikadiryay, el cual tiene17 años, fue creado con el firme propósito de comercializar la prenda de vestir y así minimizar la crisis económica.
Es un proyecto auto sostenible, con el interés de promover la elaboración y la venta de sus molas a los mercados nacionales e internacionales, sin necesidad de intermediarios.
Con la iniciativa, estas humildes panameñas pueden colocar de forma directa al mercado turístico sus creaciones autóctonas, sin la posibilidad que las molas pasen por las manos de los compradores, porque de lo contrario ocasionaría grandes pérdidas, debido a que parte de las ganancias quedan entre los comerciantes.
El costo de la prenda varía, porque las hay desde B/. 2.00 hasta B/. 20.00. Todo depende de la cosida.
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