Panamá
¡Venga Señor Gehry!
- Jaime Figueroa Navarro
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El potencial del Biomuseo para gozar como una de las más emblemáticas obras de Gehry, está allí por su estratégica ubicación y alucínante relato.
Jaime Figueroa Navarro.
El 10 de marzo de 1876, Alexander Graham Bell conduce la primera llamada telefónica, llamando a su asistente Watson quien se encontraba en la habitación contigua, siendo las primeras e históricas palabras: "¡Venga Señor Watson!".
El famoso filántropo y editor estadounidense Malcolm Forbes expresó en alguna ocasión: "La diferencia entre los hombres y los niños está en el precio de sus juguetes".
El lunes pasado, acompañado de su querida esposa Bertita, sus hijos Alejandro, de 46 años, Samuel de 44, sus nueras y sus angelicales nietecitas, Frank Gehry, el mundialmente afamado arquitecto, considerado por muchos como el Antoni Gaudí del siglo XXI, honra al Istmo con la primera visita a su culminado Biomuseo, icónica obra de tonos multicolores estratégicamente ubicada en la calzada de Amador, a la entrada pacífica del Canal de Panamá, obligando el escudriñante ojeo de la totalidad de los tripulantes de los navíos que le atraviesan.
Sencillo, afable, regalón de sonrisas, enamorado cual adolescente de su esposa Bertita, fiel compañera de casi medio siglo, Frank Gehry, símil a Alexander Graham Bell al emitir su célebre mensaje al señor Watson, saboreó cual infante su primer recorrido a la icónica obra, su primer esbozo en la América Latina.
Relamiéndose los labios, el creador del museo, expresó estar supremamente impresionado y halagado por su contenido, felizmente superando todas sus expectativas. Y es que durante su examen de aproximadamente una hora, acompañado de familiares, gestores y administradores del Biomuseo, sus interlocutores, plurilingües guías de lujo, narraron al mínimo detalle las anécdotas que hacen de la obra algo particularmente señero, aprobando con vibrantes colores su inverosímil relato.
Múltiples desafíos, piedritas en el camino, se presentaron desde que el Dr. Rodrigo Eisenmann, acompañado de Bobby Eisenmann, presentarán el planteamiento durante una visita a las oficinas de Gehry Partners en la ciudad de Los Ángeles, California, a finales del siglo pasado. Ante todo, la indecisión de su creador. Afortunadamente, el jalón de orejas y ahínco de su media naranja logran su cometido. Son muchas y célebres las obras del prolífico genio de Gehry, entre otras, el Museo Guggenheim en Bilbao, España; el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, el Dancing Hall de Praga, República Checa; la Fondation Luis Vuitton en París, Francia.
Una vez adoptada la decisión de proceder con la creación del Biomuseo, múltiples retrasos, común en las grandes obras de Panamá, recordemos el clásico ejemplo del canal, bautizada por Carlos V en febrero de 1522, retomada por Ferdinand de Lesseps en 1886 y culminada por el General Goethals del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos en 1914, prorrogaron la apertura de la totalidad de las galerías del museo hasta mayo de 2019.
El potencial del Biomuseo para gozar como una de las más emblemáticas obras de Gehry, está allí por su estratégica ubicación y alucínante relato y así lo plasman sus visitantes. Recordemos que la torre Eiffel, construida por Gustave Eiffel, eregida entre 1887 y 1889, que sirvió como faro para la Exposición Universal conmemorando el centenario de la Revolución Francesa en París, estaba destinada a ser demolida 20 años después.
Gracias al genio de Eiffel, que incluyó una antena de telecomunicaciones en su cúspide, el gobierno francés desistió de su demolición, convirtiéndole en un magneto al turismo mundial, con más
de 7 millones de visitantes anuales. Asimismo, el Biomuseo, resultado de factores externos, como el cambio climático y el creciente fervor y admiración por la biodiversidad, que remolca al célebre diario The New York Times a describir el Istmo como “vergüenza de belleza tropical” (an embarrassment of natural beauty), bien podría multiplicar el número de visitantes anuales a Panamá.
Agradecidos, complacidos y satisfechos estamos todos los panameños con la insigne visita de Frank y Bertita Gehry, sobremanera por su clara y sensible bendición a la obra. Cercano a ellos durante el evento, sentí el latir de sus corazones en unísono, hasta su sonriente despedida descendiendo su soleado umbral, agarrados de manos cual recién enamorados.
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