Editorial
Viernes Santo
Hoy se cumple la ceremonia central de la Semana Santa que rememora la muerte de Jesús de Nazaret. En catedrales e iglesias pequeñas, el mundo católico despliega
Hoy se cumple la ceremonia central de la Semana Santa que rememora la muerte de Jesús de Nazaret. En catedrales e iglesias pequeñas, el mundo católico despliega la liturgia de la Pasión del Señor, a media tarde. No se celebra propiamente la misa, sino la liturgia, ciñéndose al antiguo protocolo de la cristiandad, que empieza con la lectura del profeta Isaías –siervo sufriente– y la lectura de San Pablo. En la primera epístola a los corintios, dijo San Pablo: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna, sino a Jesucristo, y a este, crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que veáis que vuestra fe no está fundada en la sabiduría de los hombres, sino del poder de Dios”.
En la continuación de la liturgia se conmemora el Viernes Santo con el rezo del viacrucis, en el que a través de catorce estaciones se recuerdan los pasos de Cristo cargando la cruz, caminando hacia la muerte. En la Basílica de San Pedro, en Roma, el papa Francisco presidirá la ceremonia litúrgica del Viernes Santo en medio del fervor de los creyentes que interpretan los mensajes que encierran el significado de la presencia de un pontífice latinoamericano en la silla de san Pedro. Mensajes reveladores de la orientación pontificia al servicio de la austeridad de vida y la jerarquía de los humildes. Resonarán otra vez las palabras de Jesús: “Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seráis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan y cuando os aparten de sí, y los vituperan, y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del Hombre. Mas ¡ay de vosotros ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo”.
En los actuales momentos de nubarrones de guerra en la península coreana; de luchas entre hermanos de sangre en Siria; de leyes civiles que pretenden modificar la alianza matrimonial de hombre y mujer; de desigualdades sociales; de materialismo extremo y de extrema pobreza; y de tantos problemas que ensombrecen la paz y la justicia, el mundo cristiano y también los que profesan otras creencias o se atrincheran en el escepticismo y el ateísmo deben reflexionar en torno a las palabras trascendentes de Jesús de Nazaret antes de ser traicionado, negado y sacrificado en la cruz.
En nuestro turno, los panameños debemos ser conscientes de que la meditación prevalece sobre la disipación en el Viernes Santo. Acudir al templo constituye un deber elemental; mas si no estamos en condiciones de concurrir a la iglesia, por una u otra razón, la oración es una motivación importante para revisar la orientación de nuestras vidas como padres de familia, como hijos, como seres humanos sencillos y corrientes. Las palabras de los apóstoles nos enfrentan a las dolorosas circunstancias del padecimiento y sacrificio de Jesús para redimir al género humano.
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