Villasoletanos
Publicado 2004/11/10 00:00:00
Ese es el gentilicio correcto de los ciudadanos de La Villa quienes celebran hoy junto con el resto del país el Primer Grito de Independencia de Panamá de la Madre Patria España, el 10 de noviembre de 1821. Llamarlos "villanos", no sólo es incorrecto sino ofensivo, porque deriva del adjetivo "vil" o persona de malos sentimientos, propósitos o conducta, lo cual es injusto para la gente de ese noble pueblo de la provincia de Los Santos. Que no se hable, pues, más en esta fecha de "villanos" sino de "villasoletanos".
Al margen de la anterior disquisición idiomática, que estimamos oportuna este día, es también ocasión para reiterar los conceptos tantas veces expuestos en los últimos diez años sobre el enorme significado del Grito para la consolidación de la nacionalidad panameña, entendida en su noción sociológica de pueblo amalgamado por una identidad de intereses y características comunes, tales como la religión, el idioma, la costumbre, ideales, cultura y otros que lo hacen integrarse en un mismo individuo colectivo, paso previo para su evolución a convertirse en un estado como organización y personalidad política internacionalmente reconocida.
Parte de ese gran significado deviene de su origen geográfico, el interior del país, siempre marginado de la metrópoli capitalina, en tiempos en que las comunicaciones eran más escasas y difíciles. ¿Qué movió a los villasoletanos a adelantarse y suscribir la célebre declaración de independencia antes que los capitalinos y ciudades más grandes? No lo sabemos, aunque es posible adelantar hipótesis. Pero hemos de tomar en cuenta ese detalle para no olvidar jamás que Panamá no es sólo un área canalera de tránsito sino también un país de gente de campo arraigada a su tierra.
En ese entonces, aún con escasas comunicaciones, los ecos de la gesta bolivariana en Suramérica, definitivamente sonaban con fuerza en nuestro istmo, al punto que cautivaban las regiones más remotas, incluyendo a la gente de La Villa. Es muy probable que, igual que ocurrió con la independencia de Estados Unidos y el resto del continente, el movimiento independentista tuviera motivaciones libertarias en materia de impuestos, comercio, tenencia de la tierra e ideales, conforme a la influencia, entre otras, de la Revolución Francesa. Y lo más probable es que intereses más triviales como los primeros, más que los ideológicos, hayan movido a la audaz decisión que hoy celebramos.
En cualquier caso, nos toca también rendir honores al papel de la mujer panameña personificada en la célebre patriota Rufina Alfaro, gracias a cuyo ingenio se hizo posible el Grito, neutralizando sin disparar un tiro la fuerza militar de la Corona que habría, sin su esfuerzo, frustrado el acto. Corresponde también expresar gratitud a los prohombres de La Villa que, asumiendo increíble riesgo de sus vidas, se adelantaron a redactar y suscribir el documento de la temprana exhortación a la independencia de España. Con su ejemplo dieron impulso final a las fuerzas similares que se gestaban en la capital donde, poco después, el 28 de noviembre siguiente, se declararía oficialmente la independencia de Panamá y su incorporación a la Gran Colombia de Bolívar.
Al margen de la anterior disquisición idiomática, que estimamos oportuna este día, es también ocasión para reiterar los conceptos tantas veces expuestos en los últimos diez años sobre el enorme significado del Grito para la consolidación de la nacionalidad panameña, entendida en su noción sociológica de pueblo amalgamado por una identidad de intereses y características comunes, tales como la religión, el idioma, la costumbre, ideales, cultura y otros que lo hacen integrarse en un mismo individuo colectivo, paso previo para su evolución a convertirse en un estado como organización y personalidad política internacionalmente reconocida.
Parte de ese gran significado deviene de su origen geográfico, el interior del país, siempre marginado de la metrópoli capitalina, en tiempos en que las comunicaciones eran más escasas y difíciles. ¿Qué movió a los villasoletanos a adelantarse y suscribir la célebre declaración de independencia antes que los capitalinos y ciudades más grandes? No lo sabemos, aunque es posible adelantar hipótesis. Pero hemos de tomar en cuenta ese detalle para no olvidar jamás que Panamá no es sólo un área canalera de tránsito sino también un país de gente de campo arraigada a su tierra.
En ese entonces, aún con escasas comunicaciones, los ecos de la gesta bolivariana en Suramérica, definitivamente sonaban con fuerza en nuestro istmo, al punto que cautivaban las regiones más remotas, incluyendo a la gente de La Villa. Es muy probable que, igual que ocurrió con la independencia de Estados Unidos y el resto del continente, el movimiento independentista tuviera motivaciones libertarias en materia de impuestos, comercio, tenencia de la tierra e ideales, conforme a la influencia, entre otras, de la Revolución Francesa. Y lo más probable es que intereses más triviales como los primeros, más que los ideológicos, hayan movido a la audaz decisión que hoy celebramos.
En cualquier caso, nos toca también rendir honores al papel de la mujer panameña personificada en la célebre patriota Rufina Alfaro, gracias a cuyo ingenio se hizo posible el Grito, neutralizando sin disparar un tiro la fuerza militar de la Corona que habría, sin su esfuerzo, frustrado el acto. Corresponde también expresar gratitud a los prohombres de La Villa que, asumiendo increíble riesgo de sus vidas, se adelantaron a redactar y suscribir el documento de la temprana exhortación a la independencia de España. Con su ejemplo dieron impulso final a las fuerzas similares que se gestaban en la capital donde, poco después, el 28 de noviembre siguiente, se declararía oficialmente la independencia de Panamá y su incorporación a la Gran Colombia de Bolívar.
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