Virtudes cívicas del pasado y el presente
Los seres humanos somos imperfectos, inclusive los grandes hombres. Según la Tradición Judía hay un instinto del mal, ietzer hará y un instinto del bien, ietzer hatov, que conviven en el ser humano, y constantemente se da una lucha entre ambos en la consciencia del ser humano. El principio del Mal no es malo en sí mismo, ya que si bien seguirlo nos lleva a dejarnos dominar por las pasiones, también es portador de la curiosidad, del deseo de cambios que hace que el ser humano, cuando lo aplica bien, temperado por el ietzer hatov, lo ayuda a descubrir o a crear nuevas cosas. Si no hubiese desafío en seguir el ietzer hatov, el principio del Bien, la virtud no tendría sentido. Inevitablemente, todos seríamos buenos y no habría ningún mérito en practicar la honradez, la honestidad, el valor y el sacrificio por los demás.
Y es que todos esperamos que nuestros líderes sean capaces de superar su ietzer hará y mostrarnos el camino al resto de humanos imperfectos. Por eso es que miramos con admiración a los seres que en la Historia nos han demostrado que han escogido la virtud sobre la pasión. Veamos algunos ejemplos, dignos de recordar.
Léonidas rey de Esparta, murió el 480 antes de la Era Común. AEC, enfrentando al ejército persa de Xerxes, en el paso de las Termopilas. El sacrificio de este hombre junto a sus 300 espartanos le permitió a Atenas organizarse y enfrentar la invasión persa. Enfrentó la muerte, para salvar a otros.
Sócrates (470 -379 AEC) enfrentó la ignorancia en Atenas, fue juzgado por corruptor de la juventud por enseñar a pensar libremente a los jóvenes de su tiempo, como nos lo ha transmitido Platón en sus Diálogos. Al ser condenado a muerte, por estrecho margen, en lugar de pedir clemencia y ofrecer el pago de una multa abultada, ofreció una suma ridícula que ofendió a sus jueces y le valió la ratificación de la pena de muerte, por mayoría abrumadora. Sus amigos le ofrecieron escapar, pero decidió que aunque la sentencia fuese injusta, no debía quebrantar la Ley, y prefirió cumplir la pena de muerte de su propia mano como se estilaba entonces. Cumplió la Ley, aunque le costase la vida.
Lucio Quincio Cincinato. (519 - 439 Antes de la Era Común). Patricio, cónsul y general romano. Fue nombrado dos veces dictador de Roma, lo cual acontecía en épocas de crisis en que el Senado entregaba todos los poderes en una sola persona para enfrentar los peligros del momento). En el 458 A.E.C., fue nombrado dictador para enfrentar a los bárbaros. Los emisarios del Senado lo encontraron arando su tierra. En 16 días acabó con la amenaza y en lugar de quedarse por todo el tiempo que le confería la Dictadura, restituyó los poderes al Senado. A pesar de sus diferencias con el Senado en otra ocasión fue llamado como cónsul para mediar entre tribunos y plebeyos. Volvió a ser llamado como dictador en el 439, cuando tenía 80 años, para enfrentar a Espurio (te suena el nombre?) Melio, un oportunista político de la época. Y nuevamente salvó a Roma. Ejerció el Poder Absoluto que le entregaron, y lo devolvió sin abusar del mismo. ¿Habrá dirigentes de este calibre en nuestro Panamá de hoy?
Franciscobu01@yahoo.com.mx
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