Atalaya: la tierra del Jesús Nazareno
Publicado 1999/02/20 00:00:00
- Milerick Alvendas /
Al llegar el mes de febrero, en la mente de los panameños está presente la proximidad de los carnavales. Sin embargo, en Atalaya un poblado en Veraguas, esto no es así, ya que sus pobladores se preparan a celebrar la cuaresma, festividad religiosa de mayor trascendencia que se da en la provincia.
Casa del milagroso Nazareno, esta comunidad es el escenario donde convergen más de 200 mil personas, que movidas por la fe acuden cada año a rendirle un homenaje a quien en determinado momento tanto los ha ayudado en las adversidades de la vida.
Desde tres semanas antes de la llegada de la cuaresma el poblado se transforma, en todas las calles se nota la llegada de la época más importante para los atalayeros, pues llega el momento en que su santo patrono y protector prepara para la llegada de miles de devotos, que lo acompañarán en su anual recorrido por las principales calles de este místico lugar.
Este hecho es notorio en el ambiente mismo, ya que en las calles se ve a todos los pobladores preparando sus viviendas y patios, a fin de que los mismos estén listos cuando lleguen los miles de visitantes que se toman la Atalaya para estas fechas.
Todos se hacen presentes para por lo menos ver al santo, o en el mejor de los casos poder tocar los cordones que salen de su vestimenta, y así sentir el contacto con quien tanto les ha ayudado.
Como lo sostiene el padre Roberto González, vicario de la basílica menor San Miguel Arcángel de Atalaya, el origen de la imagen del Nazareno se pierde en la historia y la leyenda, sin que se pueda establecer cual de las dos corrientes pueda brindar la mejor explicación.
Cuenta la historia que para el año de 1730 ya existían peregrinaciones hacia este lugar procedentes de otros lugares como Montijo, San Francisco, Ocú etc., tradición que fue incrementándose con el transcurrir del tiempo.
Por otra parte, una versión de la leyenda establece que la imagen llegó de manera inexplicable a la cabecera de Río de Jesús, a poca distancia del parque del pueblo,
También existe el caso de aquellos que afirman que la misma fue traída por los misioneros españoles y que Atalaya era una reducción indígena que se resistía a la conquista española haciéndole la guerra, por lo cual los españoles invocaron al santo y ofrecieron una imagen en este pueblo si ganaban la batalla, lo que en efecto sucedió y se trajo dicho Cristo.
La parte histórica más tangible destaca al padre Juan José Cánovas, como el principal impulsor de estas romerías que cada año se ven incrementadas por la fe de un pueblo que acude a Jesús como su único salvador y redentor, ante las pruebas que se presentan en el diario vivir.
El padre Cánovas fue cura párroco de la iglesia del poblado durante 52 años que comprendieron desde 1912 a 1964, en los cuales las peregrinaciones se incrementaron notablemente, a tal grado que en 1964 el Papa Juan Pablo VI declaró esta iglesia como Basílica, titulo que reciben ciertos templos por su importancia, la afluencia de fieles, devoción a algún santo o situaciones especiales que ametiran que la misma sea distinguida de alguna manera.
El vicario González sostuvo que este ritmo de crecimiento se ha mantenido lo cual se evidencia con el pasar de los años, ya que cada año son más los que buscan el refugio espiritual en el milagroso Nazareno, y por ende son más los que se dan cita en las calles del pueblo.
Esto ha motivado que se tomen medidas especiales para brindar la ayuda espiritual que se requiere y que los creyentes no solo paguen sus mandas y hagan caminatas y otros sacrificios, sino que tengan acceso a realizar otras actividades que requieran para estar en paz.
En este sentido, por ejemplo, se ha decidido crear la oportunidad para que todo aquel que desee confesarse lo pueda hacer, además de que se ha aumentado el número de misas o de eucaristías, para lo cual se cuenta ya con el apoyo de más de 40 sacerdotes que estarán al servicio de aquel que lo solicite.
El religioso comentó que todos estos esfuerzos están encaminados a lograr un cambio de actitud por parte de los fieles, ya que se les facilitará el mensaje divino que llama a la conversión hacia Dios y hacia el hermano, esto compartiendo con los más necesitados.
En cuanto al destino de las ofrendas que cada año recibe el Nazareno, el padre González explicó que los dineros que se recolectan constituyen el fondo más importante que recibe la Diócesis de Veraguas y los mismos son utilizados para sufragar los gastos de pastoral, y en todas las misiones que se desarrollan.
Además de esto sigue vigente la voluntad de Monseñor Juan José Cánovas, el cual en vida solicitó que el 25% de las ofrendas sean destinadas a la manutención del Instituto Jesús Nazareno, el cual es formador de bachilleres agropecuarios en la provincia.
En cuanto a al resto de las ofrendas como cabellos y otros objetos, comentó que es muy interesante la cantidad y variedad de artículos que el pueblo como parte de su creencia obsequia al Nazareno, como una muestra de su devoción y agradecimiento.
Dijo además que algunos de estos presentes entre los que se encuentran joyas se le adhieren a la imagen, mientras que alguno de los cabellos es utilizado cuando es necesario confeccionar otra de las pelucas que el mismo viste.
Todo esto como preparativo para el primer domingo de cuaresma día en el cual Jesús Nazareno de Atalaya, con sus laceraciones en el cuerpo, su mirada profunda y bondadosa sale de su hogar habitual para, en compañía de un pueblo agradecido y lleno de fe, realizar su anual caminata en medio de la multitud que no se le separa, aún con el sofocante calor de medio día y la aglomeración asfixiante de las miles de personas que abarrotan el pequeño poblado veragüense.
Casa del milagroso Nazareno, esta comunidad es el escenario donde convergen más de 200 mil personas, que movidas por la fe acuden cada año a rendirle un homenaje a quien en determinado momento tanto los ha ayudado en las adversidades de la vida.
Desde tres semanas antes de la llegada de la cuaresma el poblado se transforma, en todas las calles se nota la llegada de la época más importante para los atalayeros, pues llega el momento en que su santo patrono y protector prepara para la llegada de miles de devotos, que lo acompañarán en su anual recorrido por las principales calles de este místico lugar.
Este hecho es notorio en el ambiente mismo, ya que en las calles se ve a todos los pobladores preparando sus viviendas y patios, a fin de que los mismos estén listos cuando lleguen los miles de visitantes que se toman la Atalaya para estas fechas.
Todos se hacen presentes para por lo menos ver al santo, o en el mejor de los casos poder tocar los cordones que salen de su vestimenta, y así sentir el contacto con quien tanto les ha ayudado.
Como lo sostiene el padre Roberto González, vicario de la basílica menor San Miguel Arcángel de Atalaya, el origen de la imagen del Nazareno se pierde en la historia y la leyenda, sin que se pueda establecer cual de las dos corrientes pueda brindar la mejor explicación.
Cuenta la historia que para el año de 1730 ya existían peregrinaciones hacia este lugar procedentes de otros lugares como Montijo, San Francisco, Ocú etc., tradición que fue incrementándose con el transcurrir del tiempo.
Por otra parte, una versión de la leyenda establece que la imagen llegó de manera inexplicable a la cabecera de Río de Jesús, a poca distancia del parque del pueblo,
También existe el caso de aquellos que afirman que la misma fue traída por los misioneros españoles y que Atalaya era una reducción indígena que se resistía a la conquista española haciéndole la guerra, por lo cual los españoles invocaron al santo y ofrecieron una imagen en este pueblo si ganaban la batalla, lo que en efecto sucedió y se trajo dicho Cristo.
La parte histórica más tangible destaca al padre Juan José Cánovas, como el principal impulsor de estas romerías que cada año se ven incrementadas por la fe de un pueblo que acude a Jesús como su único salvador y redentor, ante las pruebas que se presentan en el diario vivir.
El padre Cánovas fue cura párroco de la iglesia del poblado durante 52 años que comprendieron desde 1912 a 1964, en los cuales las peregrinaciones se incrementaron notablemente, a tal grado que en 1964 el Papa Juan Pablo VI declaró esta iglesia como Basílica, titulo que reciben ciertos templos por su importancia, la afluencia de fieles, devoción a algún santo o situaciones especiales que ametiran que la misma sea distinguida de alguna manera.
El vicario González sostuvo que este ritmo de crecimiento se ha mantenido lo cual se evidencia con el pasar de los años, ya que cada año son más los que buscan el refugio espiritual en el milagroso Nazareno, y por ende son más los que se dan cita en las calles del pueblo.
Esto ha motivado que se tomen medidas especiales para brindar la ayuda espiritual que se requiere y que los creyentes no solo paguen sus mandas y hagan caminatas y otros sacrificios, sino que tengan acceso a realizar otras actividades que requieran para estar en paz.
En este sentido, por ejemplo, se ha decidido crear la oportunidad para que todo aquel que desee confesarse lo pueda hacer, además de que se ha aumentado el número de misas o de eucaristías, para lo cual se cuenta ya con el apoyo de más de 40 sacerdotes que estarán al servicio de aquel que lo solicite.
El religioso comentó que todos estos esfuerzos están encaminados a lograr un cambio de actitud por parte de los fieles, ya que se les facilitará el mensaje divino que llama a la conversión hacia Dios y hacia el hermano, esto compartiendo con los más necesitados.
En cuanto al destino de las ofrendas que cada año recibe el Nazareno, el padre González explicó que los dineros que se recolectan constituyen el fondo más importante que recibe la Diócesis de Veraguas y los mismos son utilizados para sufragar los gastos de pastoral, y en todas las misiones que se desarrollan.
Además de esto sigue vigente la voluntad de Monseñor Juan José Cánovas, el cual en vida solicitó que el 25% de las ofrendas sean destinadas a la manutención del Instituto Jesús Nazareno, el cual es formador de bachilleres agropecuarios en la provincia.
En cuanto a al resto de las ofrendas como cabellos y otros objetos, comentó que es muy interesante la cantidad y variedad de artículos que el pueblo como parte de su creencia obsequia al Nazareno, como una muestra de su devoción y agradecimiento.
Dijo además que algunos de estos presentes entre los que se encuentran joyas se le adhieren a la imagen, mientras que alguno de los cabellos es utilizado cuando es necesario confeccionar otra de las pelucas que el mismo viste.
Todo esto como preparativo para el primer domingo de cuaresma día en el cual Jesús Nazareno de Atalaya, con sus laceraciones en el cuerpo, su mirada profunda y bondadosa sale de su hogar habitual para, en compañía de un pueblo agradecido y lleno de fe, realizar su anual caminata en medio de la multitud que no se le separa, aún con el sofocante calor de medio día y la aglomeración asfixiante de las miles de personas que abarrotan el pequeño poblado veragüense.
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