Islas bocatoreñas: Una alternativa original
Publicado 2003/03/04 00:00:00
- Carlos A. RodrÃguez /
"Se hunde la isla", fue la exclamación de la joven Aracelis Guerra, cuando al medio día del domingo de carnaval vio que llegaban tantas personas a bordo del Ferry Palanga y la lancha Isla Colón.
Y es que miles de extranjeros y nacionales se han dado cita en la lejana región, escogida en Internet, como el segundo lugar de preferencia para propios y extraños que buscan disfrutar un largo fin de semana.
Pero la llegada de visitantes no se limita a utilizar los medios de transporte mencionados, ya que otros miles lo han hecho en lanchas rápidas, botes particulares, aviones particulares y aerolíneas comerciales.
La travesía de varios cientos de kilómetros es adornada por una exuberante flora y fauna, hasta llegar a la ciudad portuaria de Almirante, donde luego de estirar los músculos, llega el abordaje de las lanchas.
Cabelleras que obedecen a la dirección del viento, rostros que luego del aire acondicionado, empiezan a tomar un color y temperatura de acuerdo a la voluntad del astro sol.
Si viajan a Almirante, en principio se puede sorprender, porque luego de tanta belleza natural se observa un cuadro triste; basura, casitas que parecen desechables, niños sin calzados que forman parte de la comunidad Guaymí, que poco a poco intenta superar esa cruda realidad.
A través de la ruta Finca las 60, tendrá que viajar unos 35 minutos atravesando un canal artificial construido a principios de siglo por la empresa bananera que aún opera en la región, casas, ganado, lirios, árboles de toda clase, pájaros de gran variedad, iguanas, monos perezozos, peces saltando y una espectacular interconexión entre el canal, el río Changuinola y el Marel, que deja pasmado a cualquier fotógrafo de postales.
Tras los kilómetros recorridos, por fin llega el zarpe y cinco minutos después se abre el horizonte, dando paso a otra de las perlas naturales de Bocas del Toro, un sinnúmero de pequeñas islas de manglares, un mar azul y con suerte, hasta podrá observar algunos delfines. Luego de 30 minutos, la gran llegada a la Isla Colón. Algunos prefieren ir a Isla Carenero, Bastimentos u otras cercanas.
No es la isla de Guilligan, se trata de un vasto territorio que cuenta con hoteles cinco estrellas, otros de cuatro, tres, casa hospedajes, pensiones y casas de alquileres. Hay alrededor de 400 habitaciones que desde el mes de diciembre estaban apartadas.
Ya en el lugar de destino, empieza el carnaval para unos, el desconecte como se dice en buen panameño para otros. Temprano en la mañana, los días viernes, sábado, domingo y lunes de carnaval, por lo general se reúnen entre 12 a 20 personas, entre todos pagan una lancha y salen raudos por las rutas utilizadas por Cristóbal Colón.
Visitan la Isla de los Pájaros, Carenero, Red Roc, Bocatorito, Sal Crik y otros increíbles lugares adornados con peces de colores, delfines, y de vez en cuando un amigable tiburón.
Hay restaurantes edificados sobre el mar, los que además de servir alimentos, son perfectos para darles de comer a peces que parecen gallina comiendo maíz en un patio del interior.
Son las 3:00 p.m., hora del regreso. En el parque de la calle tercera espera una estruendosa discoteca móvil, comparsas, toldos, mulatas moviendo la cintura, el carro cisterna parqueado con sus miles de galones de agua que sirven para que los aventureros se enjuaguen, al tiempo que gozan y si se acaba el agua no hay problema, una bomba se succión es cómplice para sacar agua del mar y sigue la fiesta.
Al caer la noche una pausa, en dos horas, miles de ciudadanos con destino fijo, las discotecas, los toldos, la playas y sus fogatas, paseos en lanchas, baile a media calle o donde quiera.
En medio de todo el derroche de alegría y jolgorio, existe una férrea seguridad por parte de la Policía Nacional, Sistema Nacional de Protección Civil, Cruz Roja y los comerciantes.
Y es que miles de extranjeros y nacionales se han dado cita en la lejana región, escogida en Internet, como el segundo lugar de preferencia para propios y extraños que buscan disfrutar un largo fin de semana.
Pero la llegada de visitantes no se limita a utilizar los medios de transporte mencionados, ya que otros miles lo han hecho en lanchas rápidas, botes particulares, aviones particulares y aerolíneas comerciales.
La travesía de varios cientos de kilómetros es adornada por una exuberante flora y fauna, hasta llegar a la ciudad portuaria de Almirante, donde luego de estirar los músculos, llega el abordaje de las lanchas.
Cabelleras que obedecen a la dirección del viento, rostros que luego del aire acondicionado, empiezan a tomar un color y temperatura de acuerdo a la voluntad del astro sol.
Si viajan a Almirante, en principio se puede sorprender, porque luego de tanta belleza natural se observa un cuadro triste; basura, casitas que parecen desechables, niños sin calzados que forman parte de la comunidad Guaymí, que poco a poco intenta superar esa cruda realidad.
A través de la ruta Finca las 60, tendrá que viajar unos 35 minutos atravesando un canal artificial construido a principios de siglo por la empresa bananera que aún opera en la región, casas, ganado, lirios, árboles de toda clase, pájaros de gran variedad, iguanas, monos perezozos, peces saltando y una espectacular interconexión entre el canal, el río Changuinola y el Marel, que deja pasmado a cualquier fotógrafo de postales.
Tras los kilómetros recorridos, por fin llega el zarpe y cinco minutos después se abre el horizonte, dando paso a otra de las perlas naturales de Bocas del Toro, un sinnúmero de pequeñas islas de manglares, un mar azul y con suerte, hasta podrá observar algunos delfines. Luego de 30 minutos, la gran llegada a la Isla Colón. Algunos prefieren ir a Isla Carenero, Bastimentos u otras cercanas.
No es la isla de Guilligan, se trata de un vasto territorio que cuenta con hoteles cinco estrellas, otros de cuatro, tres, casa hospedajes, pensiones y casas de alquileres. Hay alrededor de 400 habitaciones que desde el mes de diciembre estaban apartadas.
Ya en el lugar de destino, empieza el carnaval para unos, el desconecte como se dice en buen panameño para otros. Temprano en la mañana, los días viernes, sábado, domingo y lunes de carnaval, por lo general se reúnen entre 12 a 20 personas, entre todos pagan una lancha y salen raudos por las rutas utilizadas por Cristóbal Colón.
Visitan la Isla de los Pájaros, Carenero, Red Roc, Bocatorito, Sal Crik y otros increíbles lugares adornados con peces de colores, delfines, y de vez en cuando un amigable tiburón.
Hay restaurantes edificados sobre el mar, los que además de servir alimentos, son perfectos para darles de comer a peces que parecen gallina comiendo maíz en un patio del interior.
Son las 3:00 p.m., hora del regreso. En el parque de la calle tercera espera una estruendosa discoteca móvil, comparsas, toldos, mulatas moviendo la cintura, el carro cisterna parqueado con sus miles de galones de agua que sirven para que los aventureros se enjuaguen, al tiempo que gozan y si se acaba el agua no hay problema, una bomba se succión es cómplice para sacar agua del mar y sigue la fiesta.
Al caer la noche una pausa, en dos horas, miles de ciudadanos con destino fijo, las discotecas, los toldos, la playas y sus fogatas, paseos en lanchas, baile a media calle o donde quiera.
En medio de todo el derroche de alegría y jolgorio, existe una férrea seguridad por parte de la Policía Nacional, Sistema Nacional de Protección Civil, Cruz Roja y los comerciantes.
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