Un trabajo fuerte, pero digno
Publicado 2004/02/03 00:00:00
- Elsa González
Coclé. La dura situación económica que se vive en el país afecta sobre todo a las clases más humildes, a lo que no escapan un grupo de campesinos de Penonomé, que debe dedicarse a limpiar con machetes, porque no hay otro trabajo.
Este es el caso de Encarnación Lorenzo y el joven Alberto, residentes en la comunidad de Vía Hernández, quien nunca ha trabajado de otra cosa que no sea tirar machete. "Este trabajo es duro, pero tengo que hacerlo; no hay nada más", expresó mientras laboraba en horas de la mañana en la vía Interamericana.
Actualmente Encarnación y Alberto tienen un contrato para limpiar las cunetas y orilla de la vía Interamericana en Penonomé, gracias a que la empresa Constructora del Istmo los contrató para que lleven el sustento a sus familias, sin embargo ellos necesitan de una corta grama para trabajar mejor.
Explicaron que empiezan a trabajar desde las 7:00 a.m. hasta las 3:00 p.m., con su machete y un "garabato" o rama torcida con la que separan la hierba. También cargan un poco de agua y cuando se puede un almuerzo al que ellos acá conocen como "lonche".
Estos campesinos aseguran que la vida para un machetero no es fácil, pues el dolor en la espalda y la cintura es increíble, ya que este trabajo exige estar en la misma posición por varias horas, hasta acabar la faena.
No obstante, aunque es un trabajo difícil, los campesinos aseguran que lo hacen con gusto, porque es lo que les da de comer a sus familias, pero creen que el Gobierno debe dar más oportunidades de trabajo.
Encarnación y Alberto actualmente viajan a diario en su bicicleta, desde la comunidad de Vía Hernández, hasta su lugar de trabajo en la Interamericana, luego inician la tarea del día que son 10 kilómetros o más, ya que deben limpiar con machete de Penonomé a Río Grande.
Los trabajadores reciben 1.40 la hora todos los días que trabajan, lo que para ellos no es mucho, pero es lo que les ayuda permite comer y a pesar de lo duro de este trabajo agradecen a Dios por tener algo para mantener a sus hijos y esposa.
El señor Lorenzo tiene cuatro hijos y manifiesta que ha trabajado con el machete desde que era pequeño, porque es necesario mantener a su familia y más ahora que tiene esposa e hijos.
Alberto, quien es un poco más joven, tiene una esposa, un hijo y otro por nacer, aseguró que este trabajo es duro, pero más difícil es mantener a una familia sin trabajo, por esto aceptó.
Este es el caso de Encarnación Lorenzo y el joven Alberto, residentes en la comunidad de Vía Hernández, quien nunca ha trabajado de otra cosa que no sea tirar machete. "Este trabajo es duro, pero tengo que hacerlo; no hay nada más", expresó mientras laboraba en horas de la mañana en la vía Interamericana.
Actualmente Encarnación y Alberto tienen un contrato para limpiar las cunetas y orilla de la vía Interamericana en Penonomé, gracias a que la empresa Constructora del Istmo los contrató para que lleven el sustento a sus familias, sin embargo ellos necesitan de una corta grama para trabajar mejor.
Explicaron que empiezan a trabajar desde las 7:00 a.m. hasta las 3:00 p.m., con su machete y un "garabato" o rama torcida con la que separan la hierba. También cargan un poco de agua y cuando se puede un almuerzo al que ellos acá conocen como "lonche".
Estos campesinos aseguran que la vida para un machetero no es fácil, pues el dolor en la espalda y la cintura es increíble, ya que este trabajo exige estar en la misma posición por varias horas, hasta acabar la faena.
No obstante, aunque es un trabajo difícil, los campesinos aseguran que lo hacen con gusto, porque es lo que les da de comer a sus familias, pero creen que el Gobierno debe dar más oportunidades de trabajo.
Encarnación y Alberto actualmente viajan a diario en su bicicleta, desde la comunidad de Vía Hernández, hasta su lugar de trabajo en la Interamericana, luego inician la tarea del día que son 10 kilómetros o más, ya que deben limpiar con machete de Penonomé a Río Grande.
Los trabajadores reciben 1.40 la hora todos los días que trabajan, lo que para ellos no es mucho, pero es lo que les ayuda permite comer y a pesar de lo duro de este trabajo agradecen a Dios por tener algo para mantener a sus hijos y esposa.
El señor Lorenzo tiene cuatro hijos y manifiesta que ha trabajado con el machete desde que era pequeño, porque es necesario mantener a su familia y más ahora que tiene esposa e hijos.
Alberto, quien es un poco más joven, tiene una esposa, un hijo y otro por nacer, aseguró que este trabajo es duro, pero más difícil es mantener a una familia sin trabajo, por esto aceptó.
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