Un poblador cuya esposa murió por una mordida ha matado más de 30 víboras
Víboras letales producen temor en Bocas del Toro
Residentes de aldeas a la orilla de la cordillera denuncian ser víctimas frecuentes de estos reptiles, que bajan de las montañas en busca de alimentos. Aunque pocas serpientes son agresivas y solo atacan por invasión de su terreno y al sentirse acorraladas, las comunidades están inquietas.
Víboras peligrosas están llegando a lugares poblados de Bocas del Toro para sembrar temor y muerte. Su llegada es atribuida, principalmente, a la tala indiscriminada y a la emigración de los roedores, su alimento favorito, hacia las áreas pobladas.
La Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) sostiene que antes el uso de fertilizantes en las bananeras mantenía alejadas a las víboras de los poblados, pero el hambre las obliga a desafiar esta situación y emigrar hacia las casas.
Ahora las culebras hambrientas abandonan las montañas que rodean las áreas urbanas para ir detrás de pequeños roedores y otros mamíferos.
La proliferación se registra mayormente en la comunidad de Débora, en Changuinola.
Los animales han sido identificados por los lugareños como del tipo terciopelo o X, especie muy venenosa que gusta merodear, no solo en los matorrales, sino también en caminos, casas, basura, plantas ornamentales y otros sitios frecuentados por los pobladores.
Vive para contarlo
En marzo pasado, Liceida Morales Serrano, de 19 años, salía de la iglesia cuando, por un pequeño camino que la llevaría a su casa, una terciopelo de unos 15 centímetros de largo le clavó ambos colmillos a la altura del tobillo derecho. Al gritar, quienes le acompañaban lograron dar muerte a la culebra, tras lo cual la joven fue llevada a la policlínica de Guabito, de allí la trasladaron al hospital de Changuinola, donde estuvo recluida dos días.
Actualmente, Liceida permanece la mayor parte del tiempo en una hamaca en el pequeño rancho que comparte con sus padres y otros familiares que le ayudan con la manutención de su niña, de apenas unos meses de nacida, pues por el veneno que recibió no se atreve a amamantarla.
Familiares de Liceida aseguran que no fue tratada el tiempo suficiente como para haberle sacado todo el veneno del cuerpo, pues por los dos días hospitalizada le cobraban $100, de los que solo pudieron pagar $25, pues en ocasiones no tienen ni para comer.
Caso mortal
José Rodríguez Ellington, de 59 años, dijo que su esposa fue mordida por una culebra cuando iban al río Sixaola a bañarse. Entristecido, narró que ella gritó al ser atacada y élmató al animal con un machete. Asustado corrió con su esposa a cuestas y empezó a gritar, hasta que sus hijos y vecinos acudieron en su ayuda.
Sin mucha demora consiguieron un transporte para ir al hospital, pero en el camino la señora murió.
Rodríguez explicó que todo fue rápido, pero también en “cámara lenta”, y agrega que no se separó en ningún momento de la madre de sus 10 hijos, cuyas últimas palabras fueron “cuida a los chi... (niños)”.
“Solamente habían pasado 15 minutos y mi mujer se me fue por culpa de esa culebra”, manifestó.
Desde entonces José se ha encargado de sus hijos. Los dos más pequeños están en la escuela del lugar y cada vez que los puede acompañar lo hace, porque teme que otra víbora aparezca. “En mi patio he matado 18 culebras de esas (terciopelo negras) y como 20 más cuando estoy trabajando en la finca o voy por el camino. Siempre las veo y las mato antes de que ellas me maten a mí”, sentenció.
¿Por qué abundan?
El ingeniero José Rodríguez, jefe del Área de Protección de Calidad Ambiental de la Anam en Bocas del Toro, explicó que tradicionalmente las víboras no bajaban a Débora para evitar los fertilizantes utilizados en las bananeras y la presencia del hombre.
Sin embargo, la deforestación produjo que sus principales alimentos emigraran hacia los poblados y se fueron detrás de ellos.
Además, estas víboras huyen de sus depredadores naturales: águilas, gavilanes, búhos, lechuzas y la boa clelia, entre otras.
También las atraen los desperdicios que rodean a las casas y los lugares cálidos que encuentran en época de lluvias.
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