Casa-Museo La Huerta San Vicente
Publicado 1999/01/17 00:00:00
- Aristides Martínez
La familia García Lorca traslada su residencia, del Valderrubio a la ciudad de Granada, en 1909. Viven en la Acera del Darro hasta 1916; luego en la Gran Vía No. 34 en 1917 ; en Acera del Casino, en 1918 ; de manera definitiva, hasta 1936, se instalan en una hermosa propiedad, de una hectárea, La Huerta de San Vicente.
La prosperidad de la familia se reflejaba en cada una de estas casas, que aunque contaban con el confort propio de la ciudad y del bienestar económico, mantenían el olor, el sabor y el colorido de la vega granadina, pues con marcada puntualidad llegaban los productos cultivados en las propiedades del padre de Federico, y con ellos parientes campesinos que eran hospedados en la casa. Además, toda la servidumbre provenía de Fuente Vaqueros o de Valderrubio, acentuando con su presencia el color andaluz que jamás desapareció de la obra literaria de Federico García Lorca.
Es comprensible que la Fundación García Lorca y las autoridades granadinas hayan puesto un interés especial en la restauración de La Huerta de San Vicente, hoy convertida en casa-museo. Fue en esa casa, a la que volvía con frecuencia el poeta cuando se instaló en Madrid ; que la familia celebró los primeros grandes triunfos de Federico, Romancero Gitano, Mariana Pineda y también los últimos, Bodas de Sangre, Yerma.
Y fue la casa en la que el 9 de agosto de 1936 una familia vio salir a su hijo en busca de refugio seguro, pero no lo volvió a ver jamás.
En la Huerta de San Vicente, como se bautizó la propiedad, la confortable casa de la familia García Lorca ocupaba el centro de la hectárea de un terreno vestido de vegetación y jardines. Una casa de campo en la ciudad de Granada, en la que sus dueños estaban identificados con el gusto de los moros granadinos por la vegetación y los jardines. Arboles frutales y flores aún se ven en el paisaje de La Huerta. La blanca casa es de dos altos, presidida de un angosto portal con suficiente espacio para las mecedoras de Don Federico y Don Vicenta. Al entrar encontramos un recibidor y al fondo la escalera que conduce a las habitaciones del segundo piso. A la derecha de la entrada principal se encuentra la sala y el comedor, con acceso a la cocina. A la izquierda de la entrada principal en la planta baja, el área del piano de Federico. En la planta alta, las habitaciones, y en la del poeta encontramos su cama y su escritorio, área en que se exhiben manuscritos de sus obras. Allí escribió Bodas de Sangre, Yerma, Doña Rosita, La Solterona o el Lenguaje de las Flores, Diván del Tamarit, y comenzó o terminó otras. La izquierda de la escalera hay dos habitaciones más y una terraza.
Al contemplar el visitante estos detalles siente el placer que disfrutaba Federico en la cómoda casa paterna, que lo acogía con alegría y amor. La disfrutaba en la espaciosa cocina conversando con los mozos y criadas ; en la sala del piano componiendo o deleitando a la familia, sobre todo a sus hermanas menores y después a sus sobrinos ; en la mecedora junto a sus padres en el portal ; caminando entre árboles y flores con los amigos de Granada que iban a la Huerta avsaludarlo cuando volvía de Madrid o de Nueva York, o de Argentina, Uruguay y Brasil ; o en la soledad de su cuarto haciendo apuntes, casi que indescifrables, de alguna de sus obras.
Aunque en julio de 1936 Federico decide viajar a Granada desatendiendo consejos de amigos de Madrid que opinaban que la capital era el sitio más seguro si se desencadenaba una confrontación entre los republicanos y sus enemigos facistas. Alega que su cuñado Manuel Fernández Montesino lo protegería, pues era alcalde de Granada. El marido de su hermana Concha será uno de los primeros fusilados por los falangistas y militares golpistas. Alega también una razón de fuerza mayor : abrazar a su padre el 18 de julio, día de la festividad de San Federico, fecha sagrada y alegre para la familia García Lorca. Sin embargo, el 18 de julio son pocos los que llegan a saludar a Don Federico, pues el General Queipo del Llano se toma ese día Sevilla. Pero a nuestro juicio, además de las razones que pesaron en la decisión de Federico, La Huerta y su familia era lo que podía aliviar la dramática tensión que vivía esos días el poeta por los acontecimientos políticos. Hay testimonio de sus allegados de que el poeta presentía lo peor, de allí su decisión de refugiarse en La Huerta de San Vicente.
El visitante que conozca estos detalles de los últimos días del poeta en La Huerta imaginará con dolor la transfiguración de una casa en donde reinaba el amor, la camaradería y la alegría, en un escenario con gente aterrorizada, pues a partir del 7 de agosto se vivieron escenas dramáticas.
El hoy director de la Fundación García Lorca, Manuel Fernández Montesino García Lorca, sobrino del poeta, hijo del alcalde Fernández Montesino y su hermana Concha, quien sólo tenía 4 años de edad, recuerda cómo vio desde una ventana del piso superior maltratar con látigo a un mozo que acusaban de rojo, unos falangistas que irrumpieron en La Huerta. El 9 de agosto se repite otra invasión a la Huerta e insultan a Federico, quien comprende que su vida corre peligro y con la aprobación familiar busca refugio en la casa de su amigo el poeta Luis Rosales. Federico sale en la noche del 9 de agosto de La Huerta para no volver, y a partir de esa noche se apagó la luminosa luz de La Huerta San Vicente. Convertida en Casa-Museo Huerta de San Vicente ha vuelto la vida y los buenos recuerdos. Restaurada con absoluta fidelidad, los grupos de visitantes llegan durante todo el horario establecido. García Lorca está presente en la persona de su sobrina Laura, directora, quien tiene un impresionante parecido con el poeta.
La prosperidad de la familia se reflejaba en cada una de estas casas, que aunque contaban con el confort propio de la ciudad y del bienestar económico, mantenían el olor, el sabor y el colorido de la vega granadina, pues con marcada puntualidad llegaban los productos cultivados en las propiedades del padre de Federico, y con ellos parientes campesinos que eran hospedados en la casa. Además, toda la servidumbre provenía de Fuente Vaqueros o de Valderrubio, acentuando con su presencia el color andaluz que jamás desapareció de la obra literaria de Federico García Lorca.
Es comprensible que la Fundación García Lorca y las autoridades granadinas hayan puesto un interés especial en la restauración de La Huerta de San Vicente, hoy convertida en casa-museo. Fue en esa casa, a la que volvía con frecuencia el poeta cuando se instaló en Madrid ; que la familia celebró los primeros grandes triunfos de Federico, Romancero Gitano, Mariana Pineda y también los últimos, Bodas de Sangre, Yerma.
Y fue la casa en la que el 9 de agosto de 1936 una familia vio salir a su hijo en busca de refugio seguro, pero no lo volvió a ver jamás.
En la Huerta de San Vicente, como se bautizó la propiedad, la confortable casa de la familia García Lorca ocupaba el centro de la hectárea de un terreno vestido de vegetación y jardines. Una casa de campo en la ciudad de Granada, en la que sus dueños estaban identificados con el gusto de los moros granadinos por la vegetación y los jardines. Arboles frutales y flores aún se ven en el paisaje de La Huerta. La blanca casa es de dos altos, presidida de un angosto portal con suficiente espacio para las mecedoras de Don Federico y Don Vicenta. Al entrar encontramos un recibidor y al fondo la escalera que conduce a las habitaciones del segundo piso. A la derecha de la entrada principal se encuentra la sala y el comedor, con acceso a la cocina. A la izquierda de la entrada principal en la planta baja, el área del piano de Federico. En la planta alta, las habitaciones, y en la del poeta encontramos su cama y su escritorio, área en que se exhiben manuscritos de sus obras. Allí escribió Bodas de Sangre, Yerma, Doña Rosita, La Solterona o el Lenguaje de las Flores, Diván del Tamarit, y comenzó o terminó otras. La izquierda de la escalera hay dos habitaciones más y una terraza.
Al contemplar el visitante estos detalles siente el placer que disfrutaba Federico en la cómoda casa paterna, que lo acogía con alegría y amor. La disfrutaba en la espaciosa cocina conversando con los mozos y criadas ; en la sala del piano componiendo o deleitando a la familia, sobre todo a sus hermanas menores y después a sus sobrinos ; en la mecedora junto a sus padres en el portal ; caminando entre árboles y flores con los amigos de Granada que iban a la Huerta avsaludarlo cuando volvía de Madrid o de Nueva York, o de Argentina, Uruguay y Brasil ; o en la soledad de su cuarto haciendo apuntes, casi que indescifrables, de alguna de sus obras.
Aunque en julio de 1936 Federico decide viajar a Granada desatendiendo consejos de amigos de Madrid que opinaban que la capital era el sitio más seguro si se desencadenaba una confrontación entre los republicanos y sus enemigos facistas. Alega que su cuñado Manuel Fernández Montesino lo protegería, pues era alcalde de Granada. El marido de su hermana Concha será uno de los primeros fusilados por los falangistas y militares golpistas. Alega también una razón de fuerza mayor : abrazar a su padre el 18 de julio, día de la festividad de San Federico, fecha sagrada y alegre para la familia García Lorca. Sin embargo, el 18 de julio son pocos los que llegan a saludar a Don Federico, pues el General Queipo del Llano se toma ese día Sevilla. Pero a nuestro juicio, además de las razones que pesaron en la decisión de Federico, La Huerta y su familia era lo que podía aliviar la dramática tensión que vivía esos días el poeta por los acontecimientos políticos. Hay testimonio de sus allegados de que el poeta presentía lo peor, de allí su decisión de refugiarse en La Huerta de San Vicente.
El visitante que conozca estos detalles de los últimos días del poeta en La Huerta imaginará con dolor la transfiguración de una casa en donde reinaba el amor, la camaradería y la alegría, en un escenario con gente aterrorizada, pues a partir del 7 de agosto se vivieron escenas dramáticas.
El hoy director de la Fundación García Lorca, Manuel Fernández Montesino García Lorca, sobrino del poeta, hijo del alcalde Fernández Montesino y su hermana Concha, quien sólo tenía 4 años de edad, recuerda cómo vio desde una ventana del piso superior maltratar con látigo a un mozo que acusaban de rojo, unos falangistas que irrumpieron en La Huerta. El 9 de agosto se repite otra invasión a la Huerta e insultan a Federico, quien comprende que su vida corre peligro y con la aprobación familiar busca refugio en la casa de su amigo el poeta Luis Rosales. Federico sale en la noche del 9 de agosto de La Huerta para no volver, y a partir de esa noche se apagó la luminosa luz de La Huerta San Vicente. Convertida en Casa-Museo Huerta de San Vicente ha vuelto la vida y los buenos recuerdos. Restaurada con absoluta fidelidad, los grupos de visitantes llegan durante todo el horario establecido. García Lorca está presente en la persona de su sobrina Laura, directora, quien tiene un impresionante parecido con el poeta.
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