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Cuando la isla era doncella

Aristides Martínez Ortega - Publicado:
Antes que el aire fuera marineroentre la sangre de mis siete mares,y la luz limonar de mis dos ojostus barrocas colinas despeinara;antes que el fuego verde de un relámpagolas pensativas sienes encendiera,y en mis manos flotaran los arcángelesque custodian la sal de la memoria;siempre y desde que el lirio de mis labiosen tu nombre de ave amaneciera,y soñaran con árboles de nácarlos húmedos follajes de tus olas;estabas junto a mí, ayer y ahora,creciendo en los verjeles, sumergidaen las cejas, de pie en los huracanes,con una rosa roja en los amores.

Isla de paz en zócalos de olvido:eras y eres el pulso aceleradoque da sabor de luna a las almejasy contornos de agua a los recuerdos.

Te saludo con un geranio ardienteal entrar por tus dulces plenamares,como un galán dormido que despiertacon el rostro del sueño entre las manos.

IIEl mar, cuando la Isla era doncellay nave de jazmín calzar solía,era un antiguo mar enamoradopor radas y penínsulas y esteros.

Australes lienzos de organdí floridoamarraban su túnica de nácaresverdes, cuando la Isla era doncellay el mar ya la buscaba en la neblina.

Aguafuertes de brumas asustadas,leopardos de verdor y sin colmillosy conchas como pórfidos desnudos,eran su piel, sus trenzas y sus senos.

Sin lazos, ni collares ni ruboresel mar la descubrió por sus riberas,una noche de abril que perseguíacervatillos de luna por la playa.

Alumna de los vientos y las olas,con cadenas de peces y aquilonesla retuvo en su voz y en sus miradasnavegando entre hierbas submarinas.

Desde entonces abraza su cintura,¡Oh enajenada niña en las almenas!y los labios le cubre de coralescon marejadas de zafiros fuegos.

IIISal salinero y alguacil de espumade la acuarela de los tamarindos,alza tu quilla, plenamares rompecon remos de clavel amartelado.

Diez mil esquifes de aguamiel morunagiran a sotavento, sin timones.

Chirimoyas de mar y algas dormidascargan en sus bodegas al mercado.

Langostas de relente por el cielovuelan con sus plumones despeinados,y rojos argonautas, pececillos,descienden las marinas pasarelas.

Isla de flor, de flores encalladasen arrecifes de salina aroma,de aliento, crestamar de los alientos,tiñe el confín del golfo, ventolera.

Tendida entre dos soles, la restinga,cumbres de helecho rompe y claraboyas,moros de turbia miel y unicorneadospor sortijas de rizos platinegros.

Mar de las marejadas interiores,mar de escayolas naves y candilesde cal y canto.

Mar, mar marinero,verde alguacil de espumas placenteras.

IVCon su estela de nardos y gaviotasrumbo al amanecer, los navegantesistoles apresuran sus vaporesde un morado color de escalofrío.

En la esmeralda guarnición del puertocien cañones de niebla los reciben,cien agujas que baten sus costadoscon granadas de peces amarillos.

Cada redoble azul del artilleromuere un lobo de mar en las cubiertas:un congelado resplandor argentea bordo de negruzcos farallones.

Con sus dedos de amor el aire enjugalas mortales heridas de las sombras,y resucita alcázares y velas,áncoras y flamencos flotadores.

Nuevas quillas de lumbre marinera,bajeles tibios y dorados fucos,renacen de las aguas desveladasen los verdes espejos de al aurora.

Una escuadra de luces mañanerasirrumpe por los faros destruidos,y la Isla contempla sin saberloel cadáver del cielo entre las olas.

VMediodía en los pétalos del aguaciega de los jardines plenamares,cumbre de los velados ruiseñoresque en cárcel de cristal su canto suenan.

Palmares submarinos y burelesmece el vaivén de plata de la siesta,y polluelos de luz maromas hacende rama en rama por las blancas ostras.

Un pregón de pescados y lechugas,ajicillos de amor y calamares,corre por las cocadas de las piñasy estremece las uñas del cangrejo.

Viva estás la arboleda de las olasy vivo el mar de gracia de las floresen esta reposada arquitecturade tropicales frisos marineros.

Varada en una rosa sin espinas,la cúpula del pueblo desfallecede mirar la botella que aprisionaun cernido bajel de pescadores.

El escarpado monte entre goletasde verde estalactita, se derrumba,y hojas como tigrillos zumbadorespenden sobre el tamiz de la ensenada.

VILa Virgen del Carmelo, Carmelina,trópicos de alcanfor rompe y desuella,con un niño vestido de grumetey agujas como harpones torrencialesEn su esquife de nubes y palomas,plátanos y piñuelas serpentinas,cubre la mar de nardos y limonesde espermas, serafines y bombillos.

Desde el cielo las blancas humedadessu timonel de lino va encrespando,y palios de aguacero, en dulces ostrasabren los parasoles de la hormiga.

Algas de voz bermeja sus maitinesentre sonoras mieles aseguran,y el acordeón del perro, desentonanescualos de marfil y piel felina.

Medallones de cuarzo los luceroscuelgan de las corvinas y las ranas,y airados luciferes vengadoresrecortan el ombligo de la luna.

Capitana y patrona de las conchas,tus ojos de morada lumbre erguida,sueñan de amor por los mojados riscoscon rebaños de azules rompeolas.

VIIPor el dormido de las caletaslevemente dorado en los ancones,baja la tarde al fin sus banderinescon salvas de cuarenta caracolas.

Un polvo de diamantes masteleroscubre las torres de la mar salina,y desfallece el aire en los aljibescon diminutas alas nazarenas.

En el poniente se despluman nubespalomitas de escarcha y caramelos:nubes de terracota y pan molidocon sabor a pastel azucarado.

Somos de nuevo niños y sirenasa ver nos llevan dulces tiburones,langostinos en flor y descendiendopor espirales gradas submarinas.

Peces como suspiros y bucólicosenamoradas coles asemejan,mientras la luna añil de los espejoscon luces de cristal despide el día.

Tantas cosas de ayer, tantos escombrosde moluscos galantes contra el fríode chalupas y costas encalladascon las redes dormidas, marineras!VIIIFuegos prendió la noche de esmerilesmusgos, en el candil ultramarinode un caracol de nácar que consumecelestes óleos de fulgor mojado.

Brincan delfines por las glaucas dunasy desaferran, crueles, los faroles,las rocas, las sardinas, las guitarras,y el deslumbrante toro del vacío.

Cómo nos duele el aire en la preguntaque la garganta esconde y desafina,con tormentosos hielos encendidosy pescados de colas en salmuera.

Tortugas de aserrín enamorado,y tritones con remos como lirioshunden también su voz en las arenasbuscando estrellamares y memorias.

Ni aún los marineros son igualesen esta sobremesa sin claveles,que resucita rostros flotadoresy barcarolas de rubí dormido.

Un lucero de plata, fiel grumete,de su neptuno mirador divisa,cristalino tropeles de hipocamposabordando a estribor el fondeadero.

IXBarloventos de conchas, capiteles,leños entre las jarcias, desprendidos,y el roce de los náufragos tan suavecomo el célico anís de la memoria.

¡Cuántas manos ardiendo en los cantilescon pulseras de azufre y hielo! ¡Oh cuántostorsos con el ardor ya moribundosobre las deshojadas madreperlas!Por las dársenas llora el astilleroen sótanos de espumas carceleras,como una mariposa de relámpagosfría entre ramblas de coral dormido.

Te miro y me pregunto donde vieneesta raíz que de la tierra sube,y el marfil que acalora tu figuracon volanderos pájaros marinos.

Espanto de sentirte por la sangre,huéspeda tutelar en las moradasremotas que los ojos adivinancon celestiales órbitas isleñas.

En esta soledad, aunque distantede los iluminados farallones,el fuego que nos une nos separacon sus gélidos yodos de berilo.

XBajo un cielo de azules golondrinasla sombra asciende con sus pies de escamasy transfigura el monte, centinela,rondando entre portales de rocío.

Ciudad de callejones inclinados:púdica flor de marineros pétalos.

El pulso de la rada, detenido,con el aire sin luz no se conforma.

Duerme la madreselva y en los parquesel niño del briol muere de fríocon una vela roja entre las manos,ajada flor de plumas salineras.

Por la rampa del sur la lluvia lloraen los fustes del templo, sostenida.

El dulce mar Pacífico la escuchasin mover una sola verde ceja.

Alza la frente Dios y sus argollasde luceros amargos palidecenlos últimos escollos navegantesy el surtidor de estelas enfadadas.

Distante, una canción, rompe las hojasdel árbol de la noche, ventolina,y tres mangos de sombra, tres doncellas,en lecho de espolines se desmayan.

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