Teatro. No es la supermujer, pero tiene voz, voto, derecho a disentir y hace uso de ellos. ¡AH!, y sí es feliz, tiene marido, una casa y tres hijos
Decidió enfrentar su desafío en casa
”Ups, esto es una locura. En tres semanas aprenderme una obra... pero, voy a ver qué es lo que sale, pensé. Cuando le vi los ojos a Viviana Gómez Thorpe, me llegó al corazón y me dije: ‘este libreto yo me lo voy a aprender con todo el respeto del mundo’”. Ella opina que para ser feliz “No existe una norma. Debemos orar. Ser humildes de espíritu y corazón. Hay que encomendarse, arrodillarse, leer la Biblia y pedir, hay que pedir. María nos da las herramientas. En el camino va a ir superando cada reto”.
Cuando en noviembre Gloryana Reyes, su esposo José y sus hijos José Felipe (13), Ana Victoria (8) y Eva María (5), por decisión unánime, optaron por vivir sin la ayuda de las muchachas, con todo lo que implica tener que hacerse cargo de la multiagenda que colleva ser profesional y ama de casa (ser esposa, enfermera, madre, cocinera, maestra, administradora de las finanzas y demás recursos del hogar, mensajera, cachifa...) ella no sabía que pocos meses después el director y actor Félix Gómez le haría una propuesta que le permitiría retomar su carrera en el teatro y a la vez aplicar en su vida aprendizajes y crecer, gracias a esa maravillosa posibilidad que brinda este arte milenario de ponerse en el pellejo de otro.
“Fue sumamente comiquísimo, dice, porque, de hecho, ella vivía algo parecido, proporciones guardadas, ya que, después de haber vivido con alguien que la ayudara en el hogar en las faenas domésticas, hacerlo sola era un caos al principio, pero para Gloryana, no era una condición, era una decisión, a diferencia de Viviana, el personaje de “No seré feliz, pero tengo marido”.
Ella, al igual que Viviana, son perseverantes. No se dan fácilmente por vencidas. Solo que, mientras Viviana tenía un zángano y bueno para nada como marido, el esposo de nuestra interlocutora, la tres veces ganadora del Premio Escena a mejor actriz principal, sí la apoya como pareja y profesional.
Es que, como nos explicó Gloryana, abierta al cotidiano aprendizaje, optimista y con disposición de avanzar unida a su familia, equiparando las cargas, “lo fuimos superando. Como mamá fui enfrentando el día a día. Empecé a descubrir, a observarlos, a hacer cambios”. Se percató de que “uno se tensa, estresa, innecesariamente”.
Ha cimentado su relación sobre los pilares de la espiritualidad, el respeto, el amor y el diálogo.
“Mi esposo tiene una docilidad de espíritu y de corazón que hace que funcione”, nos dijo y al pedirle un mensaje para los hombres tipo Jorge Ubaldo, el haragán criticón de “No seré feliz, pero tengo marido”, su respuesta fue: “recuerden que para todo problema, situación o dificultad, en el camino siempre va a ser responsabilidad de dos. No es culpa ni de la mujer, ni de él. El único camino es hablar, comunicar, es como un equipo de dos”.
Eso sí, hace la salvedad de que no todos hemos nacido para tener familia. De que el destino de toda mujer no es casarse y tener hijos. Puede decidir no tenerlos. Y está bien. Siempre y cuando sea su decisión.
Se siente bendecida por Dios, por el privilegio de tener familia, esposo, hijos, hermanos, amigos, vecinos y disfrutar de la satisfacción que deriva del servicio a los demás, de dar, algo que experimenta desde niña.
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