Disciplina en los niños
Publicado 2003/04/15 23:00:00
- Daschenka Chong
A lo largo de la historia las formas de disciplina han ido cambiando, hemos oído de métodos que ahora nos parecen brutales: arrodillarse en granos de maíz, ser golpeados con ramitas secas, sostener pesados libros, entre otras linduras. Sin embargo, hay muchos defensores de aquella época cuando a base de miedo los niños obedecían sí o sí.
La psicóloga clínica Ana Elisa Villalaz califica la disciplina como una forma de amor que busca una buena crianza que facilite la vida del individuo en el mundo. Disciplina proviene de una palabra que significa enseñar, no castigar. Su objetivo no es controlar, sino que la persona aprenda lo que hay que hacer y cómo hacerlo de la forma socialmente esperada.
De acuerdo con Villalaz, los padres tienen que estar claros en qué es lo que quieren enseñar, y toman en cuenta qué es lo que el niño quiere aprender, según la etapa de desarrollo que está viviendo.
Mientras más pequeño es un niño, más sencillo tiene que ser el mensaje. El intervalo entre la acción y la consecuencia debe ser corto. A medida que crece el intervalo se amplía, pero mientras el niño es pequeño y su pensamiento funciona a nivel concreto. La acción tiene que aparearse con la consecuencia. Por ejemplo: no se debe premiar o castigar tres semanas después de un hecho, porque los pequeños no pueden hacer la asociación entre el hecho y la consecuencia.
"Los niños siempre están buscando el amor y la atención de los padres. Hay unos padres que sólo le prestan atención a los niños cuando se portan mal. Con su atención está reforzando y premiando las conductas negativas", indicó Villalaz.
Estos padres se están perdiendo las cosas positivas que hace el niño para llamar su atención, como esta conducta no les funciona para cumplir su cometido, comienzan a portarse mal.
Una estrategia efectiva que pueden asumir los padres de niños "mal portados", según la profesional, es reorientar su atención hacia el aspecto positivo. Recompénselo no sólo con cosas materiales, también con actividades que le guste realizar, por ejemplo: ir al cine, andar en patines, etc.
Sea conciso. En lugar de decirle ¡Pórtate bien!, dígale órdenes concretas ¡No patees el carro!, ¡Recoge los juguetes! o ¡Baja de la silla!
Dé varias tareas pequeñas que pueda cumplir. Con cada logro su hijo se sentirá realizado. Es una recompensa interna que se le da.
Para los padres que trabajamos todo el día y al llegar nos reciben las noticias de que los niños han hecho de las suyas, la opción es conversar. Pregúntele el motivo que lo llevó a esas acciones, dígale lo que espera de su comportamiento y felicítelo por lo que hizo bien.
Con los adolescentes se debe modificar la estrategia. De acuerdo con la psicóloga, no estamos disciplinando a niños, sino a adultos que tienen que aprender a tomar sus propias decisiones. Si imponemos nuestra forma de pensar en la vida de ellos, no les estamos enseñando decidir por sí mismos.
La disciplina lineal "Así es porque yo lo digo", que usábamos antes debe transformarse en una disciplina dialogada y por acuerdo, en la que se pueda ser firme y estricto pero sin concentrarse sólo en la conducta negativa el joven. "Hágale saber cuánto lo ama, lo orgulloso/a que está de él. Dele herramientas para que se sienta seguro, felicítelo cuando haga las cosas bien; si viene a consultarle algo, escuche su punto de vista, sin recalcarle sus "errores", expresó Ana Elisa Villalaz. Recuerde que está tratando con alguien que pronto será un adulto. Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, y ¿Qué es lo mejor? Una disciplina que vaya de la mano con el amor.
La psicóloga clínica Ana Elisa Villalaz califica la disciplina como una forma de amor que busca una buena crianza que facilite la vida del individuo en el mundo. Disciplina proviene de una palabra que significa enseñar, no castigar. Su objetivo no es controlar, sino que la persona aprenda lo que hay que hacer y cómo hacerlo de la forma socialmente esperada.
De acuerdo con Villalaz, los padres tienen que estar claros en qué es lo que quieren enseñar, y toman en cuenta qué es lo que el niño quiere aprender, según la etapa de desarrollo que está viviendo.
Mientras más pequeño es un niño, más sencillo tiene que ser el mensaje. El intervalo entre la acción y la consecuencia debe ser corto. A medida que crece el intervalo se amplía, pero mientras el niño es pequeño y su pensamiento funciona a nivel concreto. La acción tiene que aparearse con la consecuencia. Por ejemplo: no se debe premiar o castigar tres semanas después de un hecho, porque los pequeños no pueden hacer la asociación entre el hecho y la consecuencia.
"Los niños siempre están buscando el amor y la atención de los padres. Hay unos padres que sólo le prestan atención a los niños cuando se portan mal. Con su atención está reforzando y premiando las conductas negativas", indicó Villalaz.
Estos padres se están perdiendo las cosas positivas que hace el niño para llamar su atención, como esta conducta no les funciona para cumplir su cometido, comienzan a portarse mal.
Una estrategia efectiva que pueden asumir los padres de niños "mal portados", según la profesional, es reorientar su atención hacia el aspecto positivo. Recompénselo no sólo con cosas materiales, también con actividades que le guste realizar, por ejemplo: ir al cine, andar en patines, etc.
Sea conciso. En lugar de decirle ¡Pórtate bien!, dígale órdenes concretas ¡No patees el carro!, ¡Recoge los juguetes! o ¡Baja de la silla!
Dé varias tareas pequeñas que pueda cumplir. Con cada logro su hijo se sentirá realizado. Es una recompensa interna que se le da.
Para los padres que trabajamos todo el día y al llegar nos reciben las noticias de que los niños han hecho de las suyas, la opción es conversar. Pregúntele el motivo que lo llevó a esas acciones, dígale lo que espera de su comportamiento y felicítelo por lo que hizo bien.
Con los adolescentes se debe modificar la estrategia. De acuerdo con la psicóloga, no estamos disciplinando a niños, sino a adultos que tienen que aprender a tomar sus propias decisiones. Si imponemos nuestra forma de pensar en la vida de ellos, no les estamos enseñando decidir por sí mismos.
La disciplina lineal "Así es porque yo lo digo", que usábamos antes debe transformarse en una disciplina dialogada y por acuerdo, en la que se pueda ser firme y estricto pero sin concentrarse sólo en la conducta negativa el joven. "Hágale saber cuánto lo ama, lo orgulloso/a que está de él. Dele herramientas para que se sienta seguro, felicítelo cuando haga las cosas bien; si viene a consultarle algo, escuche su punto de vista, sin recalcarle sus "errores", expresó Ana Elisa Villalaz. Recuerde que está tratando con alguien que pronto será un adulto. Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, y ¿Qué es lo mejor? Una disciplina que vaya de la mano con el amor.
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