Don Diego Velázquez genio de la pintura española
Publicado 1999/06/06 23:00:00
- Maritza Lowinger
Diego Velázquez es reconocido a nivel mundial no sólo por su incomparable genio artístico, sino también por sus cualidades como ser humano. Era una persona muy instruida, de elegante y hermosa presencia, modales elegantes y trato afable; pero lo que más le caracterizaba era la nobleza y generosidad de sus sentimientos. En un medio como la corte, tan propicio y abonado para la intriga, se distinguía por su carencia de envidia y su bondad, que le hacía incapaz de agraviar a nadie. Era conocido como "el hombre más noble y poderoso entre los artistas de España". Era un maestro del realismo y ningún pintor lo ha sobrepasado en su habilidad para marcar las características esenciales y plasmarlas en un lienzo. "Sus hombres y mujeres parecieran que respiran, sus caballos están llenos de acción y sus perros llenos de vida", comentan las personas admiradoras de sus reconocidos cuadros.
¿PERO, QUIEN ERA ESTE HOMBRE?
Don Diego Rodríguez de Silva Velázquez nace en Sevilla, España en 1599. Aunque no se sabe a ciencia cierta el día de su nacimiento, debido a la crisis que vivía España en esa época, se sabe que su bautizo tuvo lugar el 6 de junio.
Su primer maestro fue el pintor sevillano Herrera el Viejo que, debido a su carácter tan áspero obliga a su discípulo a abandonar su taller. De ahí pasa a manos de Don Francisco Pacheco, con cuya hija contrae matrimonio. Permanece en casa de los Pacheco por cinco años y de esos años datan las primeras obras del excelso pintor.
En 1622, casado ya con doña Juana, viaja por primera vez a Madrid, donde trata infructuosamente de retratar al rey. Sin embargo, al año siguiente, logra pintar a Felipe IV a caballo, al infante Carlos y a otros familiares. En 1627, Felipe IV tuvo la idea de conmemorar el edicto de expulsión de los moriscos mandando a abrir un concurso pictórico cuyo premio consistía en una plaza de gentilhombre de cámara. Al ganar Velázquez, queda convertido en el único pintor del rey, iniciándose así su carrera de pintor de la corte. De esa época pertenece su célebre cuadro "Baco coronando a unos bebedores", bautizado por el público como "Los Borrachos".
En 1630, realiza su primer viaja a Italia. Al principio, permanece en Venecia por un corto tiempo. Luego, se traslada a Roma, donde reside en cada de los Médicis. De aquella época salieron "La fragua de Vulcano" y "La túnica de José". En Nápoles, compuso uno de sus más admirables retratos: el de la infanta doña María, hermana de Felipe IV.
Al regresar a España, se despoja de las influencias de su viaje a Italia. Su tercera y definitiva manera de dibujar se inicia con la admirable serie de retratos de bufones, idiotas y enanos adscritos a la corte de Felipe IV. Su labor esa incesante, y aún así le faltaba tiempo para satisfacer los caprichos de la frivolidad del rey o para distraer su aburrimiento. Entre sus obras más reconocidas de esta época podemos mencionar el "Cristo atado a la columna" existente en la Royal Gallery de Londres, el famosísimo cuadro de la "Redención de Breda" y el no menos famoso "Cristo crucificado" pintado para las monjas de San Plácido.
Emprende su segundo viaje a Italia enviado por el rey Felipe IV, quien, triste por las últimas derrotas de su imperio, pensaba aún en embellecer el real alcázar con obras de pintura y escultura, confiando a Velázquez el cuidado de adquirirlas.
De nuevo en palacio, Felipe IV lo nombra "aposentador mayor" del alcázar, cargo que le absorbe casi todo el tiempo, pero eso no impedía que el rey le hiciese pintar sin tregua ni descanso. "De pintura atrevida, de impresionista lo calificaban varios críticos y, en efecto, salvo dos o tres lienzos de tal modo debe entenderse esta última manera de Velázquez; manera que solamente un conocedor de la técnica tan prodigioso como el del gran pintor y un genio dotado de una retina como la suya, podía atreverse a poner en práctica, alcanzando éxitos sin ejemplo", escribió un crítico de la época.
De este último estilo, pertenecen "La coronación de la Virgen" y "Las hiladeras"; pudiendo considerarse este último lienzo como la síntesis suprema del genio de Velázquez y de sus portentosas condiciones de colorista y luminista, pues no cabe llegar más allá en la maravillosa perspectiva soleada del fondo y en la obtención del ambiente, vagamente impresionista.
Pero la coronación de toda la obra de Velázquez y último peldaño en la ascensión artística del gran pintor sevillano es el cuadro de "Las mentiras", ante el cual ha dicho Eugenio d´Ors: "El arte del retrato llega aquí a una culminación de lo infinito, ni antes alcanzado ni vuelto a alcanzar. Cuando hemos visto esta obra, lo sabemos todo sobre las criaturas que en ella siguen viviendo".
En un viaje que realiza junto con Felipe IV a la isla de los Faisanes, fue tal la fatiga que tuvo que experimentar que cae enfermo de muerte a su regreso, falleciendo el 6 de agosto de 1660, a los 61 años.
NOTA: Ref. El Nuevo Tesoro de la Juventud, Tomo 12, edición 1969.
Enciclopedia Interactiva Compton, 1994.
¿PERO, QUIEN ERA ESTE HOMBRE?
Don Diego Rodríguez de Silva Velázquez nace en Sevilla, España en 1599. Aunque no se sabe a ciencia cierta el día de su nacimiento, debido a la crisis que vivía España en esa época, se sabe que su bautizo tuvo lugar el 6 de junio.
Su primer maestro fue el pintor sevillano Herrera el Viejo que, debido a su carácter tan áspero obliga a su discípulo a abandonar su taller. De ahí pasa a manos de Don Francisco Pacheco, con cuya hija contrae matrimonio. Permanece en casa de los Pacheco por cinco años y de esos años datan las primeras obras del excelso pintor.
En 1622, casado ya con doña Juana, viaja por primera vez a Madrid, donde trata infructuosamente de retratar al rey. Sin embargo, al año siguiente, logra pintar a Felipe IV a caballo, al infante Carlos y a otros familiares. En 1627, Felipe IV tuvo la idea de conmemorar el edicto de expulsión de los moriscos mandando a abrir un concurso pictórico cuyo premio consistía en una plaza de gentilhombre de cámara. Al ganar Velázquez, queda convertido en el único pintor del rey, iniciándose así su carrera de pintor de la corte. De esa época pertenece su célebre cuadro "Baco coronando a unos bebedores", bautizado por el público como "Los Borrachos".
En 1630, realiza su primer viaja a Italia. Al principio, permanece en Venecia por un corto tiempo. Luego, se traslada a Roma, donde reside en cada de los Médicis. De aquella época salieron "La fragua de Vulcano" y "La túnica de José". En Nápoles, compuso uno de sus más admirables retratos: el de la infanta doña María, hermana de Felipe IV.
Al regresar a España, se despoja de las influencias de su viaje a Italia. Su tercera y definitiva manera de dibujar se inicia con la admirable serie de retratos de bufones, idiotas y enanos adscritos a la corte de Felipe IV. Su labor esa incesante, y aún así le faltaba tiempo para satisfacer los caprichos de la frivolidad del rey o para distraer su aburrimiento. Entre sus obras más reconocidas de esta época podemos mencionar el "Cristo atado a la columna" existente en la Royal Gallery de Londres, el famosísimo cuadro de la "Redención de Breda" y el no menos famoso "Cristo crucificado" pintado para las monjas de San Plácido.
Emprende su segundo viaje a Italia enviado por el rey Felipe IV, quien, triste por las últimas derrotas de su imperio, pensaba aún en embellecer el real alcázar con obras de pintura y escultura, confiando a Velázquez el cuidado de adquirirlas.
De nuevo en palacio, Felipe IV lo nombra "aposentador mayor" del alcázar, cargo que le absorbe casi todo el tiempo, pero eso no impedía que el rey le hiciese pintar sin tregua ni descanso. "De pintura atrevida, de impresionista lo calificaban varios críticos y, en efecto, salvo dos o tres lienzos de tal modo debe entenderse esta última manera de Velázquez; manera que solamente un conocedor de la técnica tan prodigioso como el del gran pintor y un genio dotado de una retina como la suya, podía atreverse a poner en práctica, alcanzando éxitos sin ejemplo", escribió un crítico de la época.
De este último estilo, pertenecen "La coronación de la Virgen" y "Las hiladeras"; pudiendo considerarse este último lienzo como la síntesis suprema del genio de Velázquez y de sus portentosas condiciones de colorista y luminista, pues no cabe llegar más allá en la maravillosa perspectiva soleada del fondo y en la obtención del ambiente, vagamente impresionista.
Pero la coronación de toda la obra de Velázquez y último peldaño en la ascensión artística del gran pintor sevillano es el cuadro de "Las mentiras", ante el cual ha dicho Eugenio d´Ors: "El arte del retrato llega aquí a una culminación de lo infinito, ni antes alcanzado ni vuelto a alcanzar. Cuando hemos visto esta obra, lo sabemos todo sobre las criaturas que en ella siguen viviendo".
En un viaje que realiza junto con Felipe IV a la isla de los Faisanes, fue tal la fatiga que tuvo que experimentar que cae enfermo de muerte a su regreso, falleciendo el 6 de agosto de 1660, a los 61 años.
NOTA: Ref. El Nuevo Tesoro de la Juventud, Tomo 12, edición 1969.
Enciclopedia Interactiva Compton, 1994.
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