El romance sexual: festín de la imaginación
Publicado 2004/10/03 23:00:00
- Geraldine Emiliani*
Pareciera que nuestra sociedad se estuviera entorpeciendo. Las razones son muchas, pero una de las fuerza principales que nos lleva a romper las ataduras que nos caracterizan como humanos y protegen el alma es la disfunción sexual.
A pesar de la crítica puritana, se consume más sexo y se recurre más a la entrega de comportamientos eróticos narcisistas que cualquier otra cultura del mundo.
Se odia, pero encanta. Se le teme, pero atrae desesperadamente. Se dice que escandaliza lo que hacen otras personas, y se paga para que nos cuenten sus cuitas. Se desarrollan campañas contra la perversión para dar pruebas de decencia, pero se desciende al fondo de la compulsión sexual arriesgando a perder lo importante: el matrimonio, la familia y la confianza mutua.
El sexo coacciona y produce ansiedad. No se logra decidir si se trata de un desafortunado retraso biológico que nos arrastra al nivel de los animales, o si es un delirio sagrado al cual debemos unirnos en espíritu, en forma tal, que nos haga plenamente humanos. Es la mercancía más antigua del mundo y también la causa más masificada de agitación y paranoia. Es la única cosa que nos lleva a pensar que el sexo de los demás es mejor que el nuestro.
Hasta en la política lo encontramos. Hoy día parece que la política gira en torno a los diferentes puntos de vista sobre la sexualidad humana. Expongo como ejemplo lo siguiente: la manera de ganar las elecciones actualmente no es lograr que la gente vote por el candidato de su simpatía, sino más bien persuadir de que se vote en contra de un opositor moralmente inferior y su sustento muchas veces pareciera que es el "chisme sexual político". Al menos esto ocurre con frecuencia en las elecciones presidenciales en el país norteño.
Nada fomenta tanto un comportamiento sexual destructivo como la negación hipócrita, el secreto y el temor. Buena parte del fervor contra el aborto puede haber surgido de un deseo no articulado de hacer sufrir a las mujeres por su promiscuidad. El temor en torno a la educación sexual en las escuelas puede fundamentarse en la idea de que la información honesta sobre la sexualidad actúa como incentivo de conductas inmorales.
La única manera de curarnos de lo que nos aqueja sexualmente, ya sea por las disfunciones sexuales o por la "glotonería sexual", es el tener una visión más sana, más natural de este comportamiento humano. Se debe comenzar en el hogar, el único lugar en que se siembra las semillas de una sexualidad sana o malsana. Aquí se encuentran las lecciones erradas de mayor fuerza. El abrazo, el beso y las caricias que un padre y una madre se muestran ante sus hijos, es mostrarles a sus pequeños que la atracción física y el afecto son atributos divinos, misteriosos y peligrosos, demasiado importantes para pasarlos por alto, demasiado maravillosos para negarlos, y demasiado sublimes para esconderlos.
Además, la madre no debe jugar un rol de sobreprotección hacia el hijo. He aquí el origen del machismo, que se caracteriza por convertir al progenitor en un ente narcisista. El padre debe ser lo más afectuoso con la hija y por ende con el hijo. Sin pensar que lo afectivo es convertir al progenitor en homosexual.
El cortejo doméstico refuerza la idea de que el hombre y la mujer están juntos porque desean estarlo y no porque es lo apropiado o lo práctico. Tal vez éste sea el problema de intentar convertir lo mejor de la vida en una especie de estrategia de inversión en la cual todo se pesa y se mide. El romance es un simple preludio de la seducción y los actos sencillos de amabilidad, como regalar flores se utilizan para tapar los errores o presentar excusas.
El romance sincero es suficiente en sí mismo y no necesita ser parte de ninguna estrategia interesada y no tiene que ser lujoso: interésese por los colores que le gustan a la persona amada y recuérdelos cuando le haga un regalo. Tómese el tiempo para conversarle y escucharle. Llámele por teléfono sin otra razón que la de expresarle a esa persona que estaba pensando en ella o en él y que ella o él es importante en su vida. Exprésele su admiración por algún rasgo físico que le atrae. Cómprele algo que usted sepa que le va a gustar, sin importarle si a usted le gusta o no. Toda pareja debe programar períodos lejos de la familia, del trabajo y de las presiones de la vida diaria para redescubrir lo que los atrajo el uno al otro. Y, por sobre todas las cosas, obséquiele unas pocas horas de paz y amor.
No abandone el baile porque no está seguro de qué bien lo hace. El movimiento y las caricias son signos de amor y su ausencia es señal del alejamiento de dos almas. Despertar juntos y acurrucados en las mañanas y pasear juntos en las tardes son componentes importantes de la búsqueda permanente de la intimidad. Las parejas siempre se preocupan de lo que deben hacer y olvidan que lo más importante es que lo hagan juntos.
Veamos qué generó esta pregunta: ¿Le demuestra usted a su pareja amabilidad, caricias, y regalos en un momento en que él o ella no se lo espera? Sólo el 29.7 por ciento del grupo del sexo masculino respondió con un "sí". En cambio el resto de los encuestados dicen que sólo en la intimidad o en la fecha de cumpleaños es que lo hacen.
Las mujeres en cambio, esperan de su pareja una comunicación más afectiva en el momento menos esperado, pero no es así. El 78.4 por ciento de este grupo respondió que les cuesta expresar su afecto debido a la falta de esa costumbre y que no lo consideran necesario; que hay otras cosas más importantes que resolver que el hecho de mostrarle afecto a su pareja.
Como vemos la falta de motivación, afecto e información hace que una pareja actúe con indiferencia ante situaciones verdaderamente importantes para lograr una vida de auténtica y mutua realización.
(*)Psicóloga y sexóloga
(gemiliani@cwpanama.net)
A pesar de la crítica puritana, se consume más sexo y se recurre más a la entrega de comportamientos eróticos narcisistas que cualquier otra cultura del mundo.
Se odia, pero encanta. Se le teme, pero atrae desesperadamente. Se dice que escandaliza lo que hacen otras personas, y se paga para que nos cuenten sus cuitas. Se desarrollan campañas contra la perversión para dar pruebas de decencia, pero se desciende al fondo de la compulsión sexual arriesgando a perder lo importante: el matrimonio, la familia y la confianza mutua.
El sexo coacciona y produce ansiedad. No se logra decidir si se trata de un desafortunado retraso biológico que nos arrastra al nivel de los animales, o si es un delirio sagrado al cual debemos unirnos en espíritu, en forma tal, que nos haga plenamente humanos. Es la mercancía más antigua del mundo y también la causa más masificada de agitación y paranoia. Es la única cosa que nos lleva a pensar que el sexo de los demás es mejor que el nuestro.
Hasta en la política lo encontramos. Hoy día parece que la política gira en torno a los diferentes puntos de vista sobre la sexualidad humana. Expongo como ejemplo lo siguiente: la manera de ganar las elecciones actualmente no es lograr que la gente vote por el candidato de su simpatía, sino más bien persuadir de que se vote en contra de un opositor moralmente inferior y su sustento muchas veces pareciera que es el "chisme sexual político". Al menos esto ocurre con frecuencia en las elecciones presidenciales en el país norteño.
Nada fomenta tanto un comportamiento sexual destructivo como la negación hipócrita, el secreto y el temor. Buena parte del fervor contra el aborto puede haber surgido de un deseo no articulado de hacer sufrir a las mujeres por su promiscuidad. El temor en torno a la educación sexual en las escuelas puede fundamentarse en la idea de que la información honesta sobre la sexualidad actúa como incentivo de conductas inmorales.
La única manera de curarnos de lo que nos aqueja sexualmente, ya sea por las disfunciones sexuales o por la "glotonería sexual", es el tener una visión más sana, más natural de este comportamiento humano. Se debe comenzar en el hogar, el único lugar en que se siembra las semillas de una sexualidad sana o malsana. Aquí se encuentran las lecciones erradas de mayor fuerza. El abrazo, el beso y las caricias que un padre y una madre se muestran ante sus hijos, es mostrarles a sus pequeños que la atracción física y el afecto son atributos divinos, misteriosos y peligrosos, demasiado importantes para pasarlos por alto, demasiado maravillosos para negarlos, y demasiado sublimes para esconderlos.
Además, la madre no debe jugar un rol de sobreprotección hacia el hijo. He aquí el origen del machismo, que se caracteriza por convertir al progenitor en un ente narcisista. El padre debe ser lo más afectuoso con la hija y por ende con el hijo. Sin pensar que lo afectivo es convertir al progenitor en homosexual.
El cortejo doméstico refuerza la idea de que el hombre y la mujer están juntos porque desean estarlo y no porque es lo apropiado o lo práctico. Tal vez éste sea el problema de intentar convertir lo mejor de la vida en una especie de estrategia de inversión en la cual todo se pesa y se mide. El romance es un simple preludio de la seducción y los actos sencillos de amabilidad, como regalar flores se utilizan para tapar los errores o presentar excusas.
El romance sincero es suficiente en sí mismo y no necesita ser parte de ninguna estrategia interesada y no tiene que ser lujoso: interésese por los colores que le gustan a la persona amada y recuérdelos cuando le haga un regalo. Tómese el tiempo para conversarle y escucharle. Llámele por teléfono sin otra razón que la de expresarle a esa persona que estaba pensando en ella o en él y que ella o él es importante en su vida. Exprésele su admiración por algún rasgo físico que le atrae. Cómprele algo que usted sepa que le va a gustar, sin importarle si a usted le gusta o no. Toda pareja debe programar períodos lejos de la familia, del trabajo y de las presiones de la vida diaria para redescubrir lo que los atrajo el uno al otro. Y, por sobre todas las cosas, obséquiele unas pocas horas de paz y amor.
No abandone el baile porque no está seguro de qué bien lo hace. El movimiento y las caricias son signos de amor y su ausencia es señal del alejamiento de dos almas. Despertar juntos y acurrucados en las mañanas y pasear juntos en las tardes son componentes importantes de la búsqueda permanente de la intimidad. Las parejas siempre se preocupan de lo que deben hacer y olvidan que lo más importante es que lo hagan juntos.
Veamos qué generó esta pregunta: ¿Le demuestra usted a su pareja amabilidad, caricias, y regalos en un momento en que él o ella no se lo espera? Sólo el 29.7 por ciento del grupo del sexo masculino respondió con un "sí". En cambio el resto de los encuestados dicen que sólo en la intimidad o en la fecha de cumpleaños es que lo hacen.
Las mujeres en cambio, esperan de su pareja una comunicación más afectiva en el momento menos esperado, pero no es así. El 78.4 por ciento de este grupo respondió que les cuesta expresar su afecto debido a la falta de esa costumbre y que no lo consideran necesario; que hay otras cosas más importantes que resolver que el hecho de mostrarle afecto a su pareja.
Como vemos la falta de motivación, afecto e información hace que una pareja actúe con indiferencia ante situaciones verdaderamente importantes para lograr una vida de auténtica y mutua realización.
(*)Psicóloga y sexóloga
(gemiliani@cwpanama.net)
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