El síndrome del "nido vacío"
Publicado 2006/05/28 23:00:00
- Yessika Valdés
Navegar por la vida es toda una aventura. Comienza de la mano de los padres. Después, hay que agarrar el timón.
Estás ojeroza y no puedes conciliar el sueño. Parece que las manecillas del reloj pesaran toneladas. Ese atortugamiento en el correr del tiempo te pone tensa. Sientes una especie de apretazón en el pecho. Palabras te faltan para explicar esa sensación de vacío.
Entras una y otra vez a su cuarto.
De pronto sonríes y recuerdas tantas anécdotas y ocurrencias. ¡Qué chiquilladas! Cuando se le cayó el ombligo, su primer diente, sus primeros pasos, el día en que embetunó toda la casa, cuando tiraba balcón abajo todo lo que caía en sus manos, su primer día de clases..
"Claro que hay estrés. Sin duda es un cambio. Es la primera vez que sientes este tipo de experiencia. Este vacío. Es normal. No durará para siempre. Saldrás adelante". Eso es lo que insisten en decirle a Maricela amistades y especialistas en la conducta humana. Gente que explica con autoridad lo que experimentan los padres, más ellas que ellos. O al menos con más intensidad. Expertos que le dicen una y otra vez que es normal el Síndrome del Nido Vacío.
Para esta mujer de 45 años ver partir a su hija es motivo de sentimientos encontrados: una honda tristeza y una sensación de bienestar consigo, porque cumplió como madre. bbbEso sí, pesa más la primera
Cuánta falta le hace oír el ring ring del teléfono. Y, después, el ruido que hace la puerta cuando la tiran. Encerrarse en su habitación a hablar horas y horas con sus amigos y amigas era asunto de armarse de paciencia o el comienzo de una guerra verbal.
¡Benditos sean los celulares! Claro, siempre y cuando las tarjetas las pagase Zuly. De lo contrario, el pago del celular de la hija era para Maricela un rubro más a la hora de hacer el presupuesto.
Tampoco puede olvidar las llegadas a media madrugada, luego de las noches de discoteca. Para luego quedarse tirada en la cama hasta pasado el mediodía. Aunque a su alrededor el mundo se cayera en pedazos.
Música. Besos y abrazos, lágrimas. La nena se fue. Esa nena de veintitantos años. Se fue con su marido. Va a empezar una nueva vida.
Empiézala tú también, Maricela. Ese es el consejo que dan los especialistas y consejeros familiares.
No es asunto de echarse a morir. Ni de tirar por la ventana los recuerdos. ¡Benditos recuerdos! Sonó tu momento. De hacer tantas cosas pospuestas.
Niégame que te suenan familiares frases como: "cuando tenga tiempo.." "algún día.."
¿Verdad que sí solías hablar así? Te lo pasabas quejándote de que el tiempo no te alcanzaba para nada. Ahora tienes todo el tiempo del mundo.
Podrás redecorar la casa, hacer ese viaje soñado, visitar a tus amigas, "ir de shopping" cuantas veces quieras. Aunque sea sólo a mirar.
Y ¿por qué no? tomar cursos, escribir un libro, ir a clases de aeróbicos, aprender a tomar fotos..
Algunas sugerencias, para que no te pase lo que a Maricela. Que se quedó sola en el nido. Bueno, con su pareja, pero sin saber qué rumbo dar a su vida, cómo gastar los minutos.
Miembros de diversos grupos de jubilados y de la III Edad, como María Guadalupe Candelaria, María Teresa Gómez, Ana Cecilia Pérez aconsejan precisamente eso, unirse a grupos de gente de su edad, con vivencias similares. Organizan actividades deportivas, ahorran y viajan. Visitan el oncológico y otros hospitales donde hacen donativos y brindan ayuda. Hacen convivios. Realizan actividades para recaudar sus fondos y proyectarse a la comunidad. Comparten sus conocimientos: escriben sus memorias, dictan charlas, seminarios, conferencias.
A todo el que tiene que hacer un cambio drástico en la vida le cuesta. A unos más. A otros menos. Mucho tiene que ver con la personalidad y cómo cada uno enfrenta una situación. Otros factores que inciden: el tipo de cultura, los valores, el manejo del tiempo, si se trata de alguien independiente o co dependiente, el momento en que se vive la experiencia que representa una pérdida, la capacidad de adaptación... en fin.
Por ejemplo, una madre de 38 años, cuya hija parte a estudiar a otro país o se casa podría superar más rápido esta preparación que una de 50 o más. Más fácil es también para una profesional que para un ama de casa. La que tiene varios hijos haya refugio en los otros. Y esto le da tiempo para prepararse para cuando los otros se vayan del hogar. Si es hiperactiva sus otros roles la mantendrán ocupada.
Por lo pronto, para que no te suceda como a Maricela, que la situación la tomó desprevenida, te sugiero hacer una lista de todas aquellas cosas que prometiste que harías algún día y empieza ya a hacer tus sueños realidad. Divide tu tiempo entre criar a tus hijos y verlos crecer y conquistar otras metas que nada tienen que ver con la maternidad, sino con tu crecimiento y autorrealización en otras áreas. Entonces, cuando los hijos busquen otros derroteros y sientas que la casa se te hace grandísima sin ellos, te sentirás un poco rara porque no tienes otros que dependan de ti hasta cierto punto. Pero, llorarás un rato y seguirás adelante. Centrarás tu vida en tus propios proyectos. Como lo va a hacer la hija de Maricela. Y no por eso quiere decir que quiera menos a mamá. Es la ley de la vida. Los hijos nacen, crecen y dejan el nido.
Entras una y otra vez a su cuarto.
De pronto sonríes y recuerdas tantas anécdotas y ocurrencias. ¡Qué chiquilladas! Cuando se le cayó el ombligo, su primer diente, sus primeros pasos, el día en que embetunó toda la casa, cuando tiraba balcón abajo todo lo que caía en sus manos, su primer día de clases..
"Claro que hay estrés. Sin duda es un cambio. Es la primera vez que sientes este tipo de experiencia. Este vacío. Es normal. No durará para siempre. Saldrás adelante". Eso es lo que insisten en decirle a Maricela amistades y especialistas en la conducta humana. Gente que explica con autoridad lo que experimentan los padres, más ellas que ellos. O al menos con más intensidad. Expertos que le dicen una y otra vez que es normal el Síndrome del Nido Vacío.
Para esta mujer de 45 años ver partir a su hija es motivo de sentimientos encontrados: una honda tristeza y una sensación de bienestar consigo, porque cumplió como madre. bbbEso sí, pesa más la primera
Cuánta falta le hace oír el ring ring del teléfono. Y, después, el ruido que hace la puerta cuando la tiran. Encerrarse en su habitación a hablar horas y horas con sus amigos y amigas era asunto de armarse de paciencia o el comienzo de una guerra verbal.
¡Benditos sean los celulares! Claro, siempre y cuando las tarjetas las pagase Zuly. De lo contrario, el pago del celular de la hija era para Maricela un rubro más a la hora de hacer el presupuesto.
Tampoco puede olvidar las llegadas a media madrugada, luego de las noches de discoteca. Para luego quedarse tirada en la cama hasta pasado el mediodía. Aunque a su alrededor el mundo se cayera en pedazos.
Música. Besos y abrazos, lágrimas. La nena se fue. Esa nena de veintitantos años. Se fue con su marido. Va a empezar una nueva vida.
Empiézala tú también, Maricela. Ese es el consejo que dan los especialistas y consejeros familiares.
No es asunto de echarse a morir. Ni de tirar por la ventana los recuerdos. ¡Benditos recuerdos! Sonó tu momento. De hacer tantas cosas pospuestas.
Niégame que te suenan familiares frases como: "cuando tenga tiempo.." "algún día.."
¿Verdad que sí solías hablar así? Te lo pasabas quejándote de que el tiempo no te alcanzaba para nada. Ahora tienes todo el tiempo del mundo.
Podrás redecorar la casa, hacer ese viaje soñado, visitar a tus amigas, "ir de shopping" cuantas veces quieras. Aunque sea sólo a mirar.
Y ¿por qué no? tomar cursos, escribir un libro, ir a clases de aeróbicos, aprender a tomar fotos..
Algunas sugerencias, para que no te pase lo que a Maricela. Que se quedó sola en el nido. Bueno, con su pareja, pero sin saber qué rumbo dar a su vida, cómo gastar los minutos.
Miembros de diversos grupos de jubilados y de la III Edad, como María Guadalupe Candelaria, María Teresa Gómez, Ana Cecilia Pérez aconsejan precisamente eso, unirse a grupos de gente de su edad, con vivencias similares. Organizan actividades deportivas, ahorran y viajan. Visitan el oncológico y otros hospitales donde hacen donativos y brindan ayuda. Hacen convivios. Realizan actividades para recaudar sus fondos y proyectarse a la comunidad. Comparten sus conocimientos: escriben sus memorias, dictan charlas, seminarios, conferencias.
A todo el que tiene que hacer un cambio drástico en la vida le cuesta. A unos más. A otros menos. Mucho tiene que ver con la personalidad y cómo cada uno enfrenta una situación. Otros factores que inciden: el tipo de cultura, los valores, el manejo del tiempo, si se trata de alguien independiente o co dependiente, el momento en que se vive la experiencia que representa una pérdida, la capacidad de adaptación... en fin.
Por ejemplo, una madre de 38 años, cuya hija parte a estudiar a otro país o se casa podría superar más rápido esta preparación que una de 50 o más. Más fácil es también para una profesional que para un ama de casa. La que tiene varios hijos haya refugio en los otros. Y esto le da tiempo para prepararse para cuando los otros se vayan del hogar. Si es hiperactiva sus otros roles la mantendrán ocupada.
Por lo pronto, para que no te suceda como a Maricela, que la situación la tomó desprevenida, te sugiero hacer una lista de todas aquellas cosas que prometiste que harías algún día y empieza ya a hacer tus sueños realidad. Divide tu tiempo entre criar a tus hijos y verlos crecer y conquistar otras metas que nada tienen que ver con la maternidad, sino con tu crecimiento y autorrealización en otras áreas. Entonces, cuando los hijos busquen otros derroteros y sientas que la casa se te hace grandísima sin ellos, te sentirás un poco rara porque no tienes otros que dependan de ti hasta cierto punto. Pero, llorarás un rato y seguirás adelante. Centrarás tu vida en tus propios proyectos. Como lo va a hacer la hija de Maricela. Y no por eso quiere decir que quiera menos a mamá. Es la ley de la vida. Los hijos nacen, crecen y dejan el nido.
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