Exposición en homenaje a los grandes “paparazzi”
- REDACCION
Varias imágenes tomadas por Helmut Newton de estos "enervantes" cazadores de famosos son expuestas en Berlín.
La Fundación Helmut Newton dignifica con la exposición "Pigozzi and the Paparazzi" el mundo de estos reporteros, enervantes cazadores de famosos en momentos embarazosos, por los que el maestro de la fotografía de estudio sintió una fraternal fascinación.
Lady Di en bañador por Saint-Tropez, en 1997; Michael Jackson tapándose el rostro en el balcón del Hotel Carlton de Cannes, ese mismo año; Franz Sinatra bostezando y Romy Schneider desnuda al sol, ambos a finales de los 70, o Sean Pean asestándole un puñetazo al "Paparazzo" Ron Galella: la muestra no tiene desperdicio desde el punto de vista del mitómano o del curioso.
La exposición, inaugurada en el museo consagrado a la memoria de Newton en Berlín, recoge 350 imágenes míticas, a veces consentidas por los fotografiados, a veces "robadas" a famosos o famosillos en permanente relación de amor-odio hacia los paparazzi.
"A mi marido le fascinaban los paparazzi. El, que invertía horas en una foto de estudio, adoraba la inmediatez de las imágenes fuera de control de sus colegas", explicó June Newton, viuda del maestro, fallecido en el 2004.
"No siempre gusta ser un agresivo perseguidor, pero hay que pagar el alquiler", explicó Pigozzi. "Diferenciamos el trabajo del paparazzo clásico de los años 30 a los 90, de la persecución brutal que ahora se emplea. Ese está deliberadamente fuera de la muestra", apuntó Matthias Harder, comisario de la Fundación.
La gran diferencia entre ellos y los "brutales" perseguidores a que se refiere Harder es en ocasiones una mera cuestión de técnica. "Hoy todo es posible. Tomas cien imágenes con la digital, escondida en la palma de la mano, y alguna sale", admite Pigozzi. "Sin olvidar las licencias que permite el fotoshop", añade.
Los reporteros de antes nunca captaron tan demoledoras imágenes de ídolos en sus momentos de peor ruina física o psíquica como las que se ven de Britney Spears o Amy Winehouse.
Las mismas estrellas que un día buscan la cámara, un rato después pueden detestar al paparazzo.
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