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Felix Baumgartner quiere ser el primer hombre supersónico
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Este exinstructor de paracaidismo en los comandos de élite del Ejército austríaco y esporádico doble de películas de acción de 43 años pretende romper cuatro récords mundiales al mismo tiempo.De lograr su objetivo se convertirá en el primero en superar la velocidad del sonido (más de 1,100 kilómetros por hora) sin ayuda mecánica, en arrojarse en paracaídas desde el lugar más alto (más de 36 kilómetros), protagonizar la caída libre más larga (unos 15 minutos incluida la bajada en paracaídas) y subir en globo al punto más alejado de la tierra.Sus récord anteriores, como el salto desde el edificio más alto del planeta, el rascacielos Taipei 101 (Taiwán), de 509 metros de altura, y de otros lugares emblemáticos como la estatua de Cristo en Río de Janeiro, resultan en comparación casi inocentes aventuras sin riesgo.Algunos de sus saltos eran ilegales, lo que al desafío de aterrizar sano y salvo, se añadía en algunos casos una carrera desenfrenada para escapar de la policía y no acabar en un calabozo.Su filosofía de vida se resume en una frase que dijo tras completar el salto en Río de Janeiro: "No merece la pena morir en un salto.Pero al menos matarse saltando desde la estatua de Jesús tiene algo de gloria".Con estos antecedentes no es necesario explicar su alias: Felix "sin miedo"."El miedo se ha convertido en un amigo cercano", ha contado.Un equipo médico y de expertos en ingeniería aeronáutica han desarrollado durante cinco años el proyecto estratos con Baumgartner, y la cápsula y el traje presurizado funcionaron el pasado julio cuando se lanzó desde más de 29 kilómetros de altura.Uno de sus asesores es el poseedor del récord del salto en paracaídas desde mayor altitud: Joe Kittinger, quien se arrojó en 1960 cuando era miembro de las Fuerzas Armadas de EE.UU.desde una altura de 31 kilómetros.El traje presurizado es necesario porque en la estratosfera no hay condiciones para la vida debido a la falta de oxigeno, el frío (inferiores a 68 grados bajo cero), y la presión, que pueden llevar a que los vasos sanguíneos del cerebro revienten."Una de las incógnitas es cómo el cuerpo humano reacciona al acercarse a velocidades supersónicas.Los efectos de la transición desde la velocidad supersónica a otra por debajo no se conocen", confiesa.