La masonería y los masones
Publicado 1999/03/30 00:00:00
La doctrina masónica está fundamentada en hechos históricos que se refieren a las épocas más memorables de la historia, convirtiéndose en asiento de todas las ciencias y todas las religiones. La francmasonería es una institución sustentada de la libertad de pensamiento y tolerancia mutua entre sus miembros. Como objetivo se impone la búsqueda de la verdad en todas las disciplinas, censurando la prostitución, el alcoholismo y el juego, repudiando toda forma de fanatismo y sectarismo, ya sean estos políticos, religiosos o de cualquier otro orden. A pesar de que muchos han tratado de confundirla como una organización intemperante, un club social o una asociación cívica; internacionalmente está reconocida como una orden fraternal, integrada por hombres libres de todas las clases, razas y religiones, sin límites de país, idioma o tiempo, reconociendo a sus miembros como hermanos donde quiera que se encuentren, siendo esta una forma fraternal de convivencia masónica. La masonería jamás ha sido evangelizadora de ninguna forma particular de gobierno, ni defensora de ningún partido político, como tampoco ha perseguido ni condenado a ninguna religión. Sin embargo, la masonería se ha visto comprometida a protegerse de sus adversarios y detractores, con la integridad y valentía de su grandeza moral demostrada a través del tiempo de su existencia. De hecho, considera que los masones son libres de acogerse a la religión que más les agrade y registrarse en el partido político de su mayor predilección, considerando que ninguna creencia religiosa ni ninguna afiliación política podrá ser obstáculo alguno para que los aspirantes puedan solicitar invitación de ingreso a la masonería. Para la institución masónica, no importa que estos sean protestantes, budistas o de cualquier otra religión. Lo fundamental es que no sean ateos, ya que la masonería tolera todos los cultos, con tal que se crea en Dios. Ese ser supremo considerado como el "Gran Arquitecto del Universo", como el Dios Creador de un mundo armonioso, cuyas reglas inquebrantables nos llenan de admiración. Es en las logias masónicas donde sus miembros se educan en el ejercicio de sus deberes, declarándose la libertad de conciencia y alejándolos de los vicios para que sean buenos amigos, hijos, hermanos, padres y buenos esposos. Es allí donde se formalizan en arquitectos de sus propios caracteres de rectitud y lealtad a sus propias ideas. El lenguaje más valioso de la existencia masónica, es el simbolismo. El uso del mandil, la exposición de la Escuadra y el Compás, unido a toda la modalidad idiomática utilizada en las diversas ceremonias y rituales de trabajo de la orden, están inseparablemente compenetradas con los símbolos en el arte de construir de los masones y cuyo origen se remonta a los antiguos gremios de constructores mediavales. Razón por la que todo símbolo masónico tiene su propia historia, su propio sentido de ser y existir, integrando todos ellos, parte de la ordenación filosófica de la institución. "De allí que la francmasonería se considera autosuficiente, ya que mantiene sus propios ritos y principios expresados a través de sus símbolos, signos, toques y palabras utilizadas por los masones para reconocerse entre ellos, evitando así ser sorprendidos por extraños. Los secretos de la masonería no pueden comunicarse a los que no son masones, como tampoco se pueden contravenir sus juramentos. Pero ni uno ni otro son injuriosos o vulneran las normas más elementales de conducta de los hombres honrados y de buenas costumbres. Pero esos no son sus únicos secretos, ya que su verdadera fuerza interior no se sostiene a través de compromisos misteriosos como algunos piensan, sino en la lealtad fraternal que prevalecen entre los hermanos masones. Por ser una institución de progreso y transformación, la francmasonería elogia todo lo que une, rechazando todo aquello que divide. Sus pretensiones son hacer de la humanidad una gran familia de hermanos, poniéndose al frente y al servicio de todos los movimientos moralizadores, ya sean estos internos o externos. Partiendo de allí, es que la masonería es diferente a las demás sociedades culturales, cívicas, políticas o religiosas, puesto que su sentido de lo divino lo expresan los masones a través de la seriedad con que siguen y observan los ritos y ceremonias alegóricas dentro de sus logias, así como fuera de ella o a través de su propia personalidad espiritual. Y como remuneración a sus estudios y al cumplimiento de sus obligaciones con la institución, a los masones se les confiere diferentes niveles de grados sucesivos a través del seguimiento y observación de determinadas reglas y ceremonias alegóricas celebradas en los templos masónicos. La francmasonería se fortalece, se renueva y se rejuvenece con las juventudes que año tras año se incorporan a su doctrina de confraternidad y coexistencia masónica. Y como toda institución integrada por hombres, no aspira, como tampoco ha pretendido jamás ser perfecta, ya que entendemos que en todo lo humano no existe perfección. Pero tampoco puede ni debe vivir incomunicada e indiferente a las dificultades y discrepancias que afligen a la sociedad en la que convive, pues una actitud de esa naturaleza, discreparía con sus propios objetivos, limitando así, su propio y futuro desarrollo. Finalmente, la familia masónica progresista y apolítica, seguirá adelante con sus trabajos de la orden, con grandes personalidades a la vanguardia, hermanados siempre bajo el signo de la Escuadra y el Compás.
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