Mentiroso... mentiroso
- Yessika Valdés
La psicóloga Lizeyca Villamil, opina que ya está bueno de ponerle colores a las mentiras. Como bien dirían nuestros abuelos “ya está bueno de buscarle cinco patas al gato”, porque, “una mentira es una mentira”, puntualiza la fuente, quien dijo que no entiende en qué momento “empezamos a echarle color a las mentiras”. Y, para ilustrar mejor la idea puso el ejemplo del sapo, porque con la mentira ocurre lo mismo que con el sapo: “Si lo echas en agua caliente salta. Si lo metes en el agua normal y le vas agregando agua caliente se quema y se muere, porque se acostumbra. Ese es el peligro de las mentiras blancas, se vuelve algo normal, cotidiano decirlas.
Una persona mentirosa, según analiza Villamil, al principio puede que diga las mentiras de manera automática y no planeada. Pero, las dice y se da cuenta que las dice porque dentro de sí pasó algo que le indicó que la actitud estaba mal. Con el paso del tiempo si no hace nada al respecto, llega el momento en que ya no le molesta decirlas, esa sensación de incomodidad consigo desaparece o no le da importancia.
Ahora bien, siguiendo con las ideas expuestas, añade que no tiene sentido decir mentiras, pero, ella ve una relación en la persona que miente, entre lo que aprendió que está bien y lo que está mal, en cómo fue su formación. No le queda duda de que una de las mejores maneras de evitar que un niño/a sea mentiroso/a es no serlo uno.
Aunque la psicóloga aconseja tratar de no establecer ninguna relación significativa con una persona mentirosa porque no va a poder confiar en ésta, como respuesta a la pregunta: ¿Cómo lidiar con gente mentirosa y cómo ayudarla? ella hizo las siguientes reflexiones:
El/la mentiroso/a tiene que darse cuenta de que tiene un problema y usualmente una conducta es identificada como un problema por la persona cuando empieza a interferir en su diario vivir. Es decir, por ejemplo si sus relaciones están siendo menguadas, si comienza a perder lo que considera valioso.
Cuando la persona identifica que tiene el problema ya ha dado un importante paso hacia su re aprendizaje conductual. “Más de la mitad de las batallas están ganadas cuando la persona se percata de que tiene un problema”.
La persona está más en disposición de analizar qué la lleva a hacer esto: quizás liberarse de la ansiedad, la costumbre, una conducta compulsiva, algo que aprendió en la niñez, el deseo de evadir la verdad o desconectarse de lo que implica ésta, etc.
Aunque muchas veces resulta muy doloroso para la persona que convive con un/a mentiroso/a dejar que experimente las consecuencias de su conducta esto es lo aconsejable para que se produzca el cambio.
Es importante determinar qué necesidad está tratando de satisfacer, porque cuando va a modificar una conducta tiene que poner otra conducta en su lugar.
Finalmente, lo mejor es no decir mentiras, si usted es buen modelo hay mayor probabilidades de que la prole le imite en la forma de conducirse, concluye la especialista.
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