Sexo, drogas y lágrimas en el mundo del modelaje
Publicado 2001/04/04 23:00:00
Hoteles de lujo, vestidos de los mejores diseñadores del mundo, fiestas, vacaciones paradisíacas, coche de alta gama, fiestas de ensueño, yates, joyas, novios y maridos famosos o multimillonarios, caprichos y mucho, mucho dinero. Esa es la imagen que transmiten las supermodelos al común de los mortales que asiste atónito y deslumbrado al espectáculo en el que las "tops model" han sustituido a las misteriosas estrellas de los años dorados de Hollywood. Pero no es oro todo lo que reluce y detrás de las pasarelas se esconde un mundo repleto de sobreesfuerzo, abusos sexuales, de drogas y de algunos intereses despreciables.
La mayoría de las maniquíes importantes del mundo pasan gran parte de su vida atravesando el Atlántico.
Ganan en torno a los 10,000 dólares al día. Están sometidas a grandes tensiones. Después de 24 horas sin dormir, entre vuelo y vuelo, tienen que llegar a una sesión fotográfica de varias horas con un cutis luminoso y cara de ángel. No hay cuerpo que lo resista y, por eso, en la treintena se retiran y se dedican a su familia, negocios o prueban suerte en el mundo del celuloide.
EL DIFICIL PELDAÑO
Mientras tanto, más abajo en el escalafón, las aspirantes se dejan ver en las discotecas a la espera de los "cazadores" de anatomías. Una modelo se muere por aparecer en la portada de una revista de moda de reputación. La competencia es brutal. Quemarse es muy fácil y dejarse llevar aún más.
Cientos de chicas adolescentes de todo el mundo llevan a cabo un peregrinaje a la ciudad de Milán todo los años, con la esperanza de encontrar riqueza entre la multimillonaria industria en la capital de la moda Italia. Algunas alcanzan fama y fortuna queriendo convertirse en la nueva Linda Evangelista, Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Laetitia Casta o Gisele Bundchen.
Sin embargo, otras se convierten en víctimas de la moda, arrastradas por un mundo de drogas y prostitución encubierta, fáciles presas de desalmados, de gente sin escrúpulos y con mucho dinero que prometen un futuro maravilloso a las jóvenes y sólo le dan violencia, sexo y drogas.
La modelo menor Maja, de Eslovenia, fue una de las que no tuvo suerte. Tras pasar apenas dos semanas durante la pasarela de Milán del presente año, tuvo que ser ingresada en un hospital de su país, donde los médicos la encontraron completamente drogada y mostrando señales de abuso sexual.
En su viaje a Milán, la joven venía en compañía de su padre y un "book" de fotos bajo el brazo, enseguida le sirvió para firmar un contrato con la agencia Model Flash. El padre regresó a su país y Maja fue alojada en un apartamento de la agencia, que compartía con otra chica americana. Durante su estancia en la ciudad la menor, junto a su compañera de piso, comenzó a frecuentar las discotecas y fiestas privadas a las que una aspirante a modelo tiene que acudir si quiere hacerse un hueco en el mundo de la moda.
Maja ha relatado que en las fiestas conoció a amigos y relacionistas públicos que la pusieron en contacto, por vez primera, con la cocaína en los lavabos de una discoteca. También ha declarado sus encuentros de sexo, en reservados de discotecas, con acompañantes desconocidos o amigos de otros amigos de alguna conocida. Relaciones sexuales mantenidas bajo el efecto de las drogas y el alcohol. Una experiencia diferente con un resultado de horror tras la desintoxicación y el tratamiento psiquiátrico.
TEMBLOR DE LAS PASARELAS DE MILAN
Este caso no ha quedado en un mero titular de periódico por que por primera vez en la historia de los desfiles milaneses, la Fiscalía de Milán tienen entre sus manos el historial escalofriante del presunto abandono de una menor, una aspirante a modelo que nunca llegó a desfilar. El fiscal va a por todas y pretender sentar en el banquillo de los acusados a los dos propietarios de la agencia de modelos.
Este nuevo escándalo ha hecho sonar todas las alarmas en el negocio de la moda milanesa, sobre todo porque no es la primera vez. A finales de 1999, la BBC emitió un reportaje sobre la agencia Elite en el que supuestamente los altos ejecutivos de la agencia de moda pedían favores sexuales a una aspirante a modelo. Ese documento destapó las miserias de un mundo en el que se esconden duros dramas personales de soledad, adicción a las drogas, explotación sexual y negocios poco claros, camuflados bajo montañas de lujo y de belleza, en el mundo cada vez con mayor "glamour" de la moda.
El documento hablaba de decenas de jovencitas aspirantes a convertirse en top-model, que llegan a las escuelas de moda milanesa y son manejadas como carne de prostíbulo por los relaciones públicas de agencias y compañías intermediarias, que cobran comisión por exhibirlas en discotecas y clubes.
A raíz de este reportaje la modelo Laeticia Casta declaraba:
"El oficio de modelo es difícil, es un trabajo complicado; desarrollar una carrera no es sencillo porque andas en un entorno en el que se mueven muchos buitres. Yo nunca he querido firmar con agencia alguna, he preferido mantenerme independiente, que mi familia fuese mi refugio. Lo que ahora se dice del mundo de la moda a través del reportaje sobre la agencia Elite es cierto. Es un universo en el que la droga, el dinero, la prostitución están a la orden del día, y celebro que el escándalo haya estallado, que la gente sepa, que conozca la realidad de ese mundo".
CARRERA PRECOZ
La edad mínima de las jóvenes modelos debiera estar en 16 años, pero realmente algunas desfilan con doce.
Esto, en sí, ya es un escándalo. Las "babytops", un fenómeno extendido en Estados Unidos, Italia o Francia, tienen 14 o 15 años, son niñas precoces que por la mañana llevan el uniforme del colegio y la cartera y por la tarde lucen chaneles, fendis o guccis.
Muchas marcas, fotógrafos y diseñadores, a la hora de transmitir una nueva idea, prefieren rostros frescos, de niñas jóvenes, que no tienen los caprichos de las supermodelos. Estas minitops no posan para cualquier cliente, ni anuncia determinados productos ni adoptan posturas inadecuadas para su edad. Sólo trabajan cuando no tienen colegio.
La historia de los últimos años está salpicada de nombres de modelos famosas con muy pocos años a sus espaldas. Tatiana Chemeleva, 13 años, debutó el pasado año en Milán. De momento, no ha dejado sus estudios y viaja siempre con sus padres.
En España, Judit Mascó ya hacía campañas publicitarias con 13 años y Vanessa Lorenzo prestaba su infantil figura a algunos de los mejores fotógrafos nacionales con tan sólo ocho años. Claudia Schiffer desfilaba para los creadores internacionales con 16 años y la top-model Stephanie Seymour inició su trayectoria profesional a los 14 años, lo que se repitió con la delgadísima Kate Moss, la imagen de Calvin Klein, que fue descubierta en un aeropuerto a la misma edad. Brandi Quiñones desfilaba para Chanel son sólo 15 años y Bridget Hall, que luce diseños de Ralph Lauren también fue descubierta con 14.
La cantera de jovencísima modelos no para de renovarse. Y para encontrar rostros nuevos las agencias internacionales han acudido al filón de los países del Este de Europa. Modestas muchachas checas, eslovacas, rusas y polacas quieren escapar hacia una vida de ensueño, hacia un nuevo horizonte que ya labró Eva Herzigova luciendo su exuberante escote por todo el planeta con un conocido sujetador.
La mayoría de las maniquíes importantes del mundo pasan gran parte de su vida atravesando el Atlántico.
Ganan en torno a los 10,000 dólares al día. Están sometidas a grandes tensiones. Después de 24 horas sin dormir, entre vuelo y vuelo, tienen que llegar a una sesión fotográfica de varias horas con un cutis luminoso y cara de ángel. No hay cuerpo que lo resista y, por eso, en la treintena se retiran y se dedican a su familia, negocios o prueban suerte en el mundo del celuloide.
EL DIFICIL PELDAÑO
Mientras tanto, más abajo en el escalafón, las aspirantes se dejan ver en las discotecas a la espera de los "cazadores" de anatomías. Una modelo se muere por aparecer en la portada de una revista de moda de reputación. La competencia es brutal. Quemarse es muy fácil y dejarse llevar aún más.
Cientos de chicas adolescentes de todo el mundo llevan a cabo un peregrinaje a la ciudad de Milán todo los años, con la esperanza de encontrar riqueza entre la multimillonaria industria en la capital de la moda Italia. Algunas alcanzan fama y fortuna queriendo convertirse en la nueva Linda Evangelista, Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Laetitia Casta o Gisele Bundchen.
Sin embargo, otras se convierten en víctimas de la moda, arrastradas por un mundo de drogas y prostitución encubierta, fáciles presas de desalmados, de gente sin escrúpulos y con mucho dinero que prometen un futuro maravilloso a las jóvenes y sólo le dan violencia, sexo y drogas.
La modelo menor Maja, de Eslovenia, fue una de las que no tuvo suerte. Tras pasar apenas dos semanas durante la pasarela de Milán del presente año, tuvo que ser ingresada en un hospital de su país, donde los médicos la encontraron completamente drogada y mostrando señales de abuso sexual.
En su viaje a Milán, la joven venía en compañía de su padre y un "book" de fotos bajo el brazo, enseguida le sirvió para firmar un contrato con la agencia Model Flash. El padre regresó a su país y Maja fue alojada en un apartamento de la agencia, que compartía con otra chica americana. Durante su estancia en la ciudad la menor, junto a su compañera de piso, comenzó a frecuentar las discotecas y fiestas privadas a las que una aspirante a modelo tiene que acudir si quiere hacerse un hueco en el mundo de la moda.
Maja ha relatado que en las fiestas conoció a amigos y relacionistas públicos que la pusieron en contacto, por vez primera, con la cocaína en los lavabos de una discoteca. También ha declarado sus encuentros de sexo, en reservados de discotecas, con acompañantes desconocidos o amigos de otros amigos de alguna conocida. Relaciones sexuales mantenidas bajo el efecto de las drogas y el alcohol. Una experiencia diferente con un resultado de horror tras la desintoxicación y el tratamiento psiquiátrico.
TEMBLOR DE LAS PASARELAS DE MILAN
Este caso no ha quedado en un mero titular de periódico por que por primera vez en la historia de los desfiles milaneses, la Fiscalía de Milán tienen entre sus manos el historial escalofriante del presunto abandono de una menor, una aspirante a modelo que nunca llegó a desfilar. El fiscal va a por todas y pretender sentar en el banquillo de los acusados a los dos propietarios de la agencia de modelos.
Este nuevo escándalo ha hecho sonar todas las alarmas en el negocio de la moda milanesa, sobre todo porque no es la primera vez. A finales de 1999, la BBC emitió un reportaje sobre la agencia Elite en el que supuestamente los altos ejecutivos de la agencia de moda pedían favores sexuales a una aspirante a modelo. Ese documento destapó las miserias de un mundo en el que se esconden duros dramas personales de soledad, adicción a las drogas, explotación sexual y negocios poco claros, camuflados bajo montañas de lujo y de belleza, en el mundo cada vez con mayor "glamour" de la moda.
El documento hablaba de decenas de jovencitas aspirantes a convertirse en top-model, que llegan a las escuelas de moda milanesa y son manejadas como carne de prostíbulo por los relaciones públicas de agencias y compañías intermediarias, que cobran comisión por exhibirlas en discotecas y clubes.
A raíz de este reportaje la modelo Laeticia Casta declaraba:
"El oficio de modelo es difícil, es un trabajo complicado; desarrollar una carrera no es sencillo porque andas en un entorno en el que se mueven muchos buitres. Yo nunca he querido firmar con agencia alguna, he preferido mantenerme independiente, que mi familia fuese mi refugio. Lo que ahora se dice del mundo de la moda a través del reportaje sobre la agencia Elite es cierto. Es un universo en el que la droga, el dinero, la prostitución están a la orden del día, y celebro que el escándalo haya estallado, que la gente sepa, que conozca la realidad de ese mundo".
CARRERA PRECOZ
La edad mínima de las jóvenes modelos debiera estar en 16 años, pero realmente algunas desfilan con doce.
Esto, en sí, ya es un escándalo. Las "babytops", un fenómeno extendido en Estados Unidos, Italia o Francia, tienen 14 o 15 años, son niñas precoces que por la mañana llevan el uniforme del colegio y la cartera y por la tarde lucen chaneles, fendis o guccis.
Muchas marcas, fotógrafos y diseñadores, a la hora de transmitir una nueva idea, prefieren rostros frescos, de niñas jóvenes, que no tienen los caprichos de las supermodelos. Estas minitops no posan para cualquier cliente, ni anuncia determinados productos ni adoptan posturas inadecuadas para su edad. Sólo trabajan cuando no tienen colegio.
La historia de los últimos años está salpicada de nombres de modelos famosas con muy pocos años a sus espaldas. Tatiana Chemeleva, 13 años, debutó el pasado año en Milán. De momento, no ha dejado sus estudios y viaja siempre con sus padres.
En España, Judit Mascó ya hacía campañas publicitarias con 13 años y Vanessa Lorenzo prestaba su infantil figura a algunos de los mejores fotógrafos nacionales con tan sólo ocho años. Claudia Schiffer desfilaba para los creadores internacionales con 16 años y la top-model Stephanie Seymour inició su trayectoria profesional a los 14 años, lo que se repitió con la delgadísima Kate Moss, la imagen de Calvin Klein, que fue descubierta en un aeropuerto a la misma edad. Brandi Quiñones desfilaba para Chanel son sólo 15 años y Bridget Hall, que luce diseños de Ralph Lauren también fue descubierta con 14.
La cantera de jovencísima modelos no para de renovarse. Y para encontrar rostros nuevos las agencias internacionales han acudido al filón de los países del Este de Europa. Modestas muchachas checas, eslovacas, rusas y polacas quieren escapar hacia una vida de ensueño, hacia un nuevo horizonte que ya labró Eva Herzigova luciendo su exuberante escote por todo el planeta con un conocido sujetador.
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