Sol Halabi saca su luz interior

Toda ella, y su obra, es luz.

Son sus creaciones bellísimos cuadros llenos de luz, de donde emergen mujeres también luminosas, que en perfecta simbiosis con la naturaleza nos hablan de ese lazo invisible, innegable, que nos une a todos los seres vivos.

La pintora argentina Sol Halabi, otra vez, juega con los claroscuros, en “De búsquedas y encuentros”, la muestra individual que expone en Allegro Galería en Calle 73 San Francisco, donde presenta un ramillete de bellas mujeres de dulce, profundo y/o melancólico mirar. 

Nos invitan, quizás, a reflexionar, a viajar por el mundo de los recuerdos. O, quizás, a trasponer el umbral entre mundos, a propiciar una metamorfosis de la especie, para lograr la ansiada redención.

Comparten, sin saberlo, y sin que lo sepamos, tal vez, sueños, esperanzas, anhelos, llenos y vacíos. Hasta secretos que el corazón y la mente, celosamente cuidan.

Los de los cuadros de Sol Halabi son rostros y cuerpos pristinos, porque así, pura, transparente, es el alma de la mujer cuando está hermanada con su entorno, del cual no se puede divorciar la especie.

Pero, más que la semidesnudez de la mujer  (que viste los trajes más hermosos que las hojas, lianas y enramadas le proveen), Sol Halabi desnuda el alma y nos muestra a la mujer, victoriosa, dueña de la luz y desbordante de ternura y paz.

Las de Sol Halabi son mujeres que reposan en los mullidos y cálidos brazos de la naturaleza. Son abrazadas por el follaje, que con sus vestidos de colores arrulla sus sueños.

Esa mujer, de cada uno de sus cuadros (unas veces de pie, otras recostada sobre un lecho de hojas multicolores, o que se acurruca y arropa con una colcha natural); esa mujer, de la que emana luz y serenidad, nos invita a regocijarnos los sentidos, a transportarnos por mundos de belleza y perfección inimaginables. A escapar de lo cotidiano, lo tosco, el bullicio, la algarabía, lo material, lo mundano y a zambullirnos en mares de luz, alegría, esperanza y sosiego.