Tomás Martín Feuillet, romántico de la tercera generación
Publicado 2003/09/16 23:00:00
- Aristides Martínez Ortega
Su vida fue el tema típico de un folletín romántico: niño nacido fuera del matrimonio en 1832, es entregado a una pareja francesa amiga de su verdadero padre. En su infancia queda cojo como secuela de una fiebre de tifoidea y cuando comienza a distinguirse en su juventud, militar y civilmente, descubre su condición de adoptado, secreto que lo torturará el resto de su vida, que no fue de muchos años, pues en 1862, a los 30 años, muere atravesado por catorce bayonetazos en una diligencia militar en Pierdamó, Colombia.
No obstante la solvencia que tuvo gracias a las herencias de su padre adoptivo y su padre biológico jamás se preocupó de reunir sus poemas, que se estima en 60, en libros, pero fue asiduo colaborador del diario, El Centinela, de Panamá, y en diarios colombianos de esos años. También dejó una considerable cantidad de poemas en álbumes de sus amigas.
Las primeras diligencias para reunir su obra poética las hizo Manuel Gamboa, a quien Rodrigo Miró considera el autor de los primeros trabajos de crítica literaria de nuestras letras, fundador del primer periódico literario de Panamá, El Céfiro, en 1866. Sin embargo no llegó a publicar los poemas y sólo dejó un escrito, “Recuerdos bibliográficos”, editado en Nueva York en 1865.
Su compañero de generación, José María Alemán publicó en 1870 en su periódico literario, El Crepúsculo, una ensayo crítico sobre el poeta, y en 1918 Guillermo Andreve publica 16 poemas en el primer número de su Biblioteca de Cultura Nacional.
La obra poética de Martín Feuillet tiene más valor documental que literario, como ocurre con la de sus compañeros de generación, exceptuando tres poemas de Amelia Denis de Icaza. En sus poemas quedó la marca amarga que le dejó no conocer la identidad de sus padres, y de su propia suerte, que intuía amenazada por la fatalidad, como lo expresó en versos de su popular poema “La flor del Espíritu Santo”: “Ah, cuando a fuerza de tormentos horridos/deje de palpitar mi corazón”.
Más que poesía predominó en sus composiciones la queja, el lugar común y la reflexión pesimista. Donde más se esforzó fue en los poemas en que destaca la naturaleza y el paisaje de Panamá, y sus mejores ejemplos son “La flor del Espíritu Santo”, ya citado, y “Los caracoles”. Hay logros en poemas festivos que proyectan una crítica social, ejemplo, “¿Cuánto tiene?”.
Un detalle muy importante en su obra es haber dejado un testimonio poético de cuán consciente estuvo de la amenaza que era para Panamá los Estados Unidos, expresado en un improvisado poema que publicó el 2 de octubre de 1856 El Centinela, y que tituló “Al ciudadano gobernador D. Bartolomé Calvo”. Este poema, incluido en la selección que presentamos hoy, le confiere el honor de ser Tomás Martín Feuillet el primer poeta panameño que defendió la soberanía de Panamá: “mas no los hijos del ruidoso Niágara,/su estrellado perdón aquí alzarán!”.
Martínez Ortega, García De Paredes, Segura Jiménez: Diccionario de la literatura panameña.
Miró, Rodrigo: Tomás Martín Feuillet, prototipo romántico.
No obstante la solvencia que tuvo gracias a las herencias de su padre adoptivo y su padre biológico jamás se preocupó de reunir sus poemas, que se estima en 60, en libros, pero fue asiduo colaborador del diario, El Centinela, de Panamá, y en diarios colombianos de esos años. También dejó una considerable cantidad de poemas en álbumes de sus amigas.
Las primeras diligencias para reunir su obra poética las hizo Manuel Gamboa, a quien Rodrigo Miró considera el autor de los primeros trabajos de crítica literaria de nuestras letras, fundador del primer periódico literario de Panamá, El Céfiro, en 1866. Sin embargo no llegó a publicar los poemas y sólo dejó un escrito, “Recuerdos bibliográficos”, editado en Nueva York en 1865.
Su compañero de generación, José María Alemán publicó en 1870 en su periódico literario, El Crepúsculo, una ensayo crítico sobre el poeta, y en 1918 Guillermo Andreve publica 16 poemas en el primer número de su Biblioteca de Cultura Nacional.
La obra poética de Martín Feuillet tiene más valor documental que literario, como ocurre con la de sus compañeros de generación, exceptuando tres poemas de Amelia Denis de Icaza. En sus poemas quedó la marca amarga que le dejó no conocer la identidad de sus padres, y de su propia suerte, que intuía amenazada por la fatalidad, como lo expresó en versos de su popular poema “La flor del Espíritu Santo”: “Ah, cuando a fuerza de tormentos horridos/deje de palpitar mi corazón”.
Más que poesía predominó en sus composiciones la queja, el lugar común y la reflexión pesimista. Donde más se esforzó fue en los poemas en que destaca la naturaleza y el paisaje de Panamá, y sus mejores ejemplos son “La flor del Espíritu Santo”, ya citado, y “Los caracoles”. Hay logros en poemas festivos que proyectan una crítica social, ejemplo, “¿Cuánto tiene?”.
Un detalle muy importante en su obra es haber dejado un testimonio poético de cuán consciente estuvo de la amenaza que era para Panamá los Estados Unidos, expresado en un improvisado poema que publicó el 2 de octubre de 1856 El Centinela, y que tituló “Al ciudadano gobernador D. Bartolomé Calvo”. Este poema, incluido en la selección que presentamos hoy, le confiere el honor de ser Tomás Martín Feuillet el primer poeta panameño que defendió la soberanía de Panamá: “mas no los hijos del ruidoso Niágara,/su estrellado perdón aquí alzarán!”.
Martínez Ortega, García De Paredes, Segura Jiménez: Diccionario de la literatura panameña.
Miró, Rodrigo: Tomás Martín Feuillet, prototipo romántico.
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