Uff! Cómo explicarles
Publicado 2003/03/31 00:00:00
- Yessika Valdés
Madres y padres de familia se encuentran en un dilema cuando los/las niños/as comienzan a preguntarles sobre temas, como la guerra, que a ellos mismos como adultos les resultan inclusive difíciles de entender. La psicoterapeuta Lizeyca Villamil ofrece una serie de sugerencias sobre actitudes a la hora de tratar con los/las niños/as estos tópicos, de tal forma que se ayude a minimizar los efectos- que de por sí los hay para adultos y la niñez- que el conflicto bélico entre los Estados Unidos e Iraq pudiera causarles aunque en el caso de Panamá geográficamente se hallen distantes.
Así tenemos, pues, que, dado que día a día a través de los medios masivos de comunicación la niñez panameña forma parte del grupo de espectadores de esta guerra y de hecho surgen las interrogantes que a veces no atina el/la adulto/a cómo responder, sepa que es mejor hacerlo y de una manera sencilla, ya que ignorarlas o contestar a la ligera es una actitud irresponsable por parte suya.
El no responder o contestarles enredándoles más, dijo Villamil, es quizás una manera en que los/las adultos/as se protegen a sí mismos/as cuando no saben la respuesta a algo o temen contestar de una manera que genere una lluvia de preguntas que les coloquen como en una encrucijada. Según siguió diciendo Villamil, tampoco es saludable lanzar expresiones al aire, que pueden ser mal interpretadas por los/las niños/as o que pueden aumentar su nivel de estrés o confundirles.
Ahora bien, ella dijo que lo ideal sería que en la medida de lo posible se evitara estar exponiendo innecesariamente a los/las niños/as, sobre todo a los/as más pequeños/as, a este tipo de temas estresantes.
Sin embargo, "es asunto de no engañarse. Por lo general, los adultos tenemos la costumbre de que subestimamos el nivel de inteligencia del niño y su capacidad de concentración o de realizar múltiples actividades a la vez", dijo ella, para referirse a momentos en que, por ejemplo, se habla frente a él sobre un tema "X" dando por sentado que como él está jugando (está "en su mundo" suele decirse), se supone que está distraído. Y, para sorpresa de los adultos resulta que al poco rato él repite lo que oyó o hace preguntas sobre el particular y quedan que no saben qué contestar.
Ella aclaró que no se trata de pretender tapar el sol con la mano, porque niños/as de todas las edades están más o menos expuesto/as a los mensajes de los medios de comunicación y cuando un tema es de actualidad, como la guerra en Iraq, es bastante difícil escapar a los comentarios en la escuela, autobuses, centro de trabajo, supermercados, cines y otros escenarios cotidianos de actividades o en que coinciden y/o conviven las personas.
He allí, pues que si su hijito/a pre escolar le pregunta, por ejemplo, "¿mamí, qué va a pasar?", no lo/la evada. Por el contrario, busque la forma de darle una respuesta que sea una verdad, pero que a su edad sea comprensible.
Asimismo, la especialista aconseja a los/las adultos/as medir el alcance de sus palabras, evitar generalizar. Afirmar, por ejemplo, que la gente de EU o la de Iraq es de tal o cual forma es una verdad a medias. Tampoco es recomendable tomar partido (decir que Bush o Hussein son de esta o la otra manera) porque, el/la niño/a no entiende y como la subjetividad de quien habla quiéralo o no se hace patente en mayor o menor grado, entonces podría estarse sembrando las semillas de la intolerancia o creando estereotipos.
Asimismo, aunque los/las niños/as más grandes (los adolescentes) pueden comprender mejor los sucesos, también sería bueno que tuviesen al lado a alguien adulto, bien centrado, que les ayudase a darles seguimiento, cosa de evitarles confusiones y que lleguen a conclusiones erróneas como por ejemplo que la violencia y la guerra pudieran ser salidas aceptables para resolver diferencias.
Así tenemos, pues, que, dado que día a día a través de los medios masivos de comunicación la niñez panameña forma parte del grupo de espectadores de esta guerra y de hecho surgen las interrogantes que a veces no atina el/la adulto/a cómo responder, sepa que es mejor hacerlo y de una manera sencilla, ya que ignorarlas o contestar a la ligera es una actitud irresponsable por parte suya.
El no responder o contestarles enredándoles más, dijo Villamil, es quizás una manera en que los/las adultos/as se protegen a sí mismos/as cuando no saben la respuesta a algo o temen contestar de una manera que genere una lluvia de preguntas que les coloquen como en una encrucijada. Según siguió diciendo Villamil, tampoco es saludable lanzar expresiones al aire, que pueden ser mal interpretadas por los/las niños/as o que pueden aumentar su nivel de estrés o confundirles.
Ahora bien, ella dijo que lo ideal sería que en la medida de lo posible se evitara estar exponiendo innecesariamente a los/las niños/as, sobre todo a los/as más pequeños/as, a este tipo de temas estresantes.
Sin embargo, "es asunto de no engañarse. Por lo general, los adultos tenemos la costumbre de que subestimamos el nivel de inteligencia del niño y su capacidad de concentración o de realizar múltiples actividades a la vez", dijo ella, para referirse a momentos en que, por ejemplo, se habla frente a él sobre un tema "X" dando por sentado que como él está jugando (está "en su mundo" suele decirse), se supone que está distraído. Y, para sorpresa de los adultos resulta que al poco rato él repite lo que oyó o hace preguntas sobre el particular y quedan que no saben qué contestar.
Ella aclaró que no se trata de pretender tapar el sol con la mano, porque niños/as de todas las edades están más o menos expuesto/as a los mensajes de los medios de comunicación y cuando un tema es de actualidad, como la guerra en Iraq, es bastante difícil escapar a los comentarios en la escuela, autobuses, centro de trabajo, supermercados, cines y otros escenarios cotidianos de actividades o en que coinciden y/o conviven las personas.
He allí, pues que si su hijito/a pre escolar le pregunta, por ejemplo, "¿mamí, qué va a pasar?", no lo/la evada. Por el contrario, busque la forma de darle una respuesta que sea una verdad, pero que a su edad sea comprensible.
Asimismo, la especialista aconseja a los/las adultos/as medir el alcance de sus palabras, evitar generalizar. Afirmar, por ejemplo, que la gente de EU o la de Iraq es de tal o cual forma es una verdad a medias. Tampoco es recomendable tomar partido (decir que Bush o Hussein son de esta o la otra manera) porque, el/la niño/a no entiende y como la subjetividad de quien habla quiéralo o no se hace patente en mayor o menor grado, entonces podría estarse sembrando las semillas de la intolerancia o creando estereotipos.
Asimismo, aunque los/las niños/as más grandes (los adolescentes) pueden comprender mejor los sucesos, también sería bueno que tuviesen al lado a alguien adulto, bien centrado, que les ayudase a darles seguimiento, cosa de evitarles confusiones y que lleguen a conclusiones erróneas como por ejemplo que la violencia y la guerra pudieran ser salidas aceptables para resolver diferencias.
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