Una liberación que comienza desde el interior
Publicado 2005/01/26 00:00:00
- REDACCION
Cómo verían nuestras abuelas a las mujeres que usan hilo dental o bikini para bañarse públicamente? Seguramente no entenderían que los tiempos han cambiado; y que lo que ayer era censurado, hoy no lo es.
Ocurrió en 1931 cuando la famosa actriz Marlene Dietrich se atrevió a usar pantalones en París, y el alcalde de aquel entonces le sugirió abandonar la ciudad como respuesta a su provocadora vestimenta masculina.
Ya habían pasado un par de décadas desde que las mujeres empezaron a liberarse de cargas y ropajes; sin embargo, la mentalidad del mundo seguía atada a los viejos conceptos.
Más de 30 años después, en 1966, Yves Saint Laurent adaptó el smoking, traje masculino por excelencia, a las sugestivas curvas de sus adineradas clientas, generando un nuevo escándalo.
La liberación femenina comenzó precisamente desde su propio interior, desde el momento en que la mujer se atrevió a usar los escotes, ropa sexy, provocativa y sensual.
Sin embargo, la definitiva revolución de lucir la ropa interior llegó con los grandes escotes que la actriz Marilyn Monroe se atrevió a utilizar en una época donde la mujer no podía disfrutar del sol.
Mucho antes de que la "top model" Eva Herzigova paseara el "wonderbra", -brasier que ajusta formas-, por todo el mundo, hubo de todo.
En un principio, las señoras asumieron que para lucir bien, había que sufrir. Todos recordamos la escena de la mítica película "Lo que el viento se llevó", donde Scarlett O´ Hara sufría enfundándose un corsé. Luego llegó Poiret, en los albores del siglo XX, para ayudar a las sufridoras a liberarse de los corsés confeccionados en telas asfixiantes e iniciar una etapa innovadora.
Sin embargo, fue la experta en lencería Mary Phelps Jacob la que sustituyó el acero por algodón y, en 1914, creó un modelo de sostén basado en dos pañuelos unidos por una cinta estrecha y sujetados por dos tirantes. Lo más cómodo creado hasta ese entonces.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el uso del sujetador se generalizó. En 1948, Christian Dior diseñó ropa interior que estilizaba la figura femenina. Pero en definitiva, la verdadera revolución llegó con los grandes escotes que la audaz Marilyn Monroe se atrevió a usar en un época donde mujer apenas podía disfrutar de los rayos del sol, debido a las muchas telas de los trajes de baño.
Llegada la década de los ochenta, los sostenes se llenaron de encajes, blondas y puntillas: resultaba imperdonable no preocuparse por el aspecto interior.
Ocurrió en 1931 cuando la famosa actriz Marlene Dietrich se atrevió a usar pantalones en París, y el alcalde de aquel entonces le sugirió abandonar la ciudad como respuesta a su provocadora vestimenta masculina.
Ya habían pasado un par de décadas desde que las mujeres empezaron a liberarse de cargas y ropajes; sin embargo, la mentalidad del mundo seguía atada a los viejos conceptos.
Más de 30 años después, en 1966, Yves Saint Laurent adaptó el smoking, traje masculino por excelencia, a las sugestivas curvas de sus adineradas clientas, generando un nuevo escándalo.
La liberación femenina comenzó precisamente desde su propio interior, desde el momento en que la mujer se atrevió a usar los escotes, ropa sexy, provocativa y sensual.
Sin embargo, la definitiva revolución de lucir la ropa interior llegó con los grandes escotes que la actriz Marilyn Monroe se atrevió a utilizar en una época donde la mujer no podía disfrutar del sol.
Mucho antes de que la "top model" Eva Herzigova paseara el "wonderbra", -brasier que ajusta formas-, por todo el mundo, hubo de todo.
En un principio, las señoras asumieron que para lucir bien, había que sufrir. Todos recordamos la escena de la mítica película "Lo que el viento se llevó", donde Scarlett O´ Hara sufría enfundándose un corsé. Luego llegó Poiret, en los albores del siglo XX, para ayudar a las sufridoras a liberarse de los corsés confeccionados en telas asfixiantes e iniciar una etapa innovadora.
Sin embargo, fue la experta en lencería Mary Phelps Jacob la que sustituyó el acero por algodón y, en 1914, creó un modelo de sostén basado en dos pañuelos unidos por una cinta estrecha y sujetados por dos tirantes. Lo más cómodo creado hasta ese entonces.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el uso del sujetador se generalizó. En 1948, Christian Dior diseñó ropa interior que estilizaba la figura femenina. Pero en definitiva, la verdadera revolución llegó con los grandes escotes que la audaz Marilyn Monroe se atrevió a usar en un época donde mujer apenas podía disfrutar de los rayos del sol, debido a las muchas telas de los trajes de baño.
Llegada la década de los ochenta, los sostenes se llenaron de encajes, blondas y puntillas: resultaba imperdonable no preocuparse por el aspecto interior.
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