Una peligrosa pasión canina

B orracho de amor, loco, capaz de hacer casi cualquier cosa por su amada... así estaba Greg.

Verla y quedar prendado de ella fue algo instantáneo. Sucedió en un parpadeo.

Pero, ese amor platónico de Greg y Silvia lo convertiría en una especie de manzana de la discordia. Pobrecito.

Jamás se imaginó él que su apartamento iba a parecer un campo de batalla donde dos hembras celosas se querrían sacar los ojos a dentadas y arañazos con tal de ganar su preferencia.

Cupido tiene la culpa. Lanzó un flechazo, para, como niño travieso, reírse a costa de todos.

Volvamos al principio de lo que fue casi el final de lo que hasta entonces había sido un feliz matrimonio.

Si lo de Greg hacia Silvia fue amor a primera vista, lo de Kate fue rechazo de "ipso facto", porque, como dice la famosa canción del Gran Combo, que cantaba como nadie la guarachera cubana Celia Cruz, en esa casa "no hay cama pa´tanta gente".

Silvia se convirtió para Greg en su razón de vivir. Poco le faltó a él para sufrir una metamorfosis y convertirse en perro, con tal de compartir su vida con esa perraza que lo tenía trastornado.

Esa perra coqueta llamada Silvia, que trastocó todo con un meneito, un parpadeo de sus ojitos, un lenguetazo por aquí y otro por... allá.

Silvia, la dulce Silvia.

Silvia, la dizque inocente Silvia.

Silvia, la súper calculadora Silvia.

Silvia... la perra Silvia, que parecía tener embrujado a Greg

¿Sería, acaso, que antes fue perro y en esta vida reencarnó como hombre?

Hiciese lo que hiciese, él siempre le daba la razón y se lo celebraba, para disgusto de una Kate que veía como perdía a su hombre. Todo por una perra.

Por una perra que puso a todos de vuelta y media. Hasta los psicólogos necesitaron terapia luego de conocer a Silvia.

De ese amor canino entre Greg y Silvia pueden ser testigos todos en el Teatro en Círculo.

Si te dejas tentar por ella, por esa perra tan especial llamada "Silvia", el pronóstico es carcajadas a granel.

¿Lo mejor de todo? Ayudarás a recaudar fondos para apoyar a la Fundación Spay Panamá que mediante un programa de esterilizaciones controla la miseria y muerte innecesaria de animales en la calle y, por si fuera poco, ganarás salud, porque ejercitarás la mandíbula y el resto de los músculos del rostro, pues la risa paga bien.

Eso sí, cuida que tu hombre no mire a los ojos a Silvia, porque si eso ocurre "huele a peligro".