Decálogo de un fracaso de proporción universal
La derrota histórica de Brasil en el Mundial tuvo origen en diez grandes problemas que afectaron al equipo del seleccionador Luiz Felipe Scolari.
La derrota histórica de Brasil en el Mundial tuvo origen en diez grandes problemas que afectaron al equipo del seleccionador Luiz Felipe Scolari.
El más abultado revés en los cien años que conmemora Brasil con su selección equivale a un Mineirazo, dado que fue en el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, donde se jugó el partido.
Aquí las diez razones del fracaso de Brasil:
1. El exceso de presión.
Scolari impuso a su equipo un nivel de exigencia máximo y elevó el listón de lo mínimamente aceptable a un nivel tan alto que generó un nerviosismo desaforado entre los jugadores.
La selección brasileña vivió angustiada durante todo su periplo mundialista con la losa de la obligación de hacer olvidar el Maracanazo. Los nervios, el miedo a perder, fueron patentes en diversos momentos de la competición. Se desataron antes de la tanda de penaltis contra Chile, cuando varios jugadores lloraron desconsoladamente, y fueron patentes en las semifinales, con la impotencia del equipo para reaccionar ante Alemania.
2. La ausencia de un líder en el campo.
La joven selección brasileña echó de menos un líder en el grupo, un jugador con galones y experiencia para calmar la ansiedad, para poner orden en un banquillo desquiciado.
El brazalete de capitán le vino grande a Thiago Silva, postrado en un rincón del campo durante la tanda de penaltis contra Chile, el jugador abdicó de sus funciones cuando el equipo más le necesitaba.
Los otros veteranos de anteriores mundiales, como Julio César o Fred, tampoco fueron capaces de transmitir la tranquilidad que necesitaban los anfitriones ni de asumir el protagonismo cuando Neymar se lesionó.
3. Una preparación deficiente.
La selección brasileña se entrenó poco, Scolari canceló varias sesiones dobles que había programado, minimizó la carga física de los ejercicios y en especial redujo el trabajo de los titulares.
Los titulares pasaron tres días sin tocar el balón después de los octavos de final y tan solo realizaron una práctica ligera antes de su cita de semifinales contra Alemania.
Scolari solo cerró tres entrenamientos a la prensa para preparar tácticas especiales y en el resto no entrenó jugadas ensayadas a balón parado.
El vigor físico y la intensidad de juego fueron claves el año pasado para explicar el triunfo de Brasil en la Copa Confederaciones y la bajada de revoluciones durante el Mundial ha destapado todas las deficiencias del equipo.
4. El exceso de confianza.
Le faltó humildad a Scolari para admitir errores, trabajar sobre ellos y hacer autocrítica, en lugar de entregarse al engaño de que se podría ganar el Mundial solo con una poderosa interpretación del himno nacional antes de los partidos.
Scolari también tuvo fe ciega en el grupo que ganó la Copa Confederaciones y no tomó medidas para mover las piezas que no funcionaron.
La concentración de Brasil en Teresópolis, lejos del desmadre de Weggis (Suiza) en el Mundial 2006, ha estado llena de distracciones, con demasiado público desde la calle y visitas de programas de televisión, lo que ha incentivado un clima de euforia que dejó la preparación en segundo plano.
5. La dependencia de Neymar.
Brasil nunca llegó a un Mundial con una estrella tan aislada, con un único jugador que tuviese sobre sus hombros todo el peso de la responsabilidad de ganar el torneo y menos aún con tanta juventud como Neymar.
Neymar fue el único que aportó algo de magia y alegría dentro del planteamiento industrial de Scolari, pero el delantero de 22 años no fue el salvador que el entrenador esperaba.
El 10 de Brasil fue intermitente, solo tuvo dos buenos partidos, en los que anotó cuatro goles, y bajó de producción en los octavos y cuartos de final.
La lesión de Neymar desnudó las limitaciones del equipo brasileño, que pareció asumir la derrota y entregarse al vapuleo alemán.
6. La renuncia al balón.
Brasil es el semifinalista que menos toca la pelota y ha terminado con 2,249 pases completos, 1,172 menos que Alemania y solo 546 más que España, equipo eliminado en la primera fase y que jugó la mitad de partidos.
Entre los cinco mejores pasadores de Brasil figuran cuatro defensas, Marcelo, David Luiz, Thiago Silva y Daniel Alves, y el medio centro Luiz Gustavo, todo un síntoma de los problemas de juego del centro del campo.
Las estadísticas muestran lo que se vio en la cancha, un equipo que conecta la zaga con el ataque con pases largos, sin pasar por los centrocampistas.
7. La incapacidad para cambiar el juego del equipo.
Ninguno de los centrocampistas que probó Scolari durante la competición consiguió hacer funcionar el centro del campo.
Paulinho, la primera opción de Scolari, estaba a un nivel más bajo que en la Copa Confederaciones y jugadores de corte más defensivo como Fernandinho o Ramires no fueron una buena alternativa.
Hernanes, el centrocampista que toca mejor el balón, fue el que contó menos para Scolari y solo jugó 31 minutos en dos partidos, mientras que el media punta Oscar, una de las mayores decepciones de la Canarinha, solo cuajó un buen partido en el día del debut contra Croacia.
8. La ausencia de un nueve.
Brasil siempre fue tierra fértil para los delanteros centros y ha acudido a su Mundial sin un ariete de garantías.
Fred ha tenido el apoyo incondicional de Scolari, que lo mantuvo en la titularidad, a pesar de que su sequía goleadora y su falta de movilidad en el campo lo han convertido en el blanco de incontables burlas por parte de los aficionados.
El delantero del Fluminense se despide del Mundial con un único gol, anotado en el día más intrascendente, en el tercer partido de la primera fase ante una ya eliminada Camerún.
Su sustituto, Jo , no consiguió ver puerta en los 78 minutos en los que estuvo en el campo, al igual que Hulk, quien tampoco logró inaugurar su casillero.
9. Los problemas en las laterales.
Scolari se privó de un instrumento ofensivo al limitar las subidas de sus carrileros, en especial Marcelo, quien sobresale más por sus cualidades ofensivas que defensivas.
En el capítulo defensivo, ninguno de los laterales ha dado tranquilidad suficiente al equipo, en especial Daniel Alves, que fue un coladero y acabó siendo sustituido a mitad del Mundial por Maicon.
La elección de los laterales fue uno de los capítulos más criticados en la convocatoria de Scolari, por la exclusión de Filipe Luis y de Rafinha.
10. La crispación.
Convencidos de la existencia de un complot contra los anfitriones, los miembros de la delegación brasileña se han peleado contra la Fifa, contra la prensa y contra los adversarios, lo que tuvo repercusiones en la concentración y preparación del equipo.
Más preocupado en su correcalles particular con la prensa que en corregir las deficiencias del equipo, Scolari reveló que prefirió usar el último entrenamiento antes del partido contra Alemania para despistar a los periodistas, en lugar de cerrar las puertas y concentrarse en trabajar en tácticas para ganar a su rival.
La retórica exaltada, las salidas de tono y las provocaciones dieron paso a una trifulca contra la delegación chilena que acabó con una sanción para el jefe de prensa de Brasil, Rodrigo Paiva, por un puñetazo al delantero Mauricio Pinilla.
Cafú no pudo consolar a los jugadores de Brasil
Cafú, el excapitán de la selección brasileña, el último que levantó la copa del mundo, en 2002, fue literalmente expulsado cuando ingresó en el vestuario de la Canarinha a consolar a los jugadores por la goleada que infligió Alemania en el estadio Mineirao, informó él a una televisión local.
Cafú responsabilizó al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, José María Marín, uno de los más criticados en la prensa por el desastre de Brasil en la fase semifinal del Mundial.
El presidente José María Marín dijo que no quería personas extrañas en el vestuario. Pero dije que no soy una persona extraña, dije que quería decirles unas palabras, transmitir el cariño a ellos porque en ese momento los muchachos necesitan de apoyo, de alguien que realmente los apoye, dijo a la televisión ESPN a propósito del 1-7 que sacó a Brasil de la disputa por el título.
Marcos Evangelista de Moraes Cafú aseguró que los mismos jugadores se encargaron de decirle que tenía que salir porque Marín no quería, lo que a juicio de periodistas locales refleja el estado de confusión que se instaló en las filas del equipo que dirige Luiz Felipe Scolari.
Yo, humildemente, me retiré del vestuario, dijo.