Microalgas, la materia prima para el futuro
El mundo enfrenta a una encrucijada ambiental y avances tecnológicos, una carrera por el desarrollo de alternativas industriales y energéticas limpias. Las microalgas son una de las opciones más prometedoras. Se trata del procesamiento de la biomasa para la obtención de sus derivados.
- Christian Sandoval
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- EFE
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- PanamaAmerica
- - Publicado: 17/10/2020 - 12:00 am
Presentes en glaciares, océanos, ríos y todo cuerpo de agua dulce o salada, las microalgas constituyen una de las formas de vida más primitivas del planeta. En ellas recae la responsabilidad de proveer más de la mitad del oxigeno presente en la tierra.
"Existen más de 60.000 especies distintas de microalgas, que están presentes en todos los reinos de la naturaleza, a excepción del animal, y que habitan y se reproducen por todo el planeta", cuenta Carlos Rodríguez-Villa, director de AlgaEnergy, una empresa española líder en la investigación con microalgas.
Aún así, sus ventajas no se limitan a la producción de oxigeno, sino que además se estima que su capacidad de captación de CO2 ambiental es superior a la de otras plantas.
Según Villa, una hectárea de cultivo de microalgas captura el equivalente a un bosque de 30 hectáreas con 26.000 árboles.
Sumado a ello, gracias a su composición rica en carbohidratos, lípidos y proteínas, las microalgas son una materia prima de gran interés para distintos sectores de la economía.
Ejemplo de ello, ha sido su importante papel en la alimentación animal y humana, al punto de ser consideradas por la ONU como "el alimento del milenio".
Asimismo, son una de las materias primas más prometedoras para el futuro energético de la humanidad. Sin embargo, aún falta mucho para la llegada al mercado de un biocombustible de microalgas.
Biorrefinería
Bien sea para la producción de biocarburantes u otros compuestos de interés, el concepto clave para hablar de microalgas es el de la biorrefinería. En síntesis, se trata del procesamiento de la biomasa de microalgas para la obtención de sus derivados.
En otras palabras, es un proceso similar a la refinería de petróleo, en el que "se obtienen diferentes combustibles y un montón de productos químicos", afirma a Efe Fernando Bautista, docente investigador de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (España).
"La gran diferencia entre una refinería de petróleo y una biorrefinería, es que la segunda alude exclusivamente a los casos en que se emplea biomasa, que en este caso proviene del cultivo controlado de microalgas", indica el experto.
Aunque las microalgas guardan directa relación con el origen de la vida, también lo hacen con nuestro presente. Sus aplicaciones se extienden y no se limitan a las industrias agrícola, alimentaria, cosmética, farmacéutica, energética, entre otras.
Este es el caso, por ejemplo, de AlgaEnergy, una empresa que se dedica al cultivo e investigación de microalgas y que ya cuenta con varios productos en el mercado mundial.
"Lo interesante de estos productos, es que son capaces de consumir una enorme cantidad de CO2 en su producción. De nuestra empresa, el bioestimulante agrícola Agrialgae, por ejemplo, consume hasta dos kilogramos de CO2 por cada 5 litros producidos", según Villa.
Menos ecoblanqueo
Como se ha mencionado antes, una de las ventajas de las microalgas es su alta capacidad para captar CO2 y emitir oxigeno. El tema es que cuando esa ventaja adquiere dimensiones industriales, los beneficios ambientales son realmente invaluables.
A diferencia de otras plantas de las que se obtiene biomasa, las microalgas no dependen del uso de tierras fértiles o de la calidad del agua. En ese sentido, solo dependen de la luz y de una buena fuente de C02.
"El cultivo de microalgas no tiene porqué quitar agua dulce de buena calidad, sino que pueden cultivarse en aguas residuales, en aguas saladas, en aguas de muy mala calidad que no son aptas para consumo humano", asevera el profesor Bautista.
Sumado a ello, la experiencia en el campo ha demostrado que las microalgas pueden ser utilizadas para purificar las emisiones de CO2 de los focos industriales. Al necesitar cien veces más dióxido de carbono que otras plantas, su reproducción masiva depende de la existencia de una fuente de CO2 lo suficientemente potente.
"Una de las ideas que se tienen para desarrollar las futuras biorrefinerías de microalgas, es la de acoplarlas o asociarlas a una producción de CO2, por ejemplo, una central térmica", agrega Bautista.
Una idea que ha salido de la teoría a la realidad en Cádiz, al suroeste de España. En esta ciudad, opera desde 2014 la planta industrial de Alga Energy, que utiliza las emisiones de CO2 de la Central de Ciclo Combinado de Iberdrola –la hidroeléctrica más grande del país-, para la producción de microalgas con fines comerciales.
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